Colapso escalonado del madurismo y calvario del pueblo bolivariano
Roberto López Sánchez - www.aporrea.org
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El gobierno de Nicolás Maduro se encuentra en un proceso de colapso que se desarrolla lentamente pero manteniendo una continuidad en el tiempo. Es un colapso escalonado pues el régimen de Maduro no logra estabilizar nada, ni la economía, ni la realidad política, ni la acción de las instituciones públicas, ni la enorme problemática social que se deriva de su rotundo fracaso.
No es que nos parezcamos cada vez más a Cuba. Pues ese país logró estabilizar un sistema político y económico (el cual no comparto en lo absoluto, pues es un régimen estalinista de partido único y economía ultracentralizada de capitalismo de estado, disfrazado como supuesto "socialismo latinoamericano") desde hace varias décadas. Pero es que Maduro no logra estabilizar nada. Todo se desmorona a lo largo y ancho de Venezuela. De a poco, pero el desmoronamiento es constante día a día y semana a semana.
La economía, el aparato productivo venezolano, centrado desde hace un siglo en la explotación petrolera, mantiene una caída continuada del producto interno bruto en los últimos 4-5 años, y la gestión de Maduro parece pronunciar cada vez más dicha caída. El mejor ejemplo es la caída de la producción petrolera que desde 2012 ha bajado desde cifras cercanas a los tres millones de barriles diarios a apenas 700 mil según el último informe de la OPEP del mes de marzo de 2019. Una caída del 75 % de la producción que sigue sin detenerse con la increíblemente brutal gestión del general Quevedo, que amenaza con paralizar también la producción interna de gas doméstico con las graves implicaciones que ello traerá en un país donde la crisis eléctrica impide recurrir a cocinas que usen electricidad en vez de gas. Gracias a Maduro-Quevedo las familias venezolanas estamos regresando al siglo XIX y al uso de cocinas de leña y carbón.
La crisis eléctrica fue anunciada y denunciada por los propios trabajadores de Corpoelec y por profesionales expertos en el área con suficiente antelación, e incluso recuerdo a uno de los próceres maduristas, el ministro Chacón, que ofreció en 2013 resolver dicha crisis eléctrica en "100 días de gestión". Nada se hizo para resolver la falta de mantenimiento e inversión, junto a las prácticas corruptas que anularon todas las iniciativas de generación termoeléctrica y eólica. Cuando hoy Venezuela atraviesa un mega apagón continuado, en vez de la actuación de la fiscalía y los tribunales encausando a todos los ministros y funcionarios que robaron y dejaron de cumplir su responsabilidad, el gobierno inventa sabotajes fantasiosos y delira con supuestas conspiraciones que a nadie convencen.
La actividad productiva interna no se reanima, como tampoco ocurre con el comercio, debido, entre otras razones, a la caída brutal del ingreso salarial de los trabajadores, que ha colocado a millones y millones de venezolanos en condiciones de pobreza crítica, destinando sus escasos ingresos a comprar exclusivamente una mínima cantidad de alimentos. Se desarrolla una brutal contracción del mercado interno. Sólo subsisten los comercios que venden alimentos. Sólo se mantienen los espacios productivos de alimentos para el consumo interno.
El colapso de las instituciones públicas se manifiesta principalmente en el sector salud y en el sistema educativo. Los hospitales y ambulatorios han perdido casi totalmente su capacidad para brindar servicios elementales de salud. El pueblo llano se muere por enfermedades que serían superadas en poco tiempo si existiera un mínimo sistema de salud que funcionara. Los altos costos de las medicinas y los insumos médicos han establecido como de alto riesgo el enfermarse hoy en Venezuela. Quienes más sufren son los niños y los ancianos, aunque en general todo aquel trabajador que viva de su salario tiene prohibido sufrir enfermedades o padecimientos de cualquier tipo, pues el caótico sistema nacional de salud no le garantiza la vida. Esa es nuestra patética realidad.
Las universidades han decaído a niveles gomecistas y la juventud estudiantil ha desertado masivamente en proporciones que superan ampliamente el 50 % de la matrícula. La producción de ciencia y tecnología ha desaparecido casi totalmente y la juventud profesional emigra en proporciones cada vez mayores.
En prácticamente todas las instituciones públicas el porcentaje de renuncias y migrados se ubica en niveles iguales o superiores a los que aún permanecen. La migración no es algo que se pueda ubicar políticamente en sectores de la población que se consideren "opositores" a Maduro; también están emigrando grandes proporciones de chavistas desencantados e incluso quienes manteniendo el apoyo al gobierno se van porque no pueden vivir con los miserables sueldos que aquí paga el "presidente obrero". Puedo hacer una larga lista de estos últimos que se han ido en lo que va de año.
Los niveles de corrupción son tan descarados y fuera de control que se pueden observar a simple vista en las bombas de gasolina de ciudades fronterizas como Maracaibo. Policías, militares, funcionarios de PDVSA y bomberos se combinan en una cadena corrupta que privilegian a quienes pagan las tarifas de la coima (incluso en dólares) y obligan a los ciudadanos comunes y honestos a realizar largas colas de 6 y más horas. En las calles principales de Maracaibo como la avenida Guajira y los alrededores de la Plaza de Toros se puede ver a media mañana más de diez vendedores de gasolina con pimpinas de 5 litros, por las cuales se piden hasta 40.000 bolívares soberanos, actividad completamente ilegal que se realiza a los ojos de todas las autoridades policiales y militares, y del mismo alcalde y el mismo gobernador que pasan por allí con frecuencia.
