martes, 13 de octubre de 2015

"Pero estamos vivos y estamos aquí" / A propósito del "adiós al chavismo"
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Las luchas revolucionarias de los pueblos tienen momentos de grandes victorias, pero también momentos de derrotas, de confusión, de repliegue, de preservación de fuerzas. En 1982 el movimiento revolucionario venezolano sufrió la represión enemiga en una serie de eventos que culminaron en la famosa Masacre de Cantaura, el 4 de octubre de ese año. Allí murieron 23 camaradas, amigos del alma, jóvenes soñadores que buscaban una Venezuela Socialista. A lo largo de todo el año 82 fueron 28 en total los guerrilleros muertos durante enfrentamientos en la zona oriental del país. A la vez que la represión en las ciudades generaba más de 200 revolucionarios detenidos en el Cuartel San Carlos y en la Cárcel de La Pica, principalmente (entre esos presos políticos, mi hermano Carlos).
En ese año nos vimos obligados a pasar a la clandestinidad, para preservar nuestra libertad (estábamos solicitados por una orden de captura de la DISIP y una citación del Tribunal Militar de Caracas). Estaríamos en la lucha revolucionaria clandestina durante seis largos años, hasta comienzos de 1988, cuando abandoné por profundas diferencias políticas la organización armada en la cual había militado hasta entonces. Durante ese período, en el cual tuve que alejarme completamente de mi familia y amigos, la canción del puertorriqueño Marvin Santiago resonaba todos los días en nuestra mente. La letra famosa de "Auditorio Azul" (https://www.youtube.com/watch?v=AowHYIdaw1c) se refiere al pensamiento de los presos con un mensaje de esperanza que aspira recuperar su libertad.
"Así es la vida, se pasa por todo. Pero estamos vivos y estamos aquí". Aunque la canción se refiere a delitos comunes y presos en general, no podía dejar de relacionar esa canción a lo que vivíamos los revolucionarios. Habíamos perdido varias decenas de valiosos combatientes revolucionarios, casi toda la dirección nacional estaba presa, además de una gran cantidad de militantes y cuadros medios. Los que quedábamos en la calle, en libertad, sometidos a una tenaz y brutal persecución policial y militar. Sólo en casa de mis padres en Caracas, donde viví hasta 1982, estuvieron viviendo enfrente durante siete años por lo menos tres agentes de la Disip o el DIM, esperando mi regreso para detenerme.
Siguiendo la canción, los presos políticos mantenían la moral esperando su pronta libertad para continuar la lucha revolucionaria. Y los que permanecíamos en la clandestinidad, educando, organizando y movilizando al pueblo en la defensa de sus reivindicaciones violentadas por la partidocracia adeco-copeyana. Para todos, estábamos vivos y era lo que importaba. A pesar de la derrota, el simple hecho de seguir vivos nos permitía volver a la lucha, seguir preparándonos para una nueva ofensiva revolucionaria que no dudábamos volvería a presentarse.
Toda una situación negativa para la lucha del pueblo, que tuvimos que afrontar estoicamente, sin vacilaciones, porque sabíamos que vendrían tiempos mejores, que las fuerzas revolucionarias encontrarían la manera de recuperarse de esa derrota político-militar y que la esperanza volvería a renacer para el pueblo venezolano. Una realidad que comenzó a cambiar a partir de la lucha estudiantil del marzo merideño de 1987, y principalmente con el levantamiento popular de febrero de 1989, más conocido como el Caracazo.
Valga esta reflexión a propósito del reciente debate sobre el supuesto adiós al Chavismo. Es cierto que la realidad nacional es muy confusa. Es cierto, como hemos afirmado en numerosos artículos publicados aquí en aporrea, que la revolución no ha podido resolver cuestiones básicas del programa revolucionario, y la incompetencia del equipo gobernante nos ha arrastrado a una crisis de enormes dimensiones, de la mano por supuesto de los planes conspirativos del imperio gringo y sus aliados dentro y fuera de Venezuela.
Pero es un error pensar que la revolución está derrotada, y más aún pensar que el chavismo como tendencia política haya fracasado. Creo que lo que está fracasando es una fracción muy particular del chavismo, algunos que se autodenominaron "los hijos de Chávez", pero que no han cumplido lo fundamental de su legado. Comenzando por el incumplimiento del Golpe de Timón, última orden del presidente Chávez el 20 de octubre de 2012.
