lunes, 20 de octubre de 2014

Sobre Páez, Monagas y otros “caudillos militaristas”
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La historiografía tradicional en Venezuela, obra de los intelectuales al servicio de las elites dominantes de turno, acuñó la tesis de que el período republicano del siglo XIX venezolano estuvo caracterizado por el “caudillismo”, el “militarismo”, la “anarquía” y las guerras civiles.
En base a dicha premisa concluyen que el caos de la lucha caudillista no permitió la consolidación de un proyecto de desarrollo nacional, y sólo a partir de los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco, según algunos, y del gobierno de Juan Vicente Gómez, según otros, se alcanza una “estabilidad política e institucional”, una “paz social”, que permitió la consolidación de un proyecto nacional burgués.
Al respecto hemos sostenido las siguientes ideas, que no son totalmente propias, pues algunas de ellas en el pasado fueron formuladas por Laureano Vallenilla Lanz (a pesar de  no tener coincidencias ideológicas con este autor) y Juan Uslar Pietri, entre otros:
1.      La guerra de independencia quebró la estructura de poder interna que se había consolidado en Venezuela en el período colonial, debido a la insurgencia de blancos de orilla, pardos y esclavos que inicialmente se incorporaron al ejército realista de Boves, y que luego de 1815-1816, como producto del cambio de estrategia ejecutado por Bolívar y demás jefes patriotas sobrevivientes, se incorporaron al ejército bolivariano y permitieron el triunfo militar definitivo sobre el imperio español en Suramérica.
2.      Por ello, la independencia en Venezuela fue producto de una alianza social, de una alianza de clases que incorporó en un mismo ejército y en un mismo proyecto de país a los grupos dominantes (los mantuanos) y los grupos dominados (blancos de orilla, pardos, indígenas y esclavos) de la anterior época colonial.
3.      Los dirigentes de este proceso fueron los generales y próceres de la independencia, los cuales en su mayoría no eran originalmente militares, sino que la necesidad de luchar por la patria los llevó a combatir durante casi 15 años en una guerra larguísima y desgastante que finalmente triunfó sobre el colonialismo español. En buena parte, estos próceres militares tampoco eran mantuanos de origen, como el caso de José Antonio Páez y muchos otros, sino que provenían de los distintos estratos populares de la sociedad colonial.
4.      El ejército encabezado por Simón Bolívar, un ejército popular integrado en lo fundamental por venezolanos (como lo catalogaría el embajador gringo en España en 1825: “un ejército de negros al frente del cual está un peligroso radical”, el tal Bolívar), derrotó al ejército español que había traído a Venezuela el mariscal Pablo Morillo en 1815 (más de 70 barcos, 10.000 soldados profesionales y 15.000 hombres en total), y lo expulsó del continente suramericano en una sucesión de batallas desde Boyacá hasta Ayacucho, pasando por Carabobo, Pichincha, Bomboná y Junín.
5.      Una guerra tan larga (1810-1824) y tan extensa (abarcando todo el continente suramericano) obviamente consolidó una dirección militar que se llenó de glorias en tan grandiosa proeza. Esa jefatura militar, que buena parte de ella murió combatiendo por nuestra independencia, tenía todo el derecho a reclamar un lugar principal en la posterior conducción de la República, sobre todo si se considera que la oligarquía “civilista” estaba integrada en lo principal por personajes que no combatieron en la guerra, que en muchos casos respaldaron la continuidad del dominio español, que abandonaron nuestro territorio durante la guerra y luego volvieron a “cobrar” por méritos y sacrificios que nunca tuvieron.
6.      Es bueno recordar que en Venezuela, una buena parte de la oligarquía mantuana que declaró la independencia en 1811 brincó la talanquera hacia el bando realista luego de las derrotas republicanas de 1812 y 1814. Personajes que se les ha dado el trato de “próceres civiles”, como José María Vargas, se fueron del país en 1813, cuando la campaña de Boves estaba por comenzar (Vargas ya se había graduado de médico en 1808), y regresó en 1824, cuando ya la independencia estaba conquistada. No arriesgó ni un pelo, mientras familias mantuanas patriotas se inmolaron completamente durante la larga guerra, como ocurrió con la familia del mariscal Antonio José de Sucre. Cuando Boves ocupó Caracas en 1814, fue recibido con bombos y platillos por ese mantuanaje realista que luego de Carabobo se apoderó del país gracias a traiciones como la de Páez. Ese mantuanaje blanco esclavista controló Caracas entre 1814 y 1821, y fue el mismo que logró derrotar la propuesta abolicionista de Bolívar y que mantuvo el bárbaro sistema esclavista hasta 1854.
7.      Ciertamente los caudillos militares que dirigieron al país luego de 1830 cometieron en términos generales una gran traición al proyecto de unidad continental propuesto por Bolívar, y terminaron subordinando el país a los intereses económicos del imperio inglés, la superpotencia dominante de la época. Pero como han analizado diversos historiadores (como Federico Brito Figueroa), ese capitalismo inglés miraba con recelos a los jefes militares de ese ejército popular venezolano que había sido capaz de destrozar en todas las batallas al experimentado ejército español de Morillo. Por ello, en 1835, el mantuanaje caraqueño, apoyado por los intereses británicos, promovió la candidatura de Vargas a la presidencia, como una forma de desplazar del poder a los incómodos jefes militares de ese “ejército de negros” (como despectivamente decían los diplomáticos estadounidenses), y colocar en su lugar a los blancos oligarcas esclavistas que nunca lucharon por la independencia y cuyos esquemas de pensamiento y acción política eran profundamente conservadores.
8.      La traición de los caudillos militares de la independencia, como Páez, fue enfrentada en términos históricos con la insurrección campesina expresada en la Guerra Federal (1859-1863), la cual había tenido su antecedente en el levantamiento campesino de 1846-47. Aunque las banderas transformadoras del federalismo terminaron mediatizándose en el Tratado de Coche, en 1863.
9.      Es por todo lo anterior que nos distanciamos de las tesis que catalogan al “caudillismo del siglo XIX” como la fuente de todos los males de la república. Para nosotros, el siglo XIX venezolano fue profundamente revolucionario. A lo largo del mismo las clases oprimidas nacionales alcanzaron la categoría de actores políticos de relevancia, encabezados por caudillos militares como Bolívar, Boves, Páez y Zamora. El sistema de dominación implantado por España durante los 300 años de colonización de nuestro territorio fue quebrado  completamente por la guerra de independencia, y lo que quedó de él fue liquidado posteriormente por la misma guerra federal. La inestabilidad política decimonónica fue producto de la incapacidad de la burguesía internacional para consolidar un sistema interno de dominación que sustituyera eficazmente al que se había derrumbado en la independencia. No puede considerarse esa inestabilidad política como un hecho negativo. Pensamos que expresaba la fuerza de las luchas populares por ser incorporadas en los proyectos republicanos que intentaban ejecutarse.
10.  En otros países nuestramericanos, como la hermana Colombia, la oligarquía blanca esclavista logró darle continuidad a su dominación económica de la época colonial, y hasta hoy buena parte de las burguesías latinoamericanas actuales son herederas directas de esos oligarcas esclavistas de la colonia. Prácticamente en todos los países latinoamericanos, menos en Venezuela, por las razones que antes hemos esgrimido. Nuestra historia no es para avergonzarnos, sino para enorgullecernos de nuestras constantes revoluciones. Somos un pueblo “levantisco”, que si lo pisan por un lado se levanta por el otro. Es equivocado contraponer un falso “civilismo” al caudillismo militar del siglo XIX. Las guerras populares como las desarrolladas en la independencia y en el federalismo, fueron expresión de los anhelos de libertad e igualdad de las grandes mayorías sociales venezolanas.
11.  Cualquier análisis histórico que pretenda revestirse de “revolucionario”, debe considerar la lucha de clases de los períodos estudiados. En el siglo XIX nuestro país era agroexportador, producíamos café y cacao principalmente. Esos productos surgían del trabajo de miles y miles de esclavos y peones que producían la riqueza que nos caracterizaba como nación. Ese sistema productivo, heredado de la colonia, generaba profundas contradicciones y condujo a grandes convulsiones sociales, como lo fue el período de la guerra federal. Con estas cortas ideas esquematizadas pretendemos alertar ante los análisis simplistas que analizan nuestra historia con los parámetros tradicionales de la burguesía parasitaria que antes estuvo al servicio de Inglaterra y que desde hace un siglo se postró antes los intereses de los Estados Unidos.
Recomendamos complementar con estos trabajos que pueden consultar en internet:
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 18 de diciembre de 2013.
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Desgaste de la hegemonía intelectual y moral de la Revolución Bolivariana
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“La supremacía de un grupo social se manifiesta de dos modos, como ‘dominio’ y como ‘dirección intelectual y moral’. Un grupo social es dominante respecto de los grupos adversarios que tiende a "liquidar" o a someter incluso con la fuerza armada, y es dirigente de los grupos afines o aliados. Un grupo social puede y hasta tiene que ser dirigente ya antes de conquistar el poder gubernativo (ésta es una de las condiciones principales para la conquista del poder); luego, cuando ejerce el poder y aunque lo tenga firmemente en las manos, se hace dominante, pero tiene que seguir siendo también ‘dirigente’. “

Antonio Gramsci

El grupo social que se encuentra a la cabeza de una revolución no se limita a gobernar, a “dominar” con la fuerza del aparato del Estado, sino que también “dirige” intelectualmente. Sus ideas, su forma de concebir la sociedad, son compartidas por la gran masa de la población. Esta sabia conclusión la realizó Antonio Gramsci hace 80 años y es algo que debemos tener muy presente en este proceso de transformaciones que se ha abierto en Venezuela desde el 27 de febrero de 1989.

La democracia burguesa venezolana se impuso en el período 1945-1958 debido a su capacidad de “dirigir intelectualmente” a la gran mayoría de las clases populares. Fue un proceso cuyas primeras referencias ideológicas se ubican en la misma Guerra de Independencia y en la Guerra Federal, y que se desarrolló con fuerza por parte de diversas élites intelectuales durante la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Para las décadas de 1930-40, la dictadura de Gómez y su continuidad en López Contreras y Medina Angarita, carecían de capacidad para “dirigir intelectualmente” a la sociedad. No por casualidad el escritor Rómulo Gallegos, autor de la novela “Doña Bárbara”, que representaba el contraste y la lucha entre la vieja sociedad latifundista y la modernización surgida del petróleo, llegó a ser el primer presidente electo por sufragio universal, directo y secreto. El contundente triunfo electoral de Gallegos en 1947 con casi el 75 % de los votos, fue la consecuencia directa de una hegemonía construida en las décadas anteriores, por obra de la acción política e ideológica de sectores agrupados en la izquierda (principalmente Acción Democrática pero sin negar el papel jugado por el Partido Comunista).

