sábado, 30 de marzo de 2024

 

MÉTANSE SUS OPINIONES POR DONDE LES QUEPAN

Roberto López Sánchez

Sorprende el refinado lenguaje diplomático con el cual el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez, ha respondido ante las críticas formuladas por los presidentes de Brasil, Lula Da Silva, y de Colombia, Gustavo Petro (https://www.swissinfo.ch/spa/brasil-y-colombia-expresan-%22preocupaci%c3%b3n%22-por-restricciones-electorales-en-venezuela/74379575), contra las irregularidades presentadas durante el proceso de inscripción de candidatos a las elecciones presidenciales previstas para el 28 de julio del presente año (https://talcualdigital.com/jorge-rodriguez-responde-a-petro-y-a-lula-metanse-sus-opiniones-por-donde-les-quepan/).

Ténganse en cuenta que Brasil y Colombia son nuestros países vecinos en el subcontinente latinoamericano (además de Guyana). Ténganse en cuenta también que los presidentes de ambos países, Lula Da Silva y Gustavo Petro, representan a fuerzas de izquierda, acosadas por la ultraderecha pitiyanki en sus respectivos países, y que han venido cumpliendo en los últimos años el papel de aliados políticos del gobierno madurista, también acosado por el bloqueo imperial de USA y sus aliados.

Esta fuerte y muy grosera contestación de Jorge Rodríguez trasciende todo el protocolo de las relaciones diplomáticas entre países, y más aún entre países aliados, y se coloca al nivel de pelea entre malandros en barrio marginal. En la práctica, implica una ruptura de relaciones, por lo menos informal, y levanta muchas dudas sobre el dislocado rumbo que parece seguir el madurismo en sus relaciones internacionales y su política interna.

Decirle a Lula y a Petro que se metan sus críticas por el trasero, equivale a un insulto que sólo se justifica entre Estados que se encuentran en guerra, o que se consideren enemigos a muerte. Si el gobierno de Nicolás Maduro insulta de esa forma a los principales gobernantes que hasta este momento constituían sus principales y seguros aliados en el continente, es demostración que los límites de una moral ciudadana, de principios de amistad y solidaridad internacional entre países hermanos, fueron derribados completamente, y que el madurismo está transitando por una etapa de descomposición total.

El gobierno de Maduro dio pie a las observaciones cada vez más críticas de estos países hermanos, cuando nuestro canciller Gil redactó una “respuesta” contra las declaraciones de Brasil, dando a entender que atribuía esas declaraciones a funcionarios subalternos de la cancillería brasileña, de las cuales el presidente Lula estaría en desconocimiento. Esa declaración de Iván Gil, en la cual deja al presidente Lula como un imbécil, al decir que sus funcionarios de la cancillería formulan declaraciones públicas sin su consentimiento, es evidente que originó que fuera el propio Lula el que saliera a realizar las críticas contra las irregularidades en el proceso electoral venezolano.

Igual ocurrió con Petro. Maduro, de manera no tan indirecta, lo llamó “izquierda cobarde”, luego de la declaración del canciller colombiano, a lo que respondió inmediatamente el propio presidente Petro, argumentando que el objetivo de Chávez era abrir un proceso de transformación democrático, y dejando tácitamente el mensaje de que el proceso que conduce Maduro no tiene nada de democrático.

Nicolás Maduro, en un abrir y cerrar de ojos, amplió el campo de su combate anti imperialista, incluyendo a los gobiernos de izquierda de Brasil y de Colombia entre las naciones que son dirigidas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, el cual sería el que les “dictó” las críticas contra el gobierno venezolano.

La conducta del madurismo gobernante pudiera estar ingresando en niveles de locura preocupante. Generalmente, las diferencias entre países aliados se canalizan por mecanismos bilaterales, en privado, no de manera pública. Pero Maduro y su élite gobernante resulta que están respondiendo como pelea de borrachos en feria pueblerina.

Lo más preocupante de todo esto es la sensación que nos deja a todos los ciudadanos venezolanos. Si Maduro y su gobierno son capaces de responder y tratar así a dos presidentes “amigos”, presidentes que son respetados por su defensa de las libertades democráticas en sus respectivos países, y que sin duda tienen un lugar ganado en las luchas latinoamericanas por transformar los sistemas políticos históricamente subordinados al capital global, en un momento en que son muy pocos los amigos que tiene el madurismo en el contexto internacional, ¿qué trato podemos esperar los venezolanos, que no tenemos espacios políticos, ni jurídicos, ni sociales, para ejercer una defensa de nuestros más elementales derechos constitucionales?

La conclusión que toda Venezuela saca de estas declaraciones contra Lula y Petro, y que probablemente también saca toda la población latinoamericana que respalda los necesarios y urgentes procesos de transformación social en el continente, es que el Estado venezolano está en manos de unos incapaces, que utilizan un lenguaje de delincuentes, y que ejercen su poder en el país violando flagrantemente la vigente constitución y leyes. Que es precisamente lo que cuestionaron Lula y Petro, que el no haber permitido la inscripción de la candidata de la Plataforma Unitaria no tuvo ningún tipo de razón jurídica, que no existían