martes, 19 de febrero de 2019

Esa Izquierda Traidora / Los cambios en la geopolítica mundial
 
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Casi sin darnos cuenta se produjeron en los últimos años cambios en el orden global que han trastocado los parámetros de análisis para caracterizar los distintos actores de la lucha de clases mundial. Esos cambios son los que generan la gran confusión que impera hoy entre los luchadores revolucionarios venezolanos que se dejan llevar por el discurso de Nicolás Maduro y demás miembros de la elite gobernante, y que terminan creyendo que la lucha contra el imperialismo yanqui pasa por defender el gobierno del requete falso presidente "obrero".

El capitalismo occidental, hegemónico desde la época de Colón, está atravesando un franco declive económico, político y socio-cultural, que lo conducirá a perder en pocas décadas (tal vez en pocos años) ese predominio que por más de cinco siglos ha mantenido sobre todas las sociedades del globo terrestre. Ha surgido en las últimas décadas un capitalismo "oriental" encabezado por China, Rusia e India que en corto tiempo superarán a los Estados Unidos y al resto de las principales economías occidentales.

Ese capitalismo oriental no tiene la tradición guerrerista que occidente heredó del imperio romano, tradición asumida a través de los siglos por la Inglaterra colonialista, la Francia napoleónica, la Alemania hitleriana, y por los Estados Unidos en todas sus variantes. Aunque los países que los europeos llaman orientales terminaron desarrollando todos el mismo modo de producción capitalista industrial que originalmente surgió en Inglaterra, sus expresiones particulares en Asia probablemente se derivan de sus antiguos y milenarios modos de producción tributarios (lo que Marx denominó modo de producción asiático), sistemas productivos y sus respectivos sistemas político-culturales que mantuvieron considerables diferencias con el esclavismo propio de Grecia y Roma.

El caso es que se ha conformado un nuevo sistema-mundo en donde ya existe, de hecho, otro bloque de poder alterno a occidente, representado fielmente en China y su Organización de Cooperación de Shanghai (integrada por China, Rusia, India, Pakistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán), su propio banco de desarrollo (el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, creado por China en 2014, está integrado por 84 países, y es equivalente a los tradicionales organismos multilaterales Banco Mundial y FMI), y sus respectivas alianzas militares, particularmente entre China y Rusia.

Este bloque de poder alternativo a occidente, que en lo económico está en pleno proceso de desplazar a los Estados Unidos y sus países del G7 como las principales economías del mundo, y que en lo militar también acechan la hegemonía guerrerista mantenida por décadas por los Estados Unidos, no existía como tal en los últimos dos siglos. Pero su existencia actual está siendo determinante en la manera como se ha desarrollado el proceso político venezolano, sobre todo a partir de la muerte de Chávez.

La China de hoy, aunque dirigida por algo que se autodenomina Partido Comunista, no tiene nada que ver con el socialismo que una vez inspiró la lucha revolucionaria encabezada por Mao Tse Tung (ahora se dice Mao Xe Dong). China es una gran potencia capitalista, la segunda del mundo y muy próxima a desplazar a los Estados Unidos en su capacidad productiva y militar. Su sistema productivo capitalista explota a sus trabajadores, contamina sus ciudades y desequilibra el ambiente tanto o más que occidente.

Rusia por su parte, es la antítesis del socialismo que le precedió, como lo pregona a los cuatro vientos el propio Putin. Es una potencia capitalista que emerge de la profunda crisis a la que la lanzó el hundimiento del estado socialista soviético en las décadas de 1980 y 1990.

Ni China ni Rusia, y tampoco algún otro país de ese nuevo bloque capitalista oriental, enarbolan programas anticapitalistas, socialistas, de liberación de los pueblos, ni nada que se le parezca. A lo más que llegan es a exigir cumplimiento al orden mundial instaurado después de 1945 y condensado en la ONU y demás instituciones internacionales.