Esa capacidad de dirigir “intelectualmente” desarrollada por esta izquierda “democrática” representada en AD, le permitió a la democracia burguesa instalarse y consolidarse en el poder a partir de 1958. Tal era la solidez de su hegemonía que pudo solventar la lucha armada desarrollada por la izquierda revolucionaria en la década de 1960, y consolidarse bajo la forma bipartidista a partir de 1968.

Es de todos conocidos que AD abjuró de sus principios izquierdistas, nacionalistas y revolucionarios que tuvo en su origen, y que a partir de 1958 se desarrolló como un partido al servicio del imperialismo norteamericano. Pero en lo ideológico siguió manteniendo un discurso ambiguo que seguía repitiendo su nacionalismo de décadas anteriores, aunque su práctica en el poder era todo lo contrario. De esa forma, engañando a las masas populares, el partido AD (proceso al cual se incorporó el partido COPEI con un discurso muy similar), embaucó electoralmente al pueblo venezolano a lo largo de cuatro décadas.

La actual revolución bolivariana corre el riesgo de transitar un camino similar al recorrido por los adecos en el pasado. Esta revolución pudo consolidarse en el poder a partir del triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998, pero antes de eso, durante las décadas inmediatamente anteriores, se construyó una hegemonía en el plano de las ideas a la cual contribuyeron sectores de la izquierda revolucionaria y algunos intelectuales liberales que cuestionaron los vicios del bipartidismo y diagnosticaron el colapso de las instituciones surgidas a partir de 1958.

Cuando ocurre el Caracazo en febrero-marzo de 1989, la democracia burguesa fue estremecida en sus cimientos y se quedó prácticamente sin discurso ante la población venezolana. En el pueblo trabajador existía el pleno convencimiento de que estábamos gobernados por una elite corrupta (el bipartidismo adeco-copeyano), que existían unos derechos constitucionales que no se cumplían en casi ninguna parte, que las instituciones del Estado sólo respondían a los intereses del gran capital y de la elite bipartidista, dejando en el olvido las urgentes necesidades de las grandes mayorías. Además, la represión salvaje desatada contra el levantamiento popular de 1989, y las masacres que como Cantaura y Yumare se cometieron en esa década, demostraban la verdadera esencia explotadora y violenta de su sistema de dominación. No obstante, esa democracia sin discurso, sin legitimidad, se mantuvo todavía diez años más en el poder.

La década de los 90 fue un período en el cual la burguesía dominaba, al controlar las instituciones del Estado, pero ya no era capaz de dirigir intelectual y moralmente a la sociedad venezolana. En ese proceso el movimiento bolivariano encabezado por Chávez supo apropiarse de los presupuestos teóricos y discursivos que durante dos décadas habían cuestionado la progresiva decadencia de la democracia bipartidista, retomándolos y convirtiéndolos en movimiento social, primero electoralmente en 1998, y luego como fundamento de la acción transformadora que se ha desarrollado en estos 15 años de revolución.

Esta capacidad de dirección intelectual y moral que logró encabezar el presidente Chávez se fundamentó en:

1. Ofertar un decidido combate a la corrupción administrativa presente en todas las instituciones del Estado controlado por adecos y copeyanos.

2. Denuncia firme del carácter asesino que asumió el estado burgués al reprimir el alzamiento del Caracazo y causar centenares de muertos, heridos, detenidos y daños materiales a la población trabajadora y sus comunidades. Que los cuerpos militares-policiales no volverían jamás a disparar sus fusiles contra el pueblo se constituyó en un emblema de la actuación política del presidente Chávez.

3. Distanciamiento de los planes económicos neoliberales que se aplicaron en Venezuela en el período 1989-1999, por sus negativos efectos en las relaciones salariales, en las condiciones de trabajo y niveles de vida de la población. Chávez se fortaleció al recuperar el papel del Estado en la conducción de la economía y aplicar al mismo tiempo un modelo de democracia participativa y protagónica, que acercara las comunidades al Estado.

4. Respuestas inmediatas a las necesidades básicas de la población, sobre todo en educación, salud y vivienda. La disminución de los índices de pobreza y atención a sectores populares históricamente excluidos de los beneficios del progreso nacional.

Pero ahora parecen estarse presentando síntomas de agotamiento dentro de la misma revolución bolivariana. Ya existían indicios de esto en años recientes, y con la muerte del Presidente Chávez este proceso de agotamiento parece haberse acelerado. Las principales manifestaciones de dicho agotamiento del proceso bolivariano se pueden resumir así:

• Se ha mantenido a todo lo largo del proceso bolivariano un distanciamiento entre los movimientos sociales y las elites políticas (MVR-PSUV) que lo han dirigido. En un principio Chávez supo manejar esas contradicciones, y con propuestas como la creación de los Consejos Comunales y la aprobación de la Ley del Trabajo intentó acercar al pueblo trabajador a las ejecutorías del Estado bolivariano. Pero en tiempos recientes, la falta de dinamismo político en quienes están al frente del Estado, y la toma de medidas que apuntan incluso a criminalizar a los movimientos sociales que históricamente han respaldado esta revolución, está generando casi una ruptura entre sectores populares y la elite dirigente del PSUV. Algunos ejemplos de esto los hemos visto recientemente con el conflicto laboral en Sidor, y con los asesinatos reiterados de líderes Yukpas en Perijá.

• El gobierno se ha ocupado de silenciar a sectores del propio campo revolucionario que se han caracterizado por mantener voces críticas en el sentido constructivo. Es el caso del cierre de programas de radio y TV a Vladimir Acosta, Mario Silva, Nicmer Evans y otros. Esta conducta gubernamental se ha extendido como línea de trabajo para toda la burocracia de la administración pública, produciéndose despidos y marginamientos de todos aquellos funcionarios que osan cuestionar las fallas que se presentan en una u otra institución. Se ha desatado desde 2013 una verdadera caza de brujas, execrando a los supuestos “agentes enemigos” que le hacen “el juego a la derecha”. En esa campaña han sido víctimas incluso algunos miembros de la direccional nacional del PSUV, como Héctor Navarro y Ana Elisa Osorio. El resultado de esto es el virtual aislamiento intelectual del gobierno de Nicolás Maduro-Diosdado Cabello.

• Esta campaña de silenciamiento comunicacional se ha complementado con el desarrollo sorpresivo y acelerado de una red comunicacional privada en manos de empresarios bolivarianos (los llamados boliburgueses). De la noche a la mañana medios de comunicación emblemáticos de la burguesía, como Globovisión, Ultimas Noticias y El Universal, han pasado a manos de empresarios chavistas. Este proceso se ha repetido en cada región, en donde las elites empresariales boliburguesas controlan ahora numerosos canales de televisión y diarios de alcance regional. Junto a ello, se ha dado el progresivo silenciamiento de las voces populares en los canales propiamente del Estado, como VTV, ANTV, TVES. El resultado es una especie de “blackout” o apagón informativo que ignora las luchas y conflictos populares en todo el país, y silencia totalmente el pensamiento y propuestas políticas que surgen y se desarrollan en esos movimientos populares de base. Podemos decir con propiedad que sin la existencia de Aporrea.org la información sobre el proceso revolucionario venezolano en su vertiente no institucional prácticamente no existiría (en términos de alcance nacional e incluso regional).

• El desfalco de 20 mil millones de dólares cometido en Cadivi y reconocido por altos representantes del gobierno, el cual hasta el presente no ha sido investigado suficientemente por las autoridades competentes (pues las cifras en dólares que manejaron las empresas sancionadas hasta ahora es ínfima con relación al monto supuestamente desfalcado), constituye otro grave elemento que descompone el perfil político y moral del gobierno bolivariano. Si a esto se une el cálculo de 259 mil millones de dólares fugados del país durante 15 años de revolución, se crea un escenario que pone en duda lo fundamental de los mecanismos administrativos de la nación, que parecieran estar vulnerados por amplias redes de corrupción integradas por una dupla de empresarios y funcionarios que han saqueado una buena parte de los ingresos petroleros durante más de una década. El desfalco de Cadivi-Sitme y la fuga de capitales apuntan directamente a instancias principales de la dirección chavista, porque un desastre económico de esa envergadura no ha podido desarrollarse sin contar con la venia de quienes dirigieron la política económica del estado venezolano en la última década.

• En los últimos años se ha desatado una inflación galopante que ha pulverizado el salario de los trabajadores, retrogradando los niveles de vida populares a situaciones parecidas a las que existían cuando Chávez llegó al poder en 1999. Junto a la inflación, los altos índices de escasez complementan una “economía de guerra” que padece el pueblo trabajador, justificada por el gobierno como causada por la “guerra económica” desatada por la burguesía criolla para sabotear el proceso revolucionario, la cual sin embargo no le han impedido al propio gobierno desarrollar amplios espacios de acuerdos y mesas de negociación con esa misma burguesía que busca acabar con el legado socialista de Chávez.

• Los planes de soberanía alimentaria en los que tanto se esforzara Chávez parecen haber naufragado debido a los altos niveles de corrupción presentes en casi todas las estructuras del Estado. Las expropiaciones y desarrollos productivos de la última década, ejecutados bajo la bandera del socialismo y que fueron asignados a la dirección del Estado Bolivariano, no han sido capaces de dar respuesta ante la “guerra económica”, quedando la sensación de que la burocracia chavista ha terminado destruyendo lo positivo de todas esas medidas que ejecutara Chávez.

• Luego de las elecciones municipales de 2013 se produjo la detención de varios ex-alcaldes del PSUV que se habían postulado por iniciativa propia, en una clara muestra de retaliación política. Esto ocurrió en el municipio Morán del estado Lara, en Maturín y en El Vigía, hasta donde tenemos información. Con acusaciones poco sólidas, la alta dirigencia del PSUV ha tomado un camino de corte fascista que recurre al expediente policial y judicial para resolver las divergencias internas. Aunque esa práctica no se ha generalizado, es un antecedente deplorable que demuestra las tensiones y sectores que dentro del PSUV pugnan por imponer el “orden interno” por medios de fuerza, cual vulgar dictadura de la era soviética.

• La guinda de la torta la constituye lo que han denominado “masacre de Quinta Crespo”, acción policial hasta ahora no aclarada por el gobierno de Maduro y que generó el asesinato de cinco activistas sociales miembros de colectivos revolucionarios de Caracas. Con esta masacre cometida por un gobierno que se dice revolucionario, en contra de militantes de su propio bando, acción que coincide extrañamente con las exigencias que el gobierno de Obama-Kerry han expresado desde comienzos del 2014 al solicitar el desarme de los llamados “colectivos revolucionarios”, el gobierno de Maduro da un nuevo paso en falso que pudiera terminar siendo un “parteaguas”, que señalaría el definitivo alejamiento del proceso bolivariano del rumbo socialista y transformador que mantuvo mientras estuvo dirigido por el presidente Chávez. Tengámoslo claro, ya no son medidas que se critican, son camaradas muertos por el propio gobierno que se dice revolucionario.