Estamos asistiendo a la bancarrota de la burocracia chavista, pero la vigencia del legado de Chávez sigue "vivita y coleando" en el pueblo venezolano y latinoamericano. El error de Maduro, Diosdado y compañía es haberse creído como los únicos herederos del legado del comandante. Si eso fuera cierto, si en nuestros actuales gobernantes quedara resumido el chavismo como fenómeno histórico, pues sí podría hablarse de adiós al chavismo, del fracaso del proyecto chavista. Pero Chávez vive en el pueblo llano, y la esperanza revolucionaria no creo que vaya a desaparecer por ahora.
Es más, considero que esta profunda crisis que vive Venezuela servirá a las fuerzas populares como enseñanza para relanzar más temprano que tarde un nuevo ascenso revolucionario, corrigiendo los errores cometidos, y por supuesto, sustituyendo a estos dirigentes que no han estado a la altura de las necesidades históricas.
Chávez y su legado pervivirán por mucho tiempo en el pueblo venezolano y latinoamericano, mientras exista opresión capitalista-imperialista, mientras no se cumplan los objetivos de soberanía nuestramericana formulados desde la independencia, y mientras la desigualdad social y la explotación del capital predominen en nuestras sociedades.
Como decía Marvin Santiago en los ochenta, a pesar de la crisis seguimos vivos y estamos aquí, dispuestos a continuar la lucha revolucionaria por el socialismo.
A 48 años del asesinato de Ernesto Ché Guevara
¡ Patria o Muerte, Venceremos ¡
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 9 de octubre de 2015
Diosdado elimina una conquista democrática del Presidente Chávez
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El pasado martes la Asamblea Nacional aprobó eliminar el voto directo para elegir a los diputados al Parlamento Latinoamericano. Queremos resaltar que la Asamblea Nacional Constituyente, la cual significó desde el punto de vista institucional el punto de arranque de este proceso revolucionario bolivariano, decretó el 4 de abril del año 2000 el "Estatuto Electoral del Poder Público", el cual en sus considerandos estableció de manera clara "que los representantes de Venezuela en los parlamentos Latinoamericano y Andino, respectivamente, deben ser elegidos en forma democrática, de manera directa y transparente por el pueblo".
En las tres elecciones parlamentarias realizadas desde ese entonces, los venezolanos hemos elegido de manera universal, directa y secreta a nuestros representantes ante el Parlamento Latinoamericano (años 2000, 2005 y 2010). Esa conquista democrática de la cual el presidente Chávez se ufanó en múltiples oportunidades, se acaba de perder gracias a la iniciativa de Diosdado Cabello y el lamentable voto de la fraccción parlamentaria del PSUV.
No hay argumento alguno que pueda esgrimirse para justificar esta medida. La supresión del voto universal y directo por un mecanismo de votación en segundo grado es regresar a la época de López Contreras, es retroceder a etapas que creíamos ampliamente superadas por la madurez democrática del pueblo venezolano.
La decisión de Diosdado implica volver a las prácticas de la vieja partidocracia adeco-copeyana, regresar al cogollerismo de los partidos que en conciliábulos secretos toman decisiones sin consultar con el pueblo. Ni más ni menos. Estamos de regreso en esta revolución.
Pensamos que el Tribunal Supremo de Justicia debería pronunciarse en este caso (la Sala Constitucional), para determinar si la Asamblea Nacional puede suprimir un derecho político que ya se ha ejercido por más de una década.
Proponemos que el mecanismo al cual debería recurrirse es la realización de una consulta o referendo de carácter nacional para que sea el mismo pueblo venezolano el que decida democráticamente si se restringen o mantienen sus derechos políticos.
Las conquistas revolucionarias del pueblo venezolano no deben suprimirse, ni siquiera por la necesidad aparente de la burocracia chavista de evitar contarse en un único circuito nacional. Por cierto, con esa decisión hacen ver ante el país que se ven como derrotados en una posible elección de carácter nacional. Aquí nadie es gafo ni se chupa el dedo. No tiene lógica que inmediatamente después de haber reunido más de diez millones de firmas, el PSUV tome ahora una decisión en la que descubre su falta de confianza en el respaldo popular y su temor a salir derrotado electoralmente.
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El voto directo: Fundamento de las luchas contra Gómez y Pérez Jiménez
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La burocracia chavista encabezada por Diosdado Cabello acaba de darle una patada a toda la experiencia histórica de luchas del pueblo venezolano, al eliminar el voto directo para elegir a los diputados al Parlamento Latinoamericano.