La existencia de este bloque oriental es el que le ha permitido a un gobierno como el de Nicolás Maduro mantenerse en el poder, sin necesidad de doblegarse totalmente ante el imperialismo occidental. Porque este gobierno que se dice "obrerista", "revolucionario" y "socialista", ha terminado reproduciendo el mismo camino entreguista y traidor que siguieron los adecos a partir de 1959 (y que habían seguido también las anteriores revoluciones populares venezolanas: Páez, Guzmán y Gómez).

El modelo económico que ejecuta Maduro es totalmente capitalista, y más específicamente es una variante del neoliberalismo más salvaje jamás aplicado en la América Latina. Los niveles de explotación del trabajo asalariado por el capital en Venezuela han llegado al extremo de generar una oleada migratoria sin precedentes en la historia reciente del subcontinente (tanto por la cantidad de personas como por el corto tiempo en que se ha producido). Los programas neoliberales aplicados en los 70 por las dictaduras del cono sur, que también generaron grandes oleadas migratorias, aupadas además por la represión política fascista, están siendo superados por las ejecutorías de Nicolás Maduro, quien hoy hasta sería felicitado por Milton Friedman si viviera.

El salario mínimo venezolano no llega ni a la octava parte del salario mínimo del país considerado más pobre de América, Haití. Los niveles de hambre, pobreza y miseria en Venezuela se han elevado exponencialmente en apenas cinco años. Por otra parte, el plan productivo del madurismo ha repotenciado el rentismo petrolero y minero, que por décadas se consideraron características negativas a superar por un modelo productivo alternativo al capitalismo dependiente imperante desde la colonia.

En lo político, el gobierno de Maduro ha confiscado desde 2016 todos los espacios democráticos de la sociedad venezolana, desde las elecciones sindicales y universitarias, hasta la representación de partidos libremente organizados, pasando por el control casi total de los medios de comunicación principales (diarios y televisoras), y la instauración de un sistema judicial que ha desaparecido la justicia, que ha borrado la vigencia de la constitución y las leyes, y que actúa en base a las órdenes que le dicta el poder ejecutivo.

En lo laboral, Maduro ha liquidado las contrataciones colectivas de todos los sectores de trabajadores, ha aplanado los salarios, desaparecido el ascenso por méritos, aniquilado la profesionalización y la especialización laboral, y ha terminado instaurando un régimen cercano a la esclavitud y la indigencia de los asalariados.

En materia de represión política, Maduro mantiene centenares de presos políticos, muchos de los cuales son sometidos a torturas (como lo han documentado organizaciones independientes de derechos humanos) y hasta uno de ellos, el concejal Fernando Albán, fue lanzado por una ventana del Sebin para asesinarlo. Otros presos que son producto de retaliaciones entre fracciones internas, como los de PDVSA, los dejan morir en las cárceles por falta de atención médica (práctica usual en la dictadura de Juan Vicente Gómez hace cien años), como sucedió con el ministro de petróleo Nelson Martínez. Actualmente hay 15 directivos sindicales de Ferrominera, Venalum y Alcasa como presos políticos en tribunales militares (práctica usual en el gobierno de Carlos Andrés Pérez en la década de 1970).

Yo en lo particular me incorporé a la lucha revolucionaria cuando era estudiante en la USB en enero de 1977, protestando porque un alumno y militante revolucionario que estaba detenido en la Disip fue lanzado por el balcón de uno de los bloques del 23 de enero cuando ejecutaban un allanamiento (Javier Divasson Guillén). Casualmente esa policía asesina, la misma que el año anterior había matado a Jorge Rodríguez, argumentó que Divasson se había "suicidado", como lamentablemente repite hoy el fiscal general del madurismo con relación al concejal Albán.

En materia de antiimperialismo, el gobierno de Maduro ha contratado con las multinacionales del oro más cuestionadas del mundo occidental, como la Gold Reserve y la Barrick Gold (canadienses). La primera incluso fue expulsada del territorio nacional por el gobierno de Chávez, y Maduro la volvió a traer y le pagó la demanda que nos había realizado en el Ciadi (tribunal internacional del cual Chávez se había salido). La Barrick, por su parte, está denunciada en varios países de Latinoamérica por contaminación con cianuro (en Argentina y en República Dominicana, que sepamos) y por destrucción ambiental.