Todos estos aspectos configuran una situación sumamente preocupante que coloca en entredicho el futuro de la revolución bolivariana. Si en octubre de 2012 el presidente Chávez consideraba necesario un Golpe de Timón a favor del proyecto socialista y el estado comunal, hoy en octubre de 2014 ese golpe de timón es cada vez más urgente, pues se están creando situaciones que pueden permitir que la derecha proimperialista recupere progresivamente el poder en Venezuela. Esa recuperación del poder por la derecha puede venir incluso del interior del propio chavismo. Pudieran estarse configurando fuerzas políticas y militares de derecha dentro del gobierno bolivariano, preparando y ejecutando un plan conspirativo que intentaría sacar del poder a Nicolás Maduro o en su defecto de obligarlo a torcer el rumbo revolucionario del proceso.

El anterior diagnóstico no impide que reconozcamos el importante papel que ha jugado y todavía juega Venezuela en el contexto latinoamericano y mundial. En estos 15 años de revolución nuestro país ha estado a la cabeza de un proceso inédito de integración regional que ha culminado en instituciones como la CELAC, el ALBA, Acuerdo Suramericano de Defensa, Banco del Sur, UNASUR y la redefinición del MERCOSUR, constituidas todas sobre la base del antiimperialismo y la defensa de la soberanía de nuestras naciones. A la vez, el proyecto socialista que enarbolara el presidente Chávez permitió colocarnos en la vanguardia de la lucha contra el modelo neoliberal que impera en el capitalismo global. Hoy Venezuela constituye uno de los centros de resistencia popular y nacional que se opone al guerrerismo que se expande desde los Estados Unidos y sus países aliados. El futuro inmediato de la humanidad tendrá mucho que ver con el destino de los procesos de transformación que se están suscitando en Latinoamérica.

Pensamos que hay tareas urgentes para los movimientos sociales que no hemos perdido la esperanza de continuar con el proceso de cambios que iniciara Chávez. En este link http://www.aporrea.org/ideologia/a194946.html pueden ver las que aquí en el Zulia hemos definido como tareas importantes, teniendo claro que el debate y la unificación nacional de los revolucionarios en un programa consensuado son vitales en esta hora menguada del proceso bolivariano.

¡ GOLPE DE TIMÓN, YA ¡
¡ COMUNA O NADA ¡
¡ PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS ¡


Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 18 de octubre de 2014
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jueves, 9 de octubre de 2014