El voto directo fue la razón de ser de las luchas populares contra la dictadura de Juan Vicente Gómez y contra sus sucesores López Contreras y Medina Angarita. El derecho a votar de manera libre, directa, para elegir a sus gobernantes, fue nuevamente la inspiración de las luchas que condujeron a los levantamientos civiles y militares de enero de 1958.
En octubre de 1945, la posibilidad cierta de que Eleazar López Contreras regresara como presidente, debido al retiro de la candidatura de Diógenes Escalante (figura de aparente consenso entre las fuerzas democráticas y revolucionarias) y el rechazo hacia el nuevo candidato propuesto, Angel Biaggini, generó la cadena de acontecimientos que condujeron al derrocamiento de Isaías Medina Angarita y permitieron la Constituyente de 1947, en la cual se alcanzaron significativos y revolucionarios avances en los derechos democráticos del pueblo venezolano.

Como se sabe, el sistema electoral imperante para 1945 era de tercer grado. Los concejales elegían a los diputados. Las asambleas legislativas regionales elegían a los senadores. Y el congreso elegía al presidente de la República. Sólo existía el voto universal para designar los concejos municipales, y ese voto universal estaba restringido a los varones que supieran leer y escribir.

En ese contexto de votación en tercer grado, la posibilidad de que López Contreras fuera electo por el Congreso como sucesor de Medina inspiró el alzamiento cívico-militar del 18 de octubre de 1945, el cual dio paso a un proceso democratizador que se expresó en la Asamblea Constituyente que fuera dirigida por Andrés Eloy Blanco. La constitución de 1947 permitió el voto universal, directo y secreto para elegir presidente, incorporando el voto de las mujeres y de los analfabetos. Esto lo decimos sin dejar de tener en cuenta la posterior traición abierta de Rómulo Betancourt y parte de la dirigencia de Acción Democrática luego del 23 de enero de 1958.

Luego de la independencia, el voto directo para elegir gobernantes fue una de las consignas fundamentales de las luchas populares en Venezuela. El mismo Ezequiel Zamora lo formuló de una manera muy clara cuando ocupó la ciudad de Barinas, el 18 de mayo de 1859: “Elección universal, directa y secreta del Presidente de la República, del Vicepresidente, de todos los legisladores, de todos los magistrados de orden político, y de todos los jueces”[i].
El voto directo fue restringido durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, y nuevamente limitado por los gobiernos de Cipriano Castro y de Juan Vicente Gómez. Antes de 1947, nunca se había ejecutado como tal una elección universal, directa y secreta para elegir al presidente de la república.

La lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez a lo largo de la década de 1950 perseguía el objetivo de reestablecer los derechos democráticos de los venezolanos, cercenados violentamente por el golpe militar del 24 de noviembre de 1948. La insurrección cívico-militar del 23 de enero de 1958 permitió restablecer ese derecho al voto directo para elegir a los gobernantes, aplastando de manera contundente la pantomima de plebiscito realizada por el dictador en diciembre de 1957.