También ha contratado Maduro con las principales multinacionales petroleras de los Estados Unidos, como la Chevron-Texaco, y con empresas norteamericanas desconocidas en el mundo petrolero, pero que pertenecen a amigos de Donald Trump (ver: https://www.aporrea.org/energia/n336507.html). Los contratos petroleros recién firmados reproducen las cláusulas antinacionales de los viejos contratos de la dictadura gomecista, prácticas que se habían superado en Venezuela desde el gobierno de Medina, en 1943.

Los 15 motores y las zonas especiales decretadas por Maduro responden a los viejos planes neoliberales de los años 80 en Latinoamérica, con la creación de las industrias maquiladoras, caracterizadas por la ausencia de regulaciones laborales, escasos controles ambientales y muy baja recaudación impositiva para el Estado.

Junto con el gobierno de Maduro se ha consolidado una nueva burguesía nacional, la boliburguesía (sin que haya dejado de existir la vieja burguesía cuarta republicana). Esa nueva burguesía se ha apoderado, por ejemplo, de casi todos los medios de comunicación nacionales, como el diario El Universal, el Bloque de Armas (diario Meridiano y Meridiano TV), la Cadena Capriles (diario Últimas Noticias), Globovisión, y creadas nuevas televisoras como el canal I. Sus nuevos dueños, como Raúl Gorrín y Wilmer Ruperti, constituyen testaferros directos de los altos dirigentes del gobierno madurista, y financistas de todos los lujos y prebendas con las cuales se compran conciencias militares y judiciales. Gorrín, por ejemplo, es el socio de Alejandro Andrade, ex-tesorero de la nación hoy detenido en USA por el desfalco de miles de millones de dólares del erario público nacional. Ruperti, entre otras cosas, es el que paga los abogados de los sobrinitos presos por narcotráfico en Nueva York. Por su parte la vieja burguesía también participa del festín rentista, y PDVSA ha contratado con Oswaldo Cisneros, mientras Maduro ha financiado gustosamente a Alberto Vollmer con 19 millones de dólares para fabricar ron!!!!

El "socialismo obrerista" de Nicolás Maduro es en la realidad un gobierno neoliberal disfrazado de estalinista del siglo XXI, que establece alianzas económicas tanto con el capitalismo occidental como el oriental, y que se ha sostenido financieramente y en la geopolítica global gracias al respaldo muy interesado de las superpotencias emergentes China y Rusia (interesados no en defender la "revolución bolivariana" hoy inexistente y que a ellos ni les importa, sino en la explotación privilegiada de nuestras riquezas petroleras y mineras).

El régimen de Nicolás Maduro representa esa izquierda traidora que bajo un discurso pseudo socialista se ha entregado en los brazos del capitalismo global. Maduro y quienes le acompañan son objetivamente unos traidores a todos los ideales de transformación que se enarbolaron en Venezuela durante las décadas de 1980 y 1990, sobre todo a partir de la rebelión popular o Caracazo del 27 de febrero de 1989. Este gobierno no puede ser respaldado ni de refilón. Es un gobierno antinacional, antiobrero, antipopular. La lucha contra el actual intervencionismo yanqui representado en Guaido no puede hacerse fortaleciendo al gobierno de Maduro.

La propuesta de retomar el cumplimiento de los mecanismos democráticos consagrados en la constitución nacional, permitiendo que el pueblo soberano se exprese mediante un referéndum, para la convocatoria inmediata de un proceso eleccionario de todos los poderes públicos, previa modificación del CNE y acordando las suficientes garantías jurídicas que eliminen el poder de facto que viene ejerciendo el actual TSJ, es la única salida democrática, popular y revolucionaria, que puede evitar, además, una guerra civil o la consolidación de un régimen con características de dictadura estalinista del siglo XXI.

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 10 de febrero de 2019.
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¿Defenderán la patria los vendepatria?
 