Ezequiel Zamora y las luchas populares por una revolución democrática
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INTRODUCCIÓN.
La estructura económica y social existente durante el período colonial no sufrió mayores modificaciones con el proceso de independencia y la instauración de la República. Esta estructura, agroexportadora y monoproductora, estaba basada en la explotación de la mano de obra esclava en las grandes plantaciones cacaoteras, y en la explotación del trabajo de los peones en las haciendas ganaderas. Las relaciones sociales coloniales, incluyendo a la esclavitud, fueron ratificadas con la Constitución de 1830. La oligarquía criolla se valió de los esclavos y mestizos para poder conquistar la guerra de independencia, pero una vez concluida la misma se propuso restablecer el sistema de dominación en el cual ellos debían jugar el papel hegemónico. Uno de los cambios sociales más significativos se produjo con la incorporación de los caudillos militares a la oligarquía dominante, en su condición de grandes terratenientes[1] y poseedores de buena parte del poder político. El otro cambio fue el duro golpe que sufrió el sistema esclavista durante la independencia[2], pues pese a que el mismo se mantuvo vigente hasta 1854, la oligarquía nunca pudo restablecer el grado de dominación social que tenía durante la colonia.
No obstante, la independencia dejó sin resolver gran parte de las desigualdades sociales que anidaban en la sociedad colonial. Consecuencia de ellos fueron las luchas sociales que estallaron durante la década de 1840, y el posterior desarrollo de la Guerra Federal. La rebelión urbana del pueblo caraqueño manifestado en las acciones del 9 de febrero de 1844[3] y del 24 de enero de 1848[4], junto a la insurrección campesina desarrollada en 1846-47 en la zona central del país, reflejaron un descontento que ya estaba implícito en la conspiración de negros y mestizos de Caracas en 1831[5].
Cuando Ezequiel Zamora proclamó la Federación el 20 de febrero de 1859, volvía a resurgir el ansia igualitaria que el pueblo venezolano había demostrado a través de gestas heroicas de lucha como la de los Comuneros de los Andes en 1781, la de José Leonardo Chirinos en 1795, la de Gual y España en 1797, la de Francisco Javier Pirela en 1799 y las insurrecciones de esclavos en 1812-1814. Zamora significaba el líder al fin encontrado para canalizar todo un deseo de democracia e igualación social que surgió durante el proceso de descomposición de la sociedad colonial.
Considerar hoy, en 1999, la figura histórica de Ezequiel Zamora, es una forma de rescatar la memoria de las luchas populares y de sus líderes, aunque no hayan obtenido triunfos significativos. Ahora que se abre un proceso de cambios en la historia venezolana, consideremos la experiencia de lucha social que nos dejó el pasado, como una forma de encontrar las raíces de la corriente histórico-social democrática y revolucionaria, al mismo tiempo que nos precavemos para no repetir los errores que en su momento truncaron las aspiraciones del pueblo.
La historia de Venezuela refleja de manera permanente el espíritu de lucha del pueblo y su deseo de conquistar una sociedad igualitaria y democrática, desde el mismo momento en que Guaicaipuro se alzó en armas tratando de expulsar de estas tierras al conquistador español. El proceso de lucha popular que culminó momentáneamente con la muerte de Zamora durante la Guerra Federal, resurgió años después en un contexto urbano, ya en la sociedad petrolera del gomecismo. La corriente histórico-social democrática y revolucionaria renació en el año 28 y dio origen a la actual democracia representativa, en cuya agonía ha vuelto a resurgir un movimiento popular de cambio que ha permitido el triunfo electoral de Hugo Chávez, abriendo una esperanza transformadora a partir del proceso constituyente que empieza a nacer[6]. Recordar la gesta histórica de Ezequiel Zamora, cuyos ideales han inspirado la conformación del movimiento bolivariano revolucionario, es actualizar su proyecto transformador y su ejemplo de sacrificio por la causa del pueblo.
1.LAS REBELIONES URBANAS Y CAMPESINAS DE LOS AÑOS 40 :
La década de los 40 significó el resurgir de las contradicciones sociales que no habían quedado resueltas luego del proceso de independencia. La aparición del periódico “El Venezolano”, el 24 de agosto de 1840, dirigido por Antonio Leocadio Guzmán y alrededor del cual se va a organizar la Sociedad Liberal o Partido Liberal, favoreció indirectamente la incoporación de las masas populares a la lucha política que se escenificaba en el país. El Partido Liberal se constituyó como represente de la oligarquía terrateniente que, a lo largo del período hegemonizado por José Antonio Páez, fue desplazada progresivamente del poder que compartía con los sectores que dominaban el comercio y las finanzas. Al criticar la política económica desarrollada por los gobiernos paecistas, los liberales tenían que difundir las difíciles condiciones de vida de las grandes mayorías sociales, y al hacer esto agitaban de nuevo los anhelos igualitarios que Boves y Bolívar habían promovido en su tiempo.
Al profundizarse en 1842-43 la crisis económica debido a la baja de precios de los productos exportables, el descontento popular comenzó a manifestarse en una serie de eventos que condujeron al colapso del régimen paecista. El 9 de febrero de 1844 el pueblo de Caracas, movilizado ante el tribunal que enjuiciaba a Antonio Leocadio Guzmán por sus críticas al Banco Nacional, logró bajo presión que Guzmán fuera absuelto de los cargos que se le imputaban. En las elecciones municipales de 1844, los liberales triunfaron en el Cantón Caracas, aunque pierden en el resto del país. El 6 de julio de 1846 se produjo un alzamiento de los caleteros del puerto de La Guaira. Finalmente, en septiembre de 1846, estalla una insurrección campesina y antiesclavista en los llanos centrales, dirigida por Francisco José Rangel y Ezequiel Zamora.
Ezequiel Zamora, joven comerciante de 29 años para 1846, acababa de ser electo concejal en Villa de Cura, como candidato de los liberales. Dicha elección fue anulada por el ejecutivo, al igual que en todos los casos del interior del país en los cuales los resultados electorales significaron derrotas gubernamentales[7]. Ante esta situación, se comenzaron a difundir llamados a la rebelión armada entre las filas liberales. El 1º de septiembre estalló la primera sublevación liberal, al alzarse en la Sierra de Carabobo Francisco Rangel, campesino mestizo y antiguo soldado de las tropas llaneras del general Zaraza en la Guerra de Independencia. Antonio Leocadio Guzmán se opuso a la rebelión armada y buscó entablar negociaciones con Páez. Zamora y otros, descontentos ante la actitud de Guzmán, deciden incorporarse a la rebelión campesina. Pero la inexperiencia militar de Zamora favoreció su pronta derrota ante las fuerzas militares paecistas, comandadas por veteranos de la independencia. No obstante, las guerrillas liberales se mantienen durante varios meses, siendo Zamora el último liberal en ser derrotado y capturado, en marzo de 1847.
La insurrección campesina de 1846-47 no contó con el apoyo de los principales jefes del Partido Liberal, comenzando por el mismo Guzmán. Tal vez por esta causa se vio reducido su poder de convocatoria hacia las grandes masas populares que apoyaban a los liberales. Tampoco fue capaz de extenderse a otras regiones del país como el Oriente, Barquisimeto, Coro, Zulia y los Andes. Sin embargo, el espíritu de lucha social se revitalizó, con el surgimiento de líderes que, como Ezequiel Zamora, jugarían un papel destacado en la década siguiente. Al mismo tiempo, la rebelión liberal campesina contribuyó a minar las bases en que se sustentaba el poder conservador de Páez, propiciando los acontecimientos del 24 de enero de 1848, cuando el asalto popular al Congreso significó el colapso del poder hegemónico paecista. El siguiente período en el cual la familia Monagas ejerció el control del poder político, atenuó momentáneamente las contradicciones sociales gracias al apoyo inicial que los liberales le dieron a su gobierno.
2. LA GUERRA FEDERAL Y EL LIDERAZGO DE EZEQUIEL ZAMORA.
No habrá pobres ni ricos, ni esclavos ni dueños, ni poderosos ni desdeñados, sino hermanos que sin descender la frente se traten bis a bis, de quien a quien”.
Ezequiel Zamora (correspondencia, Barinas, 12/12/1859)[8].
El estallido de la Guerra Federal en 1859 fue más que una lucha por la implantación del sistema federal de gobierno[9], y se manifestó principalmente como una insurrección campesina que planteaba las mismas aspiraciones de las rebeliones de esclavos en 1812-1814. Su antecedente más inmediato lo constituyó la rebelión campesina de 1846-47, en la cual había tenido destacada participación el mismo Ezequiel Zamora. La guerra federal significó el epílogo de este terremoto social que se desató en el proceso de disolución del sistema colonial español en Venezuela.
Como plantea Armas Chitty,
la Federación completó la guerra de independencia, pues la misma ansia igualitaria que pregonaban los soldados de Zamora, los encarbonados de Espinoza y los llaneros desnudos de Zoilo Medrano puede apreciarse en los mismos llaneros que llevaba Boves al combate[10].
O como dijo Vallenilla Lanz :
Zamora, por su gran pericia militar, por su desprendimiento, por su heroísmo, por la dureza de su carácter y por el influjo que tuvo en nuestras masas populares, a nadie más que a Boves puede comparársele...” (1994 : 193).
Los objetivos de la insurrección campesina que se desarrolló desde el 20 de febrero de 1859 y que estuvo encabezada por Ezequiel Zamora se referían a la igualación de las clases sociales, el reparto de tierras, supresión de contribuciones, echar del gobierno a los opresores y terminar con la oligarquía. Como bien dice Brito Figueroa, para las masas campesinas ese era el verdadero significado de la palabra Federación (o Feberación, como erróneamente decían los campesinos analfabetos). Se ha argumentado que estos objetivos no aparecen en los programas principales de la Federación, aunque sí aparecen en multitud de cartas, proclamas, alocuciones y órdenes generales de Zamora[11] y de sus más inmediatos colaboradores. Compartimos aquí la opinión de Brito Figueroa, al decir que dichos programas eran producto de acuerdos entre las fracciones del liberalismo, es decir, de acuerdos entre los revolucionarios zamoristas y los conciliadores seguidores de Falcón y Guzmán Blanco ; esto explicaría la ausencia de las principales consignas de Zamora[12] en dichos programas (Brito, 1981: 472). Carlos Irazábal establece la misma conclusión :
Para el vasto campo popular, federación estaba muy lejos de ser sólo autonomía provincial. Era igualdad, era tierra, era libertad. Federación era venganza y retaliación. Era estallido anárquico y violento en contra de la opresión ancestral, la secular opresión, la vieja discriminación, cuyas raíces se anclaban en los tiempos coloniales” (Irazábal, 1980 :248).
Para Zamora la Federación implicaba una profunda democratización de la sociedad. Sus palabras de febrero de 1859 son muy elocuentes a este respecto : “La Federación encierra en el seno de su poder el remedio de todos los males de la patria. No. No es que los remedia, es que los hará imposibles...Volveremos la espalda, ya para siempre, a las tiranías, a las dictaduras, a todos los disfraces de la detestable autocracia” (Landaeta, 1961 : 286). Zamora significó un liderazgo diferente al ejercido por los caudillos tradicionales que surgieron en Venezuela a lo largo del siglo XIX[13] ; Zamora representaba los genuinos intereses de las masas campesinas, de los desposeídos, que nuevamente enarbolaban la “guerra social” que había desatado Boves en 1813, con el fin de destruir el poder político y económico de la oligarquía, y construir en cambio una nueva sociedad basada en los principios políticos del liberalismo burgués, cuyo respeto y aplicación estricta, pensaba Zamora, permitirían la felicidad del pueblo[14].
En la Guerra Federal coexistieron dos intereses en el bando liberal[15] : unos, que deseaban promover la constitución de un régimen de libertades formales, democrático burgués, que limitara el poder que hasta el momento había mantenido la oligarquía heredera de los mantuanos de la colonia; este sector estaba integrado en lo fundamental por personajes ilustrados y que pertenecían a sectores sociales poseedores (sobre todo terratenientes), y estaba liderizado por Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco. Los otros, la mayoría, los campesinos y algunos intelectuales radicalizados, que pregonaban las reivindicaciones igualitarias que permanecían sin cumplirse desde la guerra de independencia ; esta era la fracción que encabezaba Ezequiel Zamora.
Los principios liberales de la federación, compartidos por Zamora, pueden analizarse en el pronunciamiento de la ciudad de Barinas, luego que ésta fuera ocupada por las fuerzas militares de Zamora el 18 de mayo de 1859 (Castillo, 1996 : 14). En dicho pronunciamiento se establecen como “principios del Gobierno Federal” lo siguiente :