Fue precisamente en ese contexto histórico vivido desde la guerra de independencia hasta 1999, que el presidente Hugo Chávez valoró en reiteradas oportunidades el avance logrado al instaurar el voto directo para elegir a los diputados al Parlatino. Chávez se inspiraba de manera indudable en el propio Zamora: “Elección universal, directa y secreta … de todos los legisladores”. Los diputados al Parlatino son eso, legisladores, son representantes del pueblo ante una instancia supranacional, instancia que también está inspirada en el pensamiento bolivariano cuando convocó al Congreso de Panamá y propuso la constitución de una Confederación Hispanoamericana.

Por donde se le mire, la decisión de la Asamblea Nacional al suprimir el derecho al voto directo para el Parlatino es un retroceso histórico de grandes proporciones, comparable a las medidas similares que tomaron en su momento Guzmán Blanco, Cipriano Casto y Juan Vicente Gómez.

Hasta ahora no hemos visto una justificación serie de dicha decisión, y nos preocupa el silencio general de figuras relevantes del proceso bolivariano como José Vicente Rangel, Julio Escalona, Carlos Lanz. Precisamente en un artículo reciente, Julio Escalona hablaba del sistema electoral en segundo grado que existe en los Estados Unidos como una de las críticas a enarbolar en la campaña antiimperialista contra el decreto de Obama. Resulta que la revolución no tiene moral para criticar a los Estados Unidos en ese aspecto, pues hemos procedido a instaurar un sistema similar de segundo grado para elegir al Parlatino.

Estamos buenos. Ahora imitamos a los gringos. Gracias a Diosdado Cabello y demás diputados del PSUV que respaldaron con su voto este retroceso histórico en los derechos democráticos del pueblo venezolano.

Decir que se suprime el voto directo al Parlatino porque los diputados se comportan de manera no acorde a sus funciones puede dar pie a que más adelante se supriman otros procesos de elección directa porque los elegidos no responden a los mandatos de quienes los eligieron. Ese argumento de Diosdado Cabello conduce directamente a la instauración de una dictadura. Por cierto, el gobierno ha venido suspendiendo todos los procesos electorales en los cuales puede perder: así ha ocurrido en el sindicato SUTISS de Sidor, en las elecciones estudiantiles de LUZ, en las elecciones rectorales y decanales de todas las universidades autónomas, en las elecciones rectorales de la UNA, y supongo que debe haber otros ejemplos similares.

Pero nuestra historia es la del cuero seco, como dijo alguien en el siglo XIX. Siempre los traidores terminaron siendo expulsados del poder y repudiados por la historia. Una rectificación general, encabezada por Maduro, inspirada en el Golpe de Timón que ordenara Chávez el 20 de octubre de 2012, es el único camino que puede evitar el descalabro (momentáneo) de este proceso revolucionario.


[i] El manifiesto de Barinas aparece citado en la obra de Manuel Landaeta Rosales, “Biografía del valiente ciudadano General Ezequiel Zamora”, 1961, pag. 321.
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¿En qué se parecen César Tovar y Carlos Marx?
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Cada vez que conozco de cambios gubernamentales me acuerdo de César Tovar, aquel insigne beisbolista venezolano que era capaz de jugar las nueve posiciones en un mismo juego.

Imitando la célebre frase de Carlos Marx en “La Ideología Alemana”, quien se refirió a las capacidades humanas que se pueden desplegar en la sociedad comunista, la cual hace posible que una persona se pueda dedicar “hoy a esto y mañana a aquello”, “que pueda cazar por la mañana, pescar por la tarde, apacentar el ganado por la noche y dedicarse a criticar después de comer, sin ser exclusivamente pastor, cazador, pescador o crítico”, la elite dirigente del chavismo se comporta cual si estuviéramos en pleno comunismo, aunque con algunas diferencias no contempladas por el célebre revolucionario alemán.