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Cuando tuve oportunidad de estudiar historia en términos académicos, luego de 11 años de militancia en una organización alzada en armas, me llamaron la atención los detalles de la "defensa de la patria" que realizó Cipriano Castro con motivo del bloqueo al que fue sometida la nación en 1902 por las potencias europeas con el fin de cobrar por la fuerza una deuda externa que el mismo Castro había declarado en moratoria unilateral unos años antes.

Hoy sigo pensando que Cipriano Castro de una u otra forma practicó un nacionalismo que estuvo bastante ausente en los gobiernos posteriores a la guerra de independencia. Pero lo resaltante de su famosa proclama contra el bloqueo ("la planta insolente del extranjero…") y de haber apresado a los ingleses y alemanes que vivían en Caracas y colocarlos en el camino que unía a La Guaira con Caracas (para evitar que las tropas inglesas que habían ocupado el puerto de La Guaira subieran a la capital), se diluyó bastante cuando me enteré, leyendo un libro muy importante sobre ese hecho de Manuel Rodríguez Campos ("Venezuela 1902: la crisis fiscal y el bloqueo"), que el representante por Venezuela en las negociaciones que pusieron fin al bloqueo había sido el embajador de Estados Unidos en Caracas, Hebert Bowen, que todos los documentos oficiales de los acuerdos entre Venezuela y las potencias acreedoras, principalmente Inglaterra y Alemania, fueron escritos en inglés (sin traducción oficial), y que Venezuela se comprometió en esos acuerdos a cancelar una deuda externa bastante mayor a la que realmente se mantenía con esos países.

En otras palabras, el nacionalismo verbal y pantallero de Castro se diluyó en las negociaciones que evitaron, aparentemente, que las mencionadas potencias europeas establecieran una cabeza de playa recolonizadora en suelo venezolano (los gringos intervinieron no por "solidaridad", sino para defender su doctrina Monroe de valorar el espacio del continente americano como reservado para ellos solos como superpotencia). El representante venezolano fue, nada más y nada menos, que el embajador yanqui. Ni siquiera se tomó la molestia de redactar los acuerdos en nuestro idioma. Y para remate acordó pagar más de lo que debíamos (probablemente con una jugosa comisión de por medio).

Resulta entonces que el libro de Rodríguez Campos me derrumbó la imagen nacionalista que tenía con respecto a Cipriano Castro. Eso fue hace 30 años. Luego vino Chávez, quien parece que nunca leyó el citado libro, y volvió a colocar a Castro en el panteón de los héroes de la patria. Y así estamos, cuando nuevamente Venezuela se enfrenta a una amenaza real de potencias occidentales que, igual que hace 117 años, se proponen el control privilegiado de nuestros considerables recursos naturales.

Quienes gobiernan hoy a Venezuela han dado fehacientes muestras de su sometimiento general al capitalismo global, ya sea occidental u oriental. Así como han dado evidencias de su condición antipatria al permitir un enorme desfalco a los dineros públicos que según cifras de investigaciones serias publicadas en esta página de aporrea, alcanza los 500 mil millones de dólares. Son unos cuantos los personajes que ocuparon altos cargos en el gobierno venezolano y que hoy están detenidos o investigados en el extranjero por movilizar miles de millones de dólares de manera ilegal (como Alejandro Andrade, Claudia Díaz, Rafael Isea, Raúl Gorrín, Diego Salazar y muchos otros).

El gobierno de Nicolás Maduro no ha realizado ninguna investigación sobre dicho desfalco, más allá de los pantalleos mediáticos del fiscal cada vez que es detenido en el extranjero algún alto funcionario. Así ocurrió cuando fue detenida en 2018 en España Claudia Patricia Díaz Guillén, ex-tesorera de la nación, sobre la cual habían circulado denuncias desde 2014 referidas a la millonada de dólares que se habría llevado y que le permitía un lujoso nivel de vida en República Dominicana. Todas esas denuncias fueron totalmente obviadas, y sólo cuando la detuvieron en España fue que vino el fiscal a inventar un supuesto "código rojo" sobre la citada funcionaria. No obstante, luego de haber anunciado ese código rojo, nada se ha sabido sobre si realmente está en curso una investigación judicial sobre el desfalco cometida por Díaz Guillén.