“La abolición de la pena de muerte. Libertad absoluta de la prensa. Libertad de tránsito, de asociación, de representación y de industria. Prohibición perpetua de la esclavitud. Inviolabilidad del domicilio, exceptuando los casos de delitos comunes judicialmente comprobados. Inviolabilidad de la correspondencia y de los escritos privados. Libertad de cultos... Inmunidad de la discusión oral de todas especies. Inviolabilidad de la propiedad. Derecho de residencia a voluntad del ciudadano. Independencia absoluta del Poder Electoral, que ni antes de su ejercicio ni después de él dependa de ninguno de los funcionarios de los demás ramos de la administración. Elección universal, directa y secreta del Presidente de la República, del Vicepresidente, de todos los legisladores, de todos los magistrados de orden político, y de todos los jueces. Creación de la milicia armada nacional. Administración de justicia gratuita en lo secular. Abolición de la prisión por deuda. Derecho de los venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general. Libertad civil y política individual ; consciente primero en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley ; y segundo, en la facultad de hacer sin obstáculo todo lo que la ley no haya expresamente calificado de falta o delito. Seguridad individual : prohibición del arresto o prisión sino por causa criminal precedida evidencia de la comisión de un delito, y los indicios vehementes de la culpabilidad” (Landaeta, 1961 : 321).
Como se puede ver, son cuestiones fundamentales de la democracia burguesa que aún hoy muchas de ellas no se cumplen en Venezuela. Por ejemplo, lo referido a la elección popular de los jueces, a la gratuidad de la administración de justicia, a la independencia del poder electoral, la seguridad social, etc. El hecho de que haya pasado más de un siglo y aún no se haya ejecutado a plenitud dicho programa democrático burgués, revela fehacientemente el carácter revolucionario de dichas propuestas al ser enarboladas por el movimiento insurreccional campesino que encabezó Zamora.
No compartimos la opinión de Carrera Damas al establecer que el “Programa de Zamora era una mezcla abigarrada de ideas conservadoras con supuestos propósitos revolucionarios populares” (1985 :21) ; y que en contraste, el “Programa de Falcón” expresaba en términos inequívocos la naturaleza del radical cambio sociopolítico que perseguía la federación (p.23). Carrera Damas se limita aquí a valorar las propuestas democrático-burguesas que institucionalizó la federación con la Constitución de 1864 (y que él considera que recoge la “formulación definitiva del proyecto nacional venezolano”,ob.cit.,p.27). Al mismo tiempo, sugiere que las propuestas revolucionarias del Programa de Zamora “no eran alcanzables” (idem). Pero olvida considerar que más allá de la lucha por implantar los principios liberales, la Guerra Federal era una lucha contra las clases dominantes[16], por aniquilar su poder económico y político, objetivo que se puso al alcance de las fuerzas militares de Zamora luego de la batalla de Santa Inés, en diciembre de 1859[17]. Su inmediata muerte, en enero de 1860, y la inoperante conducción militar de Falcón, que condujo a la vergonzosa derrota de Coplé, el 17 de febrero de 1860, impidió la inminente y aplastante victoria federal que se había anunciado gracias al genio militar de Zamora en Santa Inés[18]. Esta es la realidad de los hechos, el triunfo de la insurrección campesina era perfectamente realizable, y con él, muchas de sus consignas como la de “horror a la oligarquía”, “igualación social”, y el “imperio de la mayoría”. Es obvio que no podía esperarse la instauración de un régimen democrático popular, inexistente en ese momento en país alguno, en una sociedad agraria como la nuestra. Lo más probable es que el eventual triunfo de Zamora hubiera conducido a la consolidación de una nueva clase dominante, pero el dinamismo que hubiera aportado al desarrollo del país pudo haber sido mucho mayor al que desarrollaron los liberales timoratos como Falcón y Guzmán. Probablemente nuestro desarrollo dependiente y subordinado al imperialismo extranjero hubiera tenido facetas más favorables a los intereses nacionales y populares.
La prematura muerte de Zamora, el 10 de enero de 1860, favoreció que finalmente prevalecieran quienes deseaban un cambio puramente formal, el cual se concretó con la firma del Tratado de Coche, el 24 de abril de 1863. Con este tratado se concretó un simple cambio de opresores en el gobierno, sólo que en lugar de conservadores y constitucionalistas, se proclamaron liberales y federales. Pero la estructura económica, la que constituía el fundamento material de la oligarquía, continuó intacta, y al lado de los viejos apellidos que controlaban la riqueza territorial agraria, monopolizaban el comercio y la usura, comenzaron a figurar apellidos de origen “oscuro” (Brito Figueroa, ob.cit., p.478).
Al igual que en 1814, la muerte del líder que guiaba el movimiento revolucionario de las masas, Ezequiel Zamora, dejó inconclusas las aspiraciones del campesinado. La Federación bajo la conducción de Falcón y Guzmán Blanco terminó siendo una caricatura de lo que originalmente había delineado Zamora. Nuevamente, la ausencia de un sólido liderazgo colectivo que continuara la lucha cercenó las posibilidades de triunfo de los desposeídos. Sobre la personalidad de Zamora[19], mencionemos aquí la opinión de uno de sus lugartenientes, Emilio Navarro, y hagamos de paso la comparación con los “líderes” actuales de nuestra democracia, en los cuales pareciera cosa común la ausencia total de principios y de ideales de justicia social :
“El General Ezequiel Zamora era un soldado verdadero, valiente, ... incapaz de cometer ningún atentado... Era Zamora por lo natural agradable de trato, afable con las familias sin que aspirase de ellas lo más pequeño en su perjuicio ; no podía ser indiferente con sus amigos de campaña, los que prestaban servicios de buena fe a la causa de la Federación. Liberal doctrinario, generoso y de buenos sentimientos, acérrimo enemigo de la mentira, odiaba en sumo grado a los ladrones ; cruelmente despreciaba las engañifas ; jamás ofrecía sin cumplir religiosamente ; trataba con marcadas demostraciones de respeto a sus propios enemigos políticos que se distinguiesen por méritos dignos, aunque fuesen sus prisioneros... amigo generoso del débil. En los golpes de la adversidad mostrábase con carácter inflexible, valor, constancia y perseverancia ; ...conocía en sumo grado a los políticos de Venezuela en sus aspiraciones, a los calculistas y tránsfugas. Consecuente con sus amigos, cualquiera fuese su rango social, sólo a ellos hablaba con franqueza y les daba sus consejos...” (Navarro, 1976 : 121-122).
Zamora, con sus acciones, llegó a infundir verdadero terror a la oligarquía. Al ocurrir su muerte, el alivio que sintieron fue tal que Juan Vicente González llegó a escribir : “Bala afortunada. Bendita sea mil veces la mano que la dirigió”. Opiniones así nunca fueron dirigidas en cambio a otros connotados jefes federalistas como Falcón y Guzmán Blanco. La causa era que Zamora no representaba exclusivamente los ideales federales y liberales ; principalmente defendía la causa de los desposeídos, su guerra era una guerra contra los poderosos, contra los oligarcas en general, y su objetivo era la igualdad social, objetivo difuso que correspondía al imaginario de la época en una sociedad agraria como la nuestra.
En contraste con la imagen que de Zamora tenían los jefes federales, Juan Crisóstomo Falcón no queda muy bien parado ante la historia. Héctor Mujica dice al respecto : “Es bien claro desde el comienzo que tanto Falcón como Guzmán Blanco representan la conciliación, la posibilidad de un entendimiento con el enemigo” (Mujica, 1982 :122). El mismo Emilio Navarro dice sobre él lo siguiente :
“Por el conocimiento que tuve del General Juan Crisóstomo Falcón desde sus primeros días en la política, comprendí que este jefe era sumamente superfluo en la línea política...mi padre, el Coronel Carlos Navarro, como el modesto y sabio José Melitón Toledo andaban en pos de él, evitándole una multitud de flaquezas que diariamente cometía Falcón en Coro, con los enemigos del partido liberal, uniéndoseles en sus complots, ofreciéndoles sus servicios, méritos y prestigios a sus propios enemigos. Sólo con la ambición de figurar representaba este tristísimo papel, que los legítimos liberales trataban de disimular” (ob.cit.,p.108).
Es de resaltar que Falcón fue acusado en su momento por una buena parte de los jefes federales de ser el responsable directo de la muerte de Zamora[20]. Brito Figueroa en su obra Tiempo de Ezequiel Zamora asume estas acusaciones, y concluye que Zamora fue asesinado por un espaldero de Falcón, de apellido Morón[21]. Según otro jefe federal, el Coronel Joaquín Rodríguez, afirmaba que Guzmán Blanco, disgustado con Falcón en una ocasión, afirmó que este era responsable directo del asesinato de Zamora[22]. De todo lo anterior se concluye que el triunfo de la Guerra Federal no fue en modo alguno el triunfo de la causa por la que luchaban los campesinos alzados bajo el mando de Zamora. Una vez más, al igual que en la guerra de independencia, las aspiraciones de los desposeídos quedaban inconclusas, y lo más que se alcanzó fue la formalidad de las leyes, situación que, guardando la distancia en el tiempo, se mantuvo en nuestra cuestionada democracia representativa puntofijista, basada en los mismo principios liberales que “defendían” personajes como Guzmán Blanco y Falcón[23].
La esencia del Tratado de Coche fue la de acabar con la insurrección campesina que amenazaba seriamente la estabilidad de las clases dominantes[24]. A este respecto Carrera Damas, en su afán de defender el proyecto nacional burgués, plantea que
“el Tratado de Coche es un paso coherente en la dirección fundamental seguida por la clase dominante desde 1811-1812, y tal consistía en restablecer y consolidar la estructura del poder interna, desquiciada primero por las guerras de independencia y amenazada luego de definitivo colapso por la Guerra Federal. Fue la conciencia de esta posibilidad inminente lo que condujo a poner término a la contienda”. (Carrera Damas, 1985 :27).
Sin embargo, el triunfo de la federación terminó de destruir el complejo material e intelectual de la colonia (Irazábal, 1980 :254). Por ser algo más que un enfrentamiento entre poderes y proyectos políticos, la federación tuvo hondas repercusiones sociales, pues las reclamaciones federalistas fueron identificadas con la lucha contra la opresión en sentido global, en lo económico, político y social (Banko, 1996 : 191). La federación tuvo una amplia significación para la sociedad venezolana de la época, pues no fue solamente un modelo político para la organización de la República, sino que se convirtió en sinónimo de libertad para los sectores desposeídos. Lo que se inició como un enfrentamiento por el poder político entre dos fracciones de las clases dominantes, se convirtió en una auténtica guerra social contra la opresión de las clases oligárquicas. La Revolución Federal tuvo como una de sus principales consecuencias el consolidar las bases del igualitarismo social que caracteriza a la sociedad venezolana actual (Pérez Arcay, 1977: 166). La derrota militar y política de los godos (derrota que fue sólo parcial) permitió el desarrollo posterior de ese sentimiento igualitarista, aunque en términos socioeconómicos haya surgido una nueva oligarquía dirigente que se apoderó de las tierras y de las instituciones financieras y comerciales. Carlos Irazábal resume así las consecuencias de la guerra federal :
“Pero a pesar de todo la Federación tuvo sus aspectos positivos. El conservatismo quedó herido de muerte ... la preeminencia de la oligarquía conservadora implicaba lógicamente que fuese suya la ideología dominante y, como es sabido, estaba saturada de prejuicios aristocráticos, étnicos, etc., que impedían la democratización de las relaciones entre los hombres. La Federación, al violentar esos prejuicios, democratizó las relaciones familiares, las añejas costumbres, los exclusivismos nobiliarios heredados de la Colonia ... en ese período se propagó en la conciencia popular el sentimiento y el espíritu de igualdad ... Ello explica en gran parte los rasgos espitiruales de nuestro pueblo : rebelde, igualitario, democrático a pesar de la explotación ... En él están ausentes las manifestaciones conscientes o subconscientes de la inferioridad social que se puede notar en otros pueblos, o en ciertas capas populares de otras naciones...” (Irazábal, 1974 :196).
CONCLUSIONES.
La obra histórica de Ezequiel Zamora se relaciona directamente con las aspiraciones democráticas y sociales de las grandes mayorías explotadas de Venezuela. Cuestiones como el carácter popular del ejército venezolano[25], así como el espíritu de igualación social que prevalece entre los venezolanos al margen de toda discriminación clasista o étnica, son en parte el resultado de sus acciones durante la Guerra Federal. Ciertamente su obra no pudo ser completada en su momento, debido a la muerte prematura del General de Hombres Libres. Pero reivindicar su ejemplo sigue siendo necesario en la medida en que aún se plantea en Venezuela la conquista de una verdadera democracia popular, que satisfaga ese deseo igualitario que insurgió en suelo patrio desde hace más de doscientos años.
FUENTES BIBLIOGRAFICAS.
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  • DUPOY, Walter. 1975. La conjura de los negros en la Caracas de 1831 según el diario de Sir Robert Ker Porter. En : Cuadernos Afro-Americanos. Nº1. UCV. Caracas.
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  • PEREZ ARCAY, Jacinto. 1977. La Guerra Federal. Consecuencias (tiempo de geopolítica). Colección Ezequiel Zamora y su tiempo, nº11. Oficina Central de Información. Caracas.
  • TROCONIS DE VERACOECHEA, Ermila. 1981. Aspectos generales de la esclavitud en Venezuela. En : Revista Tierra Firme Nº8. Editorial Trópykos. Caracas.
Maracaibo, febrero de 1999.