Lo único que prospera hoy en Venezuela son los negocios ilegales, las prácticas corruptas. Uno de ellos, el contrabando de gasolina hacia Colombia: una larga cadena de comercio que se inicia en las bombas de gasolina con vehículos desvencijados y motos que varias veces al día, una y otra vez, llenan sus tanques, y termina en los cruces fronterizos donde la fuerza armada que debería impedir esa práctica ilícita hace su agosto cobrando las "tarifas" fijadas para todo lo que pase por allí. Todos los caprice e impala de los años 80 se concentran hoy en Maracaibo, uniéndose a las camionetas Bronco y miles de motos, empujando el floreciente negocio del contrabando de gasolina. De los centenares de vehículos que observo en las gasolineras del norte de Maracaibo a las 6 de la mañana, calculo que un 80 % son bachaqueros (muy fácil identificar por los vehículos viejos y destartalados). Otro mal ejemplo de negocio floreciente en Venezuela es la legalización, apostillamiento y emisión de documentos legales de todo tipo, destinados a los miles y miles de compatriotas que semanalmente abandonan el país buscando un mejor futuro. Ha crecido una enorme mafia que penetra el Saime, los ministerios de educación, las universidades públicas y privadas, registros, notarías y cualquier otra institución que tenga que ver con documentos requeridos en otros países para poder trabajar. Todo se cobra en dólares, y es prácticamente imposible legalizar o sacar un documento por los mecanismos normales de cada institución. El desespero de quienes desean irse aúpa la especulación de funcionarios que perdieron toda moral.
El paisaje mañanero de una gran ciudad como Maracaibo, la segunda de Venezuela, es el de una población de ancianos que amanecen haciendo colas largísimas en las pocas entidades bancarias que aún funcionan (que por cierto varios de ellos han fallecido en el último año mientras hacen las largas colas para cobrar su pensión), y de una pequeña población trabajadora que supera los 40-50 años que se dirige a sus centros laborales. No se ven jóvenes casi por ningún lado. Sobre todo es difícil ubicar ciudadanos entre los 20 y los 45 años. Pareciera que se hubieran ido todos. Apenas identifico a jóvenes en las labores de vigilantes privados (un vigilante cuadruplica el sueldo de un profesor titular a dedicación exclusiva, con prima doctoral y bono de antigüedad de 23 años). Si nos guiamos por nuestras aulas de clase, podemos comprobar que en secciones que antes teníamos más de 30 alumnos hoy apenas queda uno sólo o ya no tenemos quien ocupe los pupitres. De cuatro materias que dicto en Antropología/LUZ apenas tengo 9 alumnos en total. Igual ocurre en buena parte de las carreras de esta y otras universidades.
Los constantes apagones han profundizado la crisis del servicio de agua en las principales ciudades del país. Junto con la falta de agua, la crisis eléctrica afecta considerablemente los servicios telefónicos y de internet, dejando a la población totalmente desinformada e incomunicada. En ciudades como Maracaibo la profunda crisis del transporte público deja a las familias incomunicadas aun viviendo en la misma ciudad. Entre apagones, falta de agua, sin teléfono, sin internet, sin transporte, sin noticias, la ciudadanía se angustia, se deprime, pierde la noción del tiempo. Te encuentras con gente que cree que está en domingo cuando en realidad es miércoles. O que perdió la cuenta del día del mes en que estamos.
Me encuentro con gente que decide de un día para otro irse del país, antes de volverse locos ante tanta presión y desasosiego. Para los pequeños comerciantes, las amenazas e intentos de saqueos ante cada apagón actúan como impulsores para emigrar. Los niños sufren la partida de alguno de los padres que sale a buscar un mejor ingreso, y son repartidos entre abuelos y tías en una triste realidad que configura una crisis familiar de grandes dimensiones, que tendrá repercusiones muy negativas a corto, mediano y largo plazo para toda la sociedad venezolana.
De que Maduro ha fracasado en todos los órdenes no queda ninguna duda. Que se puede mantener en el poder por varios años más, también es perfectamente posible. Pues el estado policial que ha construido, con todas las instituciones firmemente controladas por la fuerza permanente de la FANB, el SEBIN y la DGCIM, junto al resto de poderes de facto como la ANC, el TSJ, la Fiscalía y el CNE, le garantiza la aniquilación inmediata de toda protesta social (y de sus dirigentes) que amenace la estabilidad de la mafia gobernante.
Pero no tengo claro a dónde puede conducir esta debacle escalonada que sufrimos desde hace más de seis años. Un régimen sin estabilidad de ningún tipo no necesariamente pueda estar por tiempo indefinido en el poder. Tal vez nos acercamos a una profunda crisis interior, que incluya la protesta social, la fractura institucional, la confrontación entre las mismas mafias gobernantes, y lo que pueda aportar la decaída conspiración imperialista de Trump-Guaidó (conspiración que no sólo no respaldo, sino que me opongo y denuncio como antinacional, tan antinacional como el programa que ejecuta Maduro y del cual hemos hablado en documentos anteriores).
Por el momento, Maduro conduce las riendas de la nación, haciendo pasar a 30 millones de venezolanos por las peores condiciones de vida que hayamos tenido desde conflagraciones históricas como la lejana Guerra de Independencia y la Guerra Federal.
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