Igual sucedió con Alejandro Andrade, quien fuera también tesorero de la nación. Ignoradas todas las denuncias sobre su deserción desde 2013 a territorio de los Estados Unidos y su escandalosa forma de vida que mantenía en la Florida, sólo se sintieron aludidas las instituciones venezolanas cuando Andrade fue apresado y enjuiciado en 2018 en ese país por la movilización ilegal de miles de millones de dólares, en asociación con otro personaje, dueño de Globovisión, Raúl Gorrín, quien está libre en Venezuela, y que sepamos no existe sobre él ningún procedimiento judicial sobre las gravísimas acusaciones que se le han hecho en los tribunales estadounidenses. Nuevamente el fiscal salió a decir que sobre Andrade existía en supuesto requerimiento a interpol (que nadie conocía con anterioridad a su detención por los gringos); pero nada dice el fiscal sobre Gorrín. Silencio absoluto. Hasta que Gorrín sea apresado en el extranjero (si se le ocurre salir) y entonces nos volverán con la coba de que ya existe contra él una supuesta investigación y requerimiento a interpol.
Sobre el entreguismo ante las multinacionales ya hemos hablado de eso en escritos anteriores, y aquí en aporrea se han realizado denuncias gravísimas con relación a lo perjudicial para la nación de los contratos firmados por Maduro para explotar el Arco Minero y las nuevas concesiones petroleras en varios puntos del país.

En resumen, una elite madurista que se puede calificar con toda propiedad como de traidores a la patria, enfrentada hoy al otro polo que representa un pasado reciente de lo mismo. Otros traidores a la patria que se estrenaron en 1959 y duraron en el poder hasta 1999. De los cuales Guaido es fiel representante.

Juan Guaido como traidor a la patria ha ido mucho más lejos que sus padres políticos. En nuestra historia son pocos los políticos que han pedido abiertamente la invasión de nuestro territorio por parte de los Estados Unidos. Uno de ellos, Fermín Toro en 1848 (mencionado en el libro de Rafael Cartay: "Historia Económica de Venezuela", p.297). En el siglo XX probablemente los hubo, pero no estoy en conocimiento de ello.

Hoy, a 17 de febrero de 2019, Venezuela se encuentra ante la amenaza real de intervención militar por parte de los Estados Unidos. Aunque las intervenciones militares gringas en el mundo fueron rediseñadas a partir de la gran cantidad de pérdidas humanas que sufrió el ejército estadounidense en Afganistán (2001) y en Irak (2003), y a partir de las intervenciones en Libia y Siria (2011), los yanquis no han usado fuerzas militares propias sino que han recurrido a ejércitos mercenarios como el Estado Islámico o ISIS en Siria, y las milicias de Al Qaeda en Libia. Sin embargo, el loco Trump puede modificar esa estrategia y desembarcar sus marines en suelo patrio, en un nuevo acto criminal que marcaría un hito en la historia del continente. Pero sea con fuerzas propias, con ejercito mercenario o con bombardeos sobre Miraflores, los gringos parecen estar amenazando en serio y vienen actuando como las potencias coloniales europeas de los siglos XV al XIX, que se repartieron el mundo a punta de cañonazos y desataron sangrientos genocidios y etnocidios contra las sociedades no occidentales del resto de continentes.