[1] “A quienes en el curso de las guerras habían ascendido a altos cargos militares, el Estado, en recompensa a sus servicios, les otorgó tanto haciendas y hatos que habían sido confiscados a los realistas, como grandes extensiones de tierras baldías”. Salvador de la Plaza. El problema de la tierra. Volumen V. p.78.
[2] Es sabido que Bolívar y demás jefes patriotas tuvieron que decretar la libertad de los esclavos que se incorporaran a la lucha de independencia, y la igualdad de los ciudadanos ante la ley, como una forma de poder contrarrestar el poder que alcanzaron los realistas, con Boves a la cabeza, en 1814.
[3] Las críticas hechas por los liberales a la forma de actuación del Banco Nacional provoca la apertura de un juicio contra Antonio Leocadio Guzmán, en su condición de responsable de la imprenta El Venezolano. Pero la congregación de miles de personas en el tribunal el día del juicio (9 de febrero de 1844), presiona el veredicto de absolución para Guzmán.
[4] El pueblo asalta el Congreso y acaba con el gobierno de la oligarquía conservadora, fortaleciéndose en el poder José Tadeo Monagas, apoyado por los liberales.
[5] Concluida la guerra de independencia, la conjura de los negros de Caracas en 1831, reseñada en el diario del cónsul británico Robert Ker Porter, se proponía instaurar en Venezuela un “segundo Haití”, pasando por las armas a la población blanca.
[6] “En las ciudades y los campos los hombres se alzan, se juntan en guerrillas orientando su instinto hacia aquel nombre mesiánico oloroso a sangre y humo que vuela en los aires como una consigna: ¡Zamora! Hay algo mágico en este hombre, algo que exalta la imaginación de los seres humildes y les enciende hogueras en los corazones. No le han visto, no le han oído, pero todo a su alrededor les habla de él” (Ramón Díaz Sánchez. 1953. Guzmán, Elipse de una ambición de poder. Ediciones Hortus. Caracas. P.442). Este mesianismo que rodeó a Zamora vuelve a envolver desde hace siete años el nombre de Chávez.
[7] Lo que demuestra que en materia de fraudes electorales, las clases dominantes venezolanas han tenido una larga y fecunda experiencia.
[8] Citado por Brito Figueroa. Tiempo de Ezequiel Zamora. UCV. Caracas. 1981. p.471.
[9] “La guerra federal adquiere progresivamente un nuevo matiz en la medida que los sectores explotados se incorporan a la lucha en busca de sus propias reivindicaciones”. Catalina Banko. Las luchas federalistas en Venezuela. 1996 : 177.
[10] Armas Chitty, J.A. Vida política de Caracas en el siglo XIX. p.107. Caracas.1969. Citado por Brito F. ob.cit. p.457.
[11] El biógrafo de Zamora, Laureano Villanueva, menciona la conocida frase de Zamora : “Lo que debe cogerse son los ganados, bestias y tiendas de los godos, porque con esas propiedades es con lo que ellos se imponen, y oprimen al pueblo. A los godos se debe dejar en camisa, pero la gente del pueblo, igual a usted, se respeta y se protege”. Citado por Irazábal. Venezuela esclava y feudal. p.250.
[12] Como : “Horror a la oligarquía”, “Oligarcas temblad”, “Tierras y hombres libres”, “Igualación social”, “el imperio de la mayoría”, de acuerdo a las investigaciones de Federico Brito Figueroa y otros autores (como Villanueva, Irazábal, Pérez Arcay, etc).
[13] “Con Ezequiel Zamora nace otro tipo de caudillo, cuyo poder no se sustenta en la propiedad latifundista, al estilo de Páez o de los Monagas, ni en el control coercitivo de la masa campesina, sino en bases programáticas identificadas con la causa federal y la ‘regeneración’ de Venezuela”. Catalina Banko. Ob.cit. 189.
[14] Ver al respecto las proclamas de Zamora del 7/3/1859 en Coro, del 29/3/1859 en San Felipe y otros documentos que aparecen en la obra de Landaeta Rosales, Biografía del valiente ciudadano General Ezequiel Zamora.
[15] “Existió entonces una nítida diferencia entre dirigentes y masa en lo concerniente al contenido de la federación” (Irazábal, 1980 :251).
[16] Al respecto mencionemos estas palabras dichas por Zamora : “...todo con el propósito de infundir a la tropa amor al pueblo y odio a los ricos, aunque fueran liberales...”. Citado por Carrera Damas (1985 :22).
[17] El plan militar desarrollado por Zamora en la batalla de Santa Inés es considerado una acción magistral por teóricos del arte militar, como el coronel Jacinto Pérez Arcay (1977: 119-133).
[18] Zamora tenía bajo su mando, al momento de su muerte, a 23.500 soldados de los tres ejércitos federales que lo habían reconocido como Jefe. Luego de Santa Inés la oligarquía caraqueña inició planes urgentes para huir hacia las Antillas (Brito Figueroa, 1981 :435).
[19] “El carácter de Zamora es el de un hombre sobrio y dueño de sí mismo. Su conducta privada es casi monacal. No bebe. No juega. Come sobriamente. Su cultura no es muy amplia, pero conoce bien su oficio militar. Un poco de Historia Antigua y mucho de historia nacional le sirven para dialogar con gentes cultas, que seguramente han debido asombrarse de la cultura de este jefe de montoneras”. Héctor Mujica. 1982. La Historia en una silla. ¿Quiénes fueron los Guzmán ? p.125.
[20] Dice Emilio Navarro : “La mayor parte de los que componían el ejército federal pedían someter a juicio criminal al General Juan Crisóstomo Falcón, y juzgarle en Consejo de Guerra...hacíasele responsable de la pérdida directa del ejército federal, que para llevar a cabo sus proditorios planes (complicidad) obraba de acuerdo con nuestros enemigos ; que había sido la causa directa y eficiente del asesinato del General Ezequiel Zamora en San Carlos ; que era el propulsor del crimen confeccionado por él de acuerdo con algunos individuos encubiertos en el ejército exclusivamente para realizar este homicidio...” (ob.cit.,p.117).
[21] Esta afirmación la hacen los jefes federales Jesús María Hernández (correspondencia, Puerto Nutrias, 28/02/1860), Francisco Pulido y Emilio Navarro. Citados por Brito Figueroa (1981: 437).
[22] Rodríguez, Joaquín. Notas de la Guerra Federal. fol.19. La Victoria.1868. Citado por Brito Figueroa (p.441) y por Emilio Navarro (p.115).
[23] “Cuando el 18 de marzo de 1865 el Congreso proclamó presidente al General Falcón, electo democráticamente en los términos de la Constitución de 1864, ... se inició en firme el ensayo de institucionalización del Estado Liberal” (Carrera Damas, 1985 :29).
[24] “El triunfo de la guerra fue también la traición a la insurrección del pueblo. Este es el contenido de clase del tratado de Coche, cuyo objetivo sustancial fue poner fin a la guerra y estrangular la revuelta de la masa campesina” (Irazábal, 1980 :252).
[25] Este carácter popular de las fuerzas armadas venezolanas se comenzó a gestar durante la guerra de independencia. Sin la táctica bolivariana de darle la libertad a los esclavos y la igualdad a los pardos, no hubieran podido sostenerse los quince años de guerra que costó la independencia en el norte de América del Sur. La guerra federal terminó de completar la labor. Sus resultados se observan a lo largo del siglo XX, en donde el ejército venezolano ha jugado un papel en los procesos de cambio sociopolíticos. Insurrecciones militares con un claro contenido progresista, nacionalista y popular, en alianza con fuerzas civiles, han ocurrido en 1928, 1945, 1952, 1958, 1962 y 1992.
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lunes, 6 de octubre de 2014