Marx suponía que el ser humano del comunismo había aprendido a cazar, pescar, pastorear y analizar críticamente, en un proceso formativo que hoy llamaríamos integral. No contemplaba que se pudiera ir a pescar sin tener el más mínimo conocimiento de ese arte, ir a pastorear el rebaño sin jamás haber visto a una vaca o un chivo, ni pretendía que se podía ser teórico a partir del analfabetismo funcional.

Pero en esta revolución se puede ser ministro de educación sin haber dado jamás una hora de clase como educador; se puede ser ministro de comunicación sin ser comunicador; se puede ser ministro de ciencia y tecnología sin haber dirigido jamás una investigación científica; se puede seguir ocupando cargos aunque se venga de fracasar rotundamente en diferentes y diversas responsabilidades anteriores.

Pareciera que la única habilidad requerida para ocupar un cargo en este gobierno es la de ser piquito de oro. Saber hablar sin parar y sin sentido por varias decenas de minutos, no importando que al final nada se diga y por derivación, poco o nada se haga.

Por ello no profundizo mucho en el análisis de los nuevos cambios que se van anunciando. No creo que los nuevos purgados sean más o menos socialistas que quienes hoy los purgan, o más o menos revolucionarios que los purgados con anterioridad. La diferencia que vemos es que a unos los purgan en cámara lenta, y a otros de zopetón. Y que de manera inexorable se reduce cada vez más el plantel original de los pretendidos “hijos de Chávez”, recorriendo un camino parecido al que en otros tiempos históricos condujo a la caída de gobiernos que en un inicio gozaban de una amplia base de apoyo y que terminaron en un profundo aislamiento que facilitó su desplazamiento del poder.

En febrero de 2013, antes de que se anunciara la muerte del comandante, en artículo publicado en Aporrea (“Poder del pueblo y continuidad del proceso revolucionario”, http://www.aporrea.org/actualidad/a160175.html), advertíamos que la salida de Chávez del poder generaba una crisis de gobernabilidad “en la cual se van a producir constantes reacomodos cuyos protagonistas y tendencias no se pueden predecir con exactitud”.

Decíamos además: “el actual liderazgo chavista va a deteriorarse a medida que pase el tiempo. Las causas: ninguno de ellos posee las cualidades de líder que tiene Chávez y por tanto ninguno está en condiciones de generar el consenso que existía cuando Chávez estaba al frente del gobierno. El deterioro del consenso implicará un deterioro de la gobernabilidad sobre las instituciones nacionales, regionales y locales. De manera general, se puede decir que la revolución bolivariana tendrá dificultades para su continuidad en el largo plazo con el actual liderazgo que ha constituido el entorno inmediato de Chávez durante estos 14 años”.

El desarrollo de esa ingobernabilidad lo resumíamos así:

1. Una lucha interna por un nuevo reparto del poder dentro del chavismo.
2. Un deterioro de ese liderazgo ante el pueblo venezolano que respalda al proceso.
3. Una amplia conspiración del imperio por penetrar a los distintos liderazgos civiles y militares del chavismo para irrumpir desde allí propiciando la caída del proceso revolucionario.

Todos estos procesos se han venido desarrollando luego de la muerte de Chávez, tal como lo consideramos en ese artículo que escribimos entre diciembre 2012 y enero/febrero de 2013.

Concluíamos el citado documento afirmando que “el alejamiento de Chávez del poder abriría un escenario de incertidumbre y posible crisis política en Venezuela, incorporando amenazas a la continuidad del proceso revolucionario y abriendo las puertas para que la burguesía internacional y sus aliados internos intenten retomar por diferentes medios el poder político”.

También proponíamos alternativas políticas a desarrollar para prevenir el colapso de la revolución: “La garantía de continuidad del proceso revolucionario dependerá del surgimiento de nuevas formas de liderazgo popular colectivo que nazca al calor de la difícil confrontación política que será la característica de los meses y años venideros”.