El problema está en que el pueblo venezolano se encuentra hoy polarizado entre dos fanatismos antipatriotas. Ninguno de los bandos garantiza la defensa de los derechos fundamentales de la nación venezolana. Hoy Venezuela es territorio de disputa geopolítica entre las decadentes potencias occidentales encabezadas por los Estados Unidos (decadentes pero no derrotadas, pues siguen siendo la principal potencia militar del orbe) y las emergentes potencias orientales de las cuales China lidera ampliamente. Todas estas potencias se interesan por Venezuela por nuestras grandes riquezas petroleras y mineras. Si fuéramos Haití, ni los Chinos, ni los Rusos se pronunciaran como lo han hecho con Venezuela. De hecho, la brutal represión que actualmente desata el régimen proyanqui de Haití contra su pueblo en rebelión desde hace semanas, no ha encontrado de parte de China, Rusia, Turquía o Irán, declaración de ningún tipo ni interés alguno. Haití no tiene petróleo, ni hierro, ni oro, ni carbón, ni aluminio, ni coltán, por lo menos no lo tiene en las inmensas cantidades en que dichos recursos naturales se encuentran en nuestro suelo patrio.

Volviendo a la pregunta con que titulo este artículo, pensamos que será difícil que una elite vendepatria como la madurista (alto gobierno civil y militar) salga en defensa de la nación, si llegasen a estallar agresiones militares reales y efectivas. Una fuerza militar que se mantiene "leal" gracias a los enormes beneficios económicos que Maduro les ha otorgado a los altos oficiales, entregándoles el control de casi todas las empresas del estado, de los ministerios de la economía, y dándoles privilegios centrales en el otorgamiento de viviendas, vehículos, electrodomésticos, alimentos y medicinas. Esa "lealtad" que se mantiene a base de prebendas y privilegios difícilmente se vaya a expresar como defensa de los intereses nacionales si llega a estallar una guerra.

Además, la única guerra que apoyaríamos en este caso es una guerra revolucionaria del pueblo contra los ejércitos del capital mundial. No nos queda claro cómo se puede ubicar a las actuales FANB como fuerzas revolucionarias del pueblo, cuando no representan ningún elemento programático de una verdadera revolución. Una sociedad donde no hay democracia ni en las universidades. Donde los niveles de explotación del trabajo asalariado por el capital superan ampliamente al capitalismo imperante en todo el continente americano. Donde no existe ninguna "conquista revolucionaria" que quede en pie y merezca ser defendida.

La única opción es desatar una guerra revolucionaria con nuevos mandos civiles y militares, que enfrente y derrote la agresión imperialista, y a la vez desplace del poder a la actual elite corrupta madurista. Porque de lo contrario, para el pueblo trabajador siempre estará presente la consigna decimonónica: "proletarios del mundo, uníos", que traducido a los conflictos bélicos implica que los trabajadores jamás deben apoyar una guerra entre burguesías, así sea nuestra propia burguesía "nacional" que se enfrenta a otras burguesías extranjeras (como hicieron los Bolcheviques rusos en 1914, rechazando la guerra imperialista y promoviendo en cambio la revolución proletaria).
Las guerras son declaradas por la disputa entre burguesías enfrentadas, y quienes mueren son los trabajadores oprimidos por una u otra de esas burguesías. Nada gana el pueblo trabajador cuando las burguesías que se disputan el control geopolítico mundial generan guerras (locales o mundiales) para obtener una mayor cuota de control sobre los recursos económicos de determinados territorios.

Los trabajadores no tienen patria, y defender a la burguesía que los explota no forma parte del programa de una revolución. Repito, la única forma de respaldar una guerra en defensa de la patria es aniquilando simultáneamente el poder de quienes se han convertido en una nueva boliburguesía neoadeca. Ese debe ser el principal punto programático para actuar al momento en que se desate, si llega a desatarse, la agresión de los Estados Unidos contra la patria venezolana.

NI BUROCRACIA NEOADECA NI BURGUESÍA TRADICIONAL

NI IMPERIALISMO YANQUI NI CAPITALISMOS EMERGENTES ORIENTALES

GUERRA POPULAR REVOLUCIONARIA CONTRA TODO TIPO DE EXPLOTACION Y ENTREGUISMO

A LA AGRESIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS Y SUS ALIADOS HAY QUE RESPONDER CON LA GUERRA REVOLUCIONARIA POR EL PODER REAL DE LOS TRABAJADORES Y TODO EL PUEBLO
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