El debate sobre la América Prehispánica: ¿Se puede seguir llamando Nuevo Mundo?
- www.aporrea.org
- www.aporrea.org/actualidad/a175069.html
Cuando Cristóbal Colón desembarcó en una isla de las Bahamas a la que llamó San Salvador … América y sus habitantes pasaron repentinamente de la prehistoria a la historia, esto es, al período en el cual los acontecimientos se recuerdan por medio de documentos escritos”. Stuart Fiedel, prominente arqueólogo estadounidense, palabras iniciales de su obra: “Prehistoria de América” (1996).
Se ha demostrado que las sociedades indias eran más antiguas, más fabulosas y más complejas de lo que incluso hace sólo veinte años se creía posible.” Charles Mann. Investigador estadounidense. Autor de la obra: “1491. Una nueva historia de las Américas antes de Colón” (2006).
Las recientes investigaciones arqueológicas, antropológicas, lingüísticas, paleo climáticas y genéticas han puesto en duda los conocimientos científicos que hasta el presente habían dominado lo referente a la historia del poblamiento americano y sobre las primeras civilizaciones surgidas en su territorio. Un breve resumen de estas recientes aportaciones científicas serían las siguientes:
  • La fecha de ingreso de los primeros grupos humanos al continente americano, que hasta el presente se ubicaba en unos 13.000 años atrás, ha retrocedido hasta llegar a aproximaciones entre 23 y 43 mil años, de acuerdo a los estudios arqueológicos y genéticos más recientes.
  • Hace 18.000 años, América se encontraba habitada por los seres humanos en toda su extensión, desde Alaska hasta el sur de Chile y Argentina. En contraste, el continente europeo, que atravesaba el último glaciar (Würm), se encontraba bajo los hielos y deshabitado en buena parte de su extensión.
  • Los estudios lingüísticos han demostrado que los indígenas americanos hablaban unas 1200 lenguas distintas, que han sido clasificadas en 180 familias lingüísticas. En contraste, Europa sólo posee 4 familias lingüísticas (la indoeuropea, la ugro-finesa, la vasca y la turca). La pregunta que ha quedado sin respuesta es cómo los indígenas americanos desarrollaron tantas lenguas en sólo 13 mil años1 transcurridos desde su llegada al continente, mientras los europeos sólo desarrollaron tan pocas en los 40 mil años de ocupación de su territorio.
  • La ciudad de Caral y otras 24 concentraciones urbanas ubicadas en Perú e investigadas a partir de los años 90 del siglo XX, poseen una antigüedad entre 2500 y 3000 años antes de Cristo. Superando los 1800 años a.c. que se calcula tendría la civilización Olmeca en Mesoamérica, considerada hasta ahora como la más antigua del continente. Caral sería contemporánea con Mesopotamia, y más antigua que las civilizaciones de Egipto, China e India. De esta forma, la historia de las civilizaciones americanas se ubica como una de las más antiguas de la humanidad, sólo superada por los sumerios.
  • El estudio a fondo de los sistemas de escritura, numéricos y astronómicos de civilizaciones americanas como la Maya, permiten conocer la profunda sofisticación de sus conocimientos científicos. Entre otras cosas, los Mayas serían los primeros en usar el cero dentro de un sistema numérico. Y los más avanzados en su calendario y cálculos astronómicos para la época en que existieron.
  • El desarrollo del maíz, principal alimento de todas las grandes civilizaciones americanas, se considera hoy en día como un milagro de la ingeniería genética (difícil incluso de lograr en la actualidad). El maíz es una planta que no posee especies silvestres, y se calcula que lo desarrollaron los mesoamericanos mediante la hibridación de plantas silvestres, hace unos 6.000 años.
  • Cuando Colón emprendió su viaje en 1492, en América habían más habitantes que en toda Europa Occidental. Sólo en la meseta central de México habitaban 25 millones de personas, mientras España y Portugal juntas no llegaban a los 10 millones.
  • Para el momento de la llegada de los europeos a América, este continente poseía entre 90 y 112 millones de habitantes, más poblado que toda Europa.
  • El Imperio Inca para 1492 constituía el imperio más vasto de la tierra. Más extenso que la China de la dinastía Ming, mayor que la Rusia en expansión de Iván El Grande, mayor que el imperio de Songhay en el Sahel o que la poderosa Zimbabue en las mesetas de África occidental, mayor que el Imperio Otomano, mayor que el imperio Azteca y mucho mayor que cualquier estado europeo, el territorio de los incas se extendía a lo largo de treinta y dos grados de latitud, equivalente a la distancia entre San Petesburgo (Rusia) y El Cairo (Egipto).
  • La extensa región amazónica fue habitada antes de la invasión europea por sociedades que llegaron a tener ciudades de 100.000 habitantes, las cuales lograron construir y desarrollar para su beneficio un paisaje natural (“selvas antropogénicas”) que pudiera abarcar hasta el 25 % de la actual cuenca amazónica.
Toda esta nueva perspectiva de las culturas americanas previas a la invasión europea que nos aportan las más recientes investigaciones científicas, obliga a una redefinición teórica en cuanto a la valoración que se ha hecho hasta el presente de lo que era América antes de la llegada de los europeos.
Al poner en cuestionamiento todo el discurso “científico” que las diferentes disciplinas influidas por el eurocentrismo elaboraron para justificar la pretendida superioridad cultural de la civilización occidental -y con ello su dominio colonial y neocolonial sobre el mundo globalizado-, se hace imprescindible reconstruir el discurso histórico, filosófico y antropológico sobre lo que fuimos y somos como continente. La misma idea de concebir a América como el “Nuevo Mundo” se ha derrumbado ante las evidencias arqueológicas que retrasan en decenas de miles de años la entrada de seres humanos al continente y que colocan a los andes suramericanos en el origen mismo de las primeras grandes civilizaciones de la humanidad.
De repente una realidad insospechada en el pensamiento científico de los últimos siglos se ha revelado ante las investigaciones y descubrimientos de finales del siglo XX y comienzos del XXI, replanteando totalmente los conceptos y las teorías que explicaban el desarrollo histórico de la ocupación humana en el continente americano. Unas sociedades complejas y sofisticadas, que nada tienen que envidiarle a las que se desarrollaron en el resto de continentes, comienzan a emerger poco a poco, trastocando todos los discursos científicos, todos los prejuicios culturales y todas las justificaciones perversas que sirvieron de sustento a la aniquilación casi completa de milenios de civilización que se suscitó en los siglos siguientes a la invasión europea.
INVESTIGADORES MENCIONADOS:
  • MANN, Charles. 2006. 1491. Una nueva historia de las Américas antes de Colón. Editorial Taurus. México. 632 pp.
  • Clark Erickson, William Balée, Allan Holmberg, William Denevan. Civilización de El Beni. Bolivia.
  • Tom Dillehay. Yacimientos de Monteverde. Chile.
  • Knut Fladmark, Vance Haynes, Stuart Fiedel. Poblamiento de América.
  • James Neel, Douglas Wallace, Sandro Bonatto, Francisco Bolzano. Investigaciones genéticas sobre la antigüedad del poblamiento americano.
  • Jonathan Haas, Winifred Creamer, Ruth Shady Solís, Alvaro Ruiz. Ciudades de Caral-Norte Chico. Perú.
  • Richard Mac Neish, Paul Mangelsdorf, George Beadle, Mary Eubanks, Nina Federoff, Garrison Wilkes, Michael Coe, Anne Kirby. Origen del maíz.
  • Matthew Stirling, Michael Coe, Kent Flannery, Joyce Marcus, David Stuart, Simon Martin, Nikolai Grube, Peter Menzel, William Folan. Los Olmecas. Los Mayas. Origen de la escritura y el calendario en Mesoamérica. Colapso de la civilización Maya.
  • Michael Moseley, William Isbell, Alexei Vranich, Patrick Ryan Williams, Donna Nash, Jonathan Haas, Winifred Creamer, Alan Kolata, Nicole Couture. Huari, Tiahuanaco, Moche. Perú.
  • Betty Meggers, Clifford Evans, Anna Roosevelt, William Balée, Brian Ferguson, Robert Carneiro, Stephen Beckerman, Willian Denevan, William Doolittle, Michael Heckenberger, James Petersen, Eduardo Doés Neves, Robert Bartone, Charles Clement, William Wodds, Bruno Glaser, Christoph Steiner, Susanna Hecht. Amazonia. Remodelación del paisaje amazónico.
  • Charles Mann. La idea de la igualdad y la libertad en los indígenas norteamericanos.
  • Leland Locke, Robert Asher, Gary Urton, William Conklin, Carrie Brezine. Los Quipú. Sistema de escritura incaico.
1   13 mil años de antigüedad es el tiempo aceptado por la arqueología oficial norteamericana para la llegada del hombre al continente americano, usando como patrón los yacimientos denominados Clovis.
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domingo, 5 de octubre de 2014