“De no producirse el fortalecimiento de dicho liderazgo revolucionario alternativo, es probable que terminen predominando las tendencias reformistas que dentro de la burocracia chavista empujan a un acuerdo general con la burguesía criolla y el imperialismo yanqui como fórmula para “salvar y mantener” el proceso bolivariano.
De imponerse esta última tendencia, se puede producir progresivamente la retoma del poder por el imperialismo, y los líderes reformistas y conciliadores provenientes del chavismo pudieran progresivamente ser desplazados por más confiables líderes de la burguesía tradicional. Ese proceso pudiera llevar varios años, incluso todo el período presidencial actual (2013-2019)”.

Hasta hoy, 29 de diciembre de 2014, los hechos políticos en Venezuela marchan de acuerdo a nuestras previsiones de hace dos años. El gobierno no ha propiciado el desarrollo de nuevas formas de liderazgos revolucionarios que incorporen al pueblo organizado y que actúen como alternativa ante la continuidad burocrática del estilo de gobierno neoadeco que se ha impuesto progresivamente en el chavismo.

En contrario, el gobierno ha venido reduciendo progresivamente su base de apoyo popular y expulsando del círculo gobernante no sólo a connotados miembros de esa burocracia, sino a importantes activistas revolucionarios y comunicadores alternativos a los cuales se les han cerrado las puertas en todas las instancias gubernamentales.

A estas alturas veo muy difícil que se vaya a cumplir en algún momento el golpe de timón que exigiera el presidente Chávez el 20 de octubre de 2012 (aunque todavía no descarto este escenario, tal vez por mantener la esperanza de que la revolución pueda sostenerse y salir de esta profunda crisis que la amenaza seriamente).

Por otra parte, considerando las recientes sanciones contra funcionarios venezolanos aprobadas por Obama, y la ola de rumores que la derecha viene propiciando en el país, creo que el gobierno de los Estados Unidos busca acabar con la revolución bolivariana tratando de producir un acto de fuerza que parta desde el propio chavismo (tal como lo preveíamos en el documento de 2013 ya citado), aprovechando la profundización creciente de la crisis económica. Si Maduro saliera del poder se abriría la puerta para el caos en Venezuela. Cualquier cosa pudiera suceder, y la mayoría de ellas podrían ser muy negativas para las grandes mayorías populares que han respaldado este proceso revolucionario.

Por el momento observamos con preocupación que se continúa con el deterioro de la imagen gubernamental y se presentan cada vez más flancos por donde el enemigo puede atacarnos y derrotar de manera definitiva a la revolución bolivariana. Este deterioro puede llegar en un tiempo relativamente cercano al derrumbe propiamente dicho, ya sea por una derrota electoral, o porque se produzca un acto de fuerza que saque del poder al chavismo.

Hasta ahora no observamos un proceso que permita repotenciar al grupo dirigente. Los eventos realizados este año: el congreso del PSUV, el congreso del GPP, el congreso de la CBST y otros eventos similares, se limitaron a reproducir una serie de clichés, no tuvieron un debate real sobre los grandes temas de la crisis venezolana, fueron eventos teledirigidos que reunieron activistas para hacer bulto y aplaudir. De ellos no ha salido fuerza social alguna que pueda incidir en la realidad de la calle, en la verdadera confrontación de clases que se desarrolla en los centros de trabajo y en las instituciones públicas.

En aras de avanzar por el camino de la construcción de ese liderazgo revolucionario alternativo, en la Plataforma Zuliana en Defensa de los Trabajadores y la Nación, que agrupa a una decena de colectivos populares, nos hemos propuesto realizar en Maracaibo en el primer mes de 2015 una asamblea de movimientos sociales que debata los fundamentos políticos, económicos y organizativos que deben guiar a estos colectivos revolucionarios a lo largo del difícil año que se avecina.

Deseando a todos los venezolanos de buena voluntad que pasen unas felices fiestas de fin de año en compañía de familiares y amigos, nos veremos nuevamente en el 2015 en la primera trinchera de la lucha de clases por el socialismo.
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