MÉTANSE SUS OPINIONES POR DONDE LES QUEPAN
Roberto López Sánchez
Sorprende el refinado lenguaje diplomático con el cual
el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez, ha
respondido ante las críticas formuladas por los presidentes de Brasil, Lula Da
Silva, y de Colombia, Gustavo Petro (https://www.swissinfo.ch/spa/brasil-y-colombia-expresan-%22preocupaci%c3%b3n%22-por-restricciones-electorales-en-venezuela/74379575),
contra las irregularidades presentadas durante el proceso de inscripción de
candidatos a las elecciones presidenciales previstas para el 28 de julio del
presente año (https://talcualdigital.com/jorge-rodriguez-responde-a-petro-y-a-lula-metanse-sus-opiniones-por-donde-les-quepan/).
Ténganse en cuenta que Brasil y Colombia son nuestros
países vecinos en el subcontinente latinoamericano (además de Guyana). Ténganse
en cuenta también que los presidentes de ambos países, Lula Da Silva y Gustavo
Petro, representan a fuerzas de izquierda, acosadas por la ultraderecha
pitiyanki en sus respectivos países, y que han venido cumpliendo en los últimos
años el papel de aliados políticos del gobierno madurista, también acosado por
el bloqueo imperial de USA y sus aliados.
Esta fuerte y muy grosera contestación de Jorge
Rodríguez trasciende todo el protocolo de las relaciones diplomáticas entre
países, y más aún entre países aliados, y se coloca al nivel de pelea entre
malandros en barrio marginal. En la práctica, implica una ruptura de
relaciones, por lo menos informal, y levanta muchas dudas sobre el dislocado
rumbo que parece seguir el madurismo en sus relaciones internacionales y su
política interna.
Decirle a Lula y a Petro que se metan sus críticas por
el trasero, equivale a un insulto que sólo se justifica entre Estados que se
encuentran en guerra, o que se consideren enemigos a muerte. Si el gobierno de
Nicolás Maduro insulta de esa forma a los principales gobernantes que hasta
este momento constituían sus principales y seguros aliados en el continente, es
demostración que los límites de una moral ciudadana, de principios de amistad y
solidaridad internacional entre países hermanos, fueron derribados
completamente, y que el madurismo está transitando por una etapa de
descomposición total.
El gobierno de Maduro dio pie a las observaciones cada
vez más críticas de estos países hermanos, cuando nuestro canciller Gil redactó
una “respuesta” contra las declaraciones de Brasil, dando a entender que
atribuía esas declaraciones a funcionarios subalternos de la cancillería
brasileña, de las cuales el presidente Lula estaría en desconocimiento. Esa declaración
de Iván Gil, en la cual deja al presidente Lula como un imbécil, al decir que
sus funcionarios de la cancillería formulan declaraciones públicas sin su
consentimiento, es evidente que originó que fuera el propio Lula el que saliera
a realizar las críticas contra las irregularidades en el proceso electoral
venezolano.
Igual ocurrió con Petro. Maduro, de manera no tan
indirecta, lo llamó “izquierda cobarde”, luego de la declaración del canciller
colombiano, a lo que respondió inmediatamente el propio presidente Petro,
argumentando que el objetivo de Chávez era abrir un proceso de transformación
democrático, y dejando tácitamente el mensaje de que el proceso que conduce
Maduro no tiene nada de democrático.
Nicolás Maduro, en un abrir y cerrar de ojos, amplió
el campo de su combate anti imperialista, incluyendo a los gobiernos de
izquierda de Brasil y de Colombia entre las naciones que son dirigidas por el
Departamento de Estado de los Estados Unidos, el cual sería el que les “dictó”
las críticas contra el gobierno venezolano.
La conducta del madurismo gobernante pudiera estar
ingresando en niveles de locura preocupante. Generalmente, las diferencias
entre países aliados se canalizan por mecanismos bilaterales, en privado, no de
manera pública. Pero Maduro y su élite gobernante resulta que están
respondiendo como pelea de borrachos en feria pueblerina.
Lo más preocupante de todo esto es la sensación que
nos deja a todos los ciudadanos venezolanos. Si Maduro y su gobierno son
capaces de responder y tratar así a dos presidentes “amigos”, presidentes que
son respetados por su defensa de las libertades democráticas en sus respectivos
países, y que sin duda tienen un lugar ganado en las luchas latinoamericanas
por transformar los sistemas políticos históricamente subordinados al capital
global, en un momento en que son muy pocos los amigos que tiene el madurismo en
el contexto internacional, ¿qué trato podemos esperar los venezolanos, que no
tenemos espacios políticos, ni jurídicos, ni sociales, para ejercer una defensa
de nuestros más elementales derechos constitucionales?
La conclusión que toda Venezuela saca de estas
declaraciones contra Lula y Petro, y que probablemente también saca toda la
población latinoamericana que respalda los necesarios y urgentes procesos de
transformación social en el continente, es que el Estado venezolano está en
manos de unos incapaces, que utilizan un lenguaje de delincuentes, y que
ejercen su poder en el país violando flagrantemente la vigente constitución y
leyes. Que es precisamente lo que cuestionaron Lula y Petro, que el no haber
permitido la inscripción de la candidata de la Plataforma Unitaria no tuvo
ningún tipo de razón jurídica, que no existían contra ella ningún tipo de
observación legal, y que eso constituía un acto de fuerza que rompe el orden
constitucional vigente, como efectivamente lo es.
En un análisis prospectivo, si así ha comenzado este
proceso electoral presidencial, la disputa internacional recrudecerá
considerablemente en las próximas semanas y meses. Porque la voluntad del
madurismo de “ganar las elecciones por las buenas o por las malas” (https://www.dw.com/es/vamos-a-ganar-por-las-buenas-o-por-las-malas-amenaza-maduro/a-68170506),
los conduce directamente a nuevas violaciones del ordenamiento legal electoral.
Ya es bastante preocupante que el madurismo se atribuya, sin ninguna prueba de
ello, que Maduro recibió 4,5 millones de votos (Maduro lo aumentó ahora a 5
millones de votos de militantes del PSUV) en las elecciones internas del
partido de gobierno, cuando toda Venezuela sabe con certeza que el gobierno no
cuenta ni con dos millones de personas que lo respalden, lo que hace pensar que
el conteo de votos en las elecciones del 28 de julio no se realizará de una
manera supervisada y controlada por los observadores internacionales, y que
cualquier cifra inventada podrá salir de ese resultado (como los 10 y tantos
millones de votos que se inventaron en el referéndum sobre el Esequibo).
No obstante, nuestra disposición, y la de todo el
pueblo, debe seguir siendo la de salir a votar por el candidato que unifique y
garantice la derrota electoral de este régimen que se parece más a una
dictadura que a una democracia. Si violentan los resultados de las elecciones,
el madurismo correrá con las consecuencias políticas de eso, tanto a nivel
nacional como internacional. Que no seamos nosotros quienes le facilitemos al
madurismo su continuidad en el poder. La abstención no es ninguna opción. Hay
que votar para sacar a Maduro, pacífica, democrática, electoral y
constitucionalmente.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 30 de marzo de 2024.