4 de octubre: 32 años de la masacre de Cantaura
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El 4 de octubre de 1982 el gobierno de Luis Herrera Campins (Copei) atacó el campamento del Frente Guerrillero Américo Silva (conocido por sus siglas FAS), que contaba con unos 40 combatientes en ese momento, y se encontraba localizado cerca de Cantaura (estado Anzoátegui), movilizando 1500 efectivos militares y de la Disip, aviones Bronco y Canberra, y helicópteros UH-1H.
El objetivo del gobierno era exterminar completamente a las organizaciones revolucionarias que pudieran presentar alternativas de cambio ante la crisis de la democracia burguesa puntofijista. El ataque se apoyó en la información de falsos revolucionarios que el enemigo logró infiltrar en el mismo frente guerrillero.
La sorpresa del ataque y la superioridad en el poder de fuego y en número de combatientes, generó que las distintas columnas de guerrilleros sufrieran numerosas bajas tratando de romper el cerco militar, falleciendo 23 camaradas y logrando superar el cerco 17 revolucionarios.
Prácticamente todos los muertos fueron rematados, pues sus cadáveres presentaron tiros de gracia con armas cortas. No hubo detenidos. Entre los caídos 17 eran hombres y también fallecieron 6 mujeres combatientes. Casi todos fueron heridos, capturados y ejecutados con tiros de gracia, como se ha verificado tras las exhumaciones e investigaciones realizadas por el Ministerio Público.
La premeditación de la acción, la desproporción de fuerzas y armas empleadas, y la ejecución sumaria de los heridos hechos prisioneros, señalan que se cometió una Masacre, que merece ser calificada como Crimen de Guerra o Crimen de Lesa Humanidad. Así fue denunciado desde un primer momento por organismos de defensa de los derechos humanos y por actores políticos de izquierda. El año 2009, 27 años después, la Fiscalía General de la República retomó el caso de la Masacre de Cantaura. La Fiscal General, Luisa Ortega Díaz, se comprometió públicamente a reabrir el caso y realizar las investigaciones.
Dentro de las actuaciones adelantadas por el Ministerio Publico en el caso de la masacre de Cantaura, ha sido citado en carácter de imputado en agosto de 2013 el Teniente Coronel del Ejército Ismael Antonio Guzmán, quien comandaba el Batallón de Cazadores "Coronel Vicente Campo Elías N° 63". También han sido citados a declarar como imputados Remberto Uzcátegui Bruzual, ex director de la extinta Dirección General de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip) y José Domínguez Yépez, ex director de Inteligencia de la Disip.
Hasta 2011 la fiscalía había promovido la exhumación de 21 de los 23 asesinados en Cantaura, encontrando que todos ellos tenían tiros de gracia, indicando con ello que habían sido rematados en el mismo sitio del combate. Es de señalar que en Cantaura el Ejército y la Disip no efectuaron ninguna detención, sólo hubo muertos en el bando revolucionario. Hasta ahora nadie ha sido condenado a pena alguna por la masacre de Cantaura.
CAÍDOS EN CANTAURA:
  1. Roberto Antonio Rincón Cabrera (El Catire): 32 años. Natural de Maracay. Primer comandante del FAS. Incorporado a la lucha revolucionaria desde los 16 años.
  2. Enrique José Márquez Velásquez (El Gato). Segundo Comandante. Natural de Cumaná. Empleado de la UDO.
  3. Emperatriz Guzmán Cordero (Chepa). Tercera Comandante. Natural de Aguasay (Monagas). 38 años. Primera mujer combatiente de la guerrilla oriental.
  4. Carlos Hernández Arzola. 32 años. Natural de Caracas. Dirigente popular del 23 de Enero.
  5. Carlos Alberto Zambrano Mira (Jaime). 30 años. Natural de Santiago de Chile. Responsable de la retaguardia y oficial del FAS.
  6. Sor Fanny Alfonso Salazar (Mayorca). 32 años. Socióloga (UDO Anzoátegui). Oficial del FAS.
  1. María Luisa Estévez Arranz. 27 años. Estudiante de la USB y luego de UDO. Miembro de la retaguardia del FAS.
  2. Mauricio Tejada. Natural de Medellín (Colombia). Estudiante de la UCV. Oficial del FAS.
  3. Eusebio Ricardo Martel Daza. Natural de Caracas. Dirigente obrero.
  4. Carmen Rosa García. Estudiante, 19 años. Natural de Cariaco (Sucre).
  5. Beatriz del Carmen Jiménez. Estudiante, 24 años. Natural de Cariaco.
  6. Jorge Luis Becerra Navarro. 20 años. Natural de Ciudad Bolívar. Estudiante de la UDO.
  7. Diego Alfonzo Carrasquel. 28 años. Natural de Barcelona (Anzoátegui).
  8. Luis José Gómez (Pomponio). Dirigente estudiantil en Anaco (Anzoátegui). 19 años.
  9. Julio César Farías. 20 años. Dirigente estudiantil de la ETI de Barcelona.
  10. Nelson Pacín Collazo. 23 años. Estudiante de economía en la UCV. Natural de Caracas.
  11. José Míguez Núñez (Zanahoria). Nacido en Sevilla (España). Estudiante de la UCV.
  12. Rubén Alfredo Castro Batista. 27 años. Dirigente obrero de La Guaira.
  13. Baudilio Valdemar Herrera Veracierta. 18 años. Estudiante de Barcelona.
  14. Antonio María Echegarreta Hernández. 24 años. Caraqueño. Dirigente popular en Guarenas-Guatire.
  15. José Isidro Zerpa Colina. 28 años. Obrero. Natural de Barinas.
  16. Itamar Lorenzo Morillo. Natural de San Luis (Falcón). Estudiante de la UCV.
  17. Eumenedis Ysoida Gutiérrez Rojas. Maestra. Natural de San Tomé (Anzoátegui).
RESPONSABLES DE LA MASACRE:
  • Luis Herrera Campins (Presidente).
  • Luciano Valero. Ministro del Interior.
  • Vicente Luis Narváez Chourión (Ministro de la Defensa).
  • Remberto Uzcátegui (Director DISIP).
  • Arpad Bango (Jefe operaciones DISIP).
  • Henry López Sisco (Brigada Intervención DISIP).
  • José Dionisio Murga Cabrices. General de Brigada. (Cdte. 5ta Brigada de Infantería de Selva, Maturín).
  • Gral. de Brigada Gaviria Valero (Cdte. Base Aérea).
  • Gral. Eutimio Fuguet Borregales. Comandante de los Canberra.
  • Arturo Machado Santana. Director del DIM.
  • Pilotos de los Canberra: Vladimir Filatov Riabkov y Rafael Enrique Quijada Hernández.
  • Pilotos de los Bronco: Norbidio Sandrea González , Rafael Pérez Neuville y Roger Cordero Lara.
  • Infiltrados-delatores: Norberto Rebanales (Inti); Alirio Rebanales (Chema, Almeida); El Chino o "Dámaso".
REIVINDICAMOS LA LUCHA ARMADA COMO HERRAMIENTA DE LOS PUEBLOS PARA CONQUISTAR SU LIBERACIÓN.
La Masacre de Cantaura fue una acción represiva de los gobiernos adeco-copeyanos contra la principal organización revolucionaria que para esa época mantenía la lucha armada en Venezuela, el Partido Bandera Roja. De 1982 a 1984 el gobierno de Luis Herrera Campins desató una campaña de exterminio que buscaba aniquilar a Bandera Roja y sentar con ello un precedente contra el movimiento popular que comenzaba a dar respuestas ante la crisis económica manifestada en esos años.
Hoy podemos afirmar que la estrategia de lucha armada desarrollada por Bandera Roja era equivocada, por diversas razones que intentamos enumerar:
  • Al diseñar una estrategia de guerra prolongada rural, desconocía el despoblamiento del campo venezolano y la concentración urbana de la población desde la primera mitad del siglo XX. Con el petróleo, el centro de la lucha de clases se había trasladado a las ciudades, y la lucha campesina había quedado como un recuerdo de la economía agroexportadora.
  • Se fundamentaba en una concepción foquista o vanguardista de la lucha de clases, sustitutiva de los trabajadores y el pueblo, que partía de creer que la acción de los frentes guerrilleros podía "acelerar las contradicciones" y crear situaciones de crisis políticas que permitieran la toma del poder.
  • En los hechos, las acciones armadas de pequeños grupos foquistas terminaban sirviéndole de justificación a la burguesía para generalizar políticas represivas contra todo tipo de protesta social. Las luchas del pueblo eran criminalizadas al vincularlas con los grupos alzados en armas, aunque esta vinculación no existiera.
  • La estrategia de lucha armada fue un error general de toda la izquierda venezolana desde la década de 1960. Tanto la creencia de que una lucha impulsada desde las zonas rurales podría generar un crecimiento progresivo de las fuerzas revolucionarias en las ciudades. Como la perspectiva foquista que colocaba la acción de la vanguardia militar por delante de las luchas sociales de los sectores populares.
  • Pero la lucha armada desarrollada por la izquierda fue tan equivocada como la lucha parlamentarista que se ejecutó luego del proceso de pacificación iniciado en 1969 y años siguientes. El parlamentarismo también partía de una visión vanguardista que enfatizaba en la acción de los diputados y en la gestión institucional, y menospreciaba la lucha de clases de los trabajadores en las fábricas, de las comunidades en los barrios, de los estudiantes en liceos y universidades, de campesinos, profesionales, etc.
  • Esta separación entre la izquierda y las luchas del pueblo fue la causante de que en posteriores escenarios de exacerbación de la lucha de clases, como el estallido del Caracazo en febrero de 1989, los partidos autodenominados "socialistas" y "comunistas" no jugaran ningún papel, quedaran totalmente por fuera del accionar popular, arrinconados como simples observadores de la majestuosa insurrección espontánea que el pueblo de Caracas y zonas cercanas desarrolló entre el 27 de febrero y el 3 de marzo de 1989.
  • Es evidente que los argumentos anteriores nos conducen a cuestionar igualmente la estrategia que sectores militares desarrollaron el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992. También fueron acciones eminentemente foquistas, basadas en el vanguardismo militar, que sustituían las luchas del pueblo por las luchas de un pequeño grupo de audaces dispuesto a "tomar el poder y hacer la revolución".
  • La guerrilla rural, el parlamentarismo y los alzamientos militares implican una concepción de la revolución como un "golpe de mano" ejecutado por una vanguardia selecta, desligada de las masas populares, que parte de creer que lo principal en una revolución es la existencia de una organización de vanguardia, menospreciando y anulando la actuación de organizaciones participativas y masivas de poder popular.
  • Es la disyuntiva entre creer que la revolución es un acto administrativo ejecutado por decretos sabios de una vanguardia iluminada que debe tomar el poder, o la revolución como acto de participación masiva del pueblo que asume la transformación social mediante un proceso de aprendizaje colectivo de las organizaciones de poder popular.
No obstante, el proceso de lucha armada tuvo importancia e impactó en la conciencia del pueblo venezolano, de acuerdo a las siguientes consideraciones:
  1. La lucha armada retomó las tradiciones populares de lucha que se desarrollaron en Venezuela desde la época colonial y la posterior guerra de independencia. Desde la resistencia armada que presentaron las comunidades indígenas ante el avance de los conquistadores hispanos, pasando por las rebeliones de esclavos que buscaban la libertad confiscada por el bárbaro sistema productivo impuesto por los europeos en América, considerando las insurrecciones populares desatadas durante la independencia (incluyendo el respaldo popular al ejército de Boves), hasta las guerras campesinas de mediados del siglo XIX encabezadas por Ezequiel Zamora, la lucha armada de los 60, 70 y 80 del siglo XX le dio continuidad a esa corriente histórico-social de resistencia, rebelión y creación de nuevas formas de participación social.
  2. La lucha armada buscaba la conquista del Socialismo como programa de transformaciones para Venezuela. Significó la primera vez en la historia que la izquierda venezolana se lanzaba a una ofensiva revolucionaria que iba más allá de los programas democrático-burgueses que caracterizaron la actuación de la izquierda en las décadas inmediatamente anteriores.
  3. La gesta revolucionaria implícita en la lucha armada de los años 60 al 80 generó una gran simpatía en amplios sectores de la población. Los guerrilleros se convirtieron en leyenda y sus acciones moralizaban a un pueblo cuyas luchas estaban en situación de reflujo, en medio de un panorama político de hegemonía absoluta del bipartidismo de AD y Copei.
  4. La lucha armada desarrolló una fuerza moral a toda prueba. Miles de jóvenes, miles de trabajadores, se desprendieron de su vida cotidiana, de su trabajo, de su estudio, de sus familias, y se involucraron en un proceso de lucha que implicaba un sacrificio total, incluso de la propia vida, en función de conquistar el socialismo para Venezuela. Muchos regaron con su sangre las montañas y llanos de esta tierra bolivariana, y muchos otros regresaron, derrotados, pero con la experiencia y el honor de haberse esforzado hasta el límite por intentar construir una alternativa de cambio social. El ejemplo de los guerrilleros venezolanos es una referencia para el modelo de militante revolucionario que debemos formar, sobre todo su desprendimiento, el no aspirar a prebendas materiales, el no buscar beneficios de poder institucional, aspectos que hoy escasean en buena parte de la "militancia" de esta revolución bolivariana.
  5. Amplios sectores de la clase media de origen universitario se involucraron en una guerra que implicó la inmolación de varias generaciones de jóvenes, estudiantes en su mayoría, los cuales sufrieron los efectos de una represión sanguinaria desatada por el puntofijismo y sus amos imperialistas. Miles de revolucionarios que sobrevivieron obtuvieron una experiencia de lucha que ha servido para la orientación posterior de las luchas sociales en diferentes escenarios de las bases populares.
ENSEÑANZAS DE CANTAURA:
La Masacre de Cantaura fue producto de una operación de infiltración desarrollada por la inteligencia enemiga. La estrategia de infiltrar a las fuerzas revolucionarias la impuso la CIA en América Latina desde los años 60. Cantaura es un ejemplo de la efectividad de dicha estrategia.
Así como los cuerpos de inteligencia enemiga se esforzaron hace 30 años por infiltrar y destruir a pequeñas organizaciones revolucionarias, podemos estar seguros que un esfuerzo mucho más amplio debe estar ejecutando el imperialismo por infiltrar al gobierno bolivariano, si tomamos en cuenta que esta revolución ha modificado el panorama político de todo el continente americano y que incluso extiende su influencia a otros continentes.
Cantaura fue posible por la ausencia de una dirección colectiva que permitiera considerar las observaciones que algunos combatientes, incluyendo a algunos miembros de la comandancia como Alejandro Velásquez Guerra (el Cámara), tenían con respecto a la incorporación de los hermanos Rebanales al frente guerrillero. Esas observaciones no fueron tomadas en cuenta por la comandancia, lo que significó un error mortal para buena parte de los revolucionarios que se encontraban en el FAS.
En lo particular, siendo combatiente del FAS años antes de Cantaura, puedo decir que el camarada José Luis Domínguez (que en ese momento era el primer oficial del FAS) me confió que sus hermanos (Norberto y Alirio Rebanales) trabajaban para el DIM y/o la DISIP, y que habían sido vistos en esos días participando en alcabalas montadas en las carreteras del oriente venezolano, en medio de un cerco militar que nos acosaba, de tantos que los gobiernos de la cuarta implementaron tratando de destruir a la guerrilla.
Esa información debían conocerla tanto la comandancia del frente como la dirección de BR. Sin embargo, por razones que aún no conocemos y que serían en cualquier forma injustificables, estos dos personajes fueron incorporados al frente a comienzos de 1982. Los Rabanales habían sido combatientes del Frente Antonio José de Sucre, y se pacificaron junto con Carlos Betancourt en 1979. Ellos siguieron a uno de los antiguos jefes del FGAJS, Vergenis Veracierta (si no me equivoco), quien comenzó a trabajar con el gobierno copeyano de Luis Herrera, específicamente con el gobernador de Anzoátegui para 1980. Todos estos datos me los dio en la guerrilla el camarada José Luis Domínguez.
Domínguez para el momento de los sucesos de Cantaura no estaba en el FAS, pues había sido herido y detenido en una acción revolucionaria a fines de 1980 (heridas que terminaron produciéndole la muerte pocos años después). Hoy todos los testimonios que han hecho públicos quienes formaron parte de BR y del FAS en esos años, coinciden en que los hermanos Rabanales trabajaban para la inteligencia enemiga y ejecutaron una estrategia de infiltración del partido y del frente guerrillero, estrategia que le permitió al enemigo montar y ejecutar la masacre de Cantaura.
En los actos que permitieron la exhumación de los restos del comandante guerrillero Américo Silva, a los 40 años de su caída en combate, en marzo de 2012, tuve la oportunidad de comentarle esta información sobre los Rabanales que me suministró José Luis Domínguez (también conocido como el negro Ventura, su nombre de guerra en el FGAJS), a uno de los responsables militares de BR en esa época. Mi sorpresa es que este camarada me dijo allí, en el salón de la Asamblea Nacional donde le rendíamos homenaje a Américo Silva, que esa información sobre los Rabanales nunca la tuvo la dirección de BR. Algo que no puede ser cierto, porque si Domínguez me suministró esa información a mí, que era un simple combatiente del FAS, es lógico que debió habérsela suministrado a la comandancia, y esta comandancia se lo debió informar a la dirección de BR. Además, el dato sobre la presencia de los Rabanales en alcabalas del enemigo en el año 1980, era aportado por miembros de la retaguardia del frente, instancia que dependía directamente del secretariado de BR y que por tanto si le dijeron eso a Domínguez en el FAS se lo debieron haber dicho también a los miembros del secretariado en Caracas.
Por tanto, la propuesta de ingreso de los Rabanales al FAS a comienzos de 1982 puede que haya tomado desprevenidos a algunos miembros de la dirección de BR. Pero es lógico pensar que algunos de los principales miembros del secretariado sí conocían los antecedentes de estos tipos, lo que permitiría concluir que uno o varios de estos miembros del secretariado de BR actuaban de común acuerdo con la inteligencia enemiga y tomaron las decisiones organizativas que permitieron se produjera la Masacre de Cantaura (nos referimos a haber dado la orden de incorporar al FAS a los Rabanales).
En conclusión, la Masacre de Cantaura fue producto de una estrategia de infiltración ejecutada por los cuerpos de inteligencia de los gobiernos adeco-copeyanos (que actuaban bajo la dirección de agentes de la CIA como Posada Carriles), que llegaron incluso a infiltrar a la dirección de BR, cuestión que condujo a montar el cerco militar que generó la muerte a 23 revolucionarios.
  • En homenaje a José Luis Domínguez, más conocido como Ventura y cuyo verdadero nombre era Mateo Enrique Guillén.
  • Primer oficial del FAS entre 1977-1980 y guerrillero de capacidades infinitas en el combate.
  • Resistió salvajes torturas y hasta su último aliento fue un gran revolucionario.


  • En homenaje a Francisco José Mayz Arias, más conocido como El Choco. Primer oficial del FAS y caído en mayo de 1982, en el combate de Barcacoa, estado Anzoátegui.
  • Su gran corazón y su decidida convicción revolucionaria se constituye en ejemplo para los luchadores sociales de Nuestra América.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 25 de septiembre de 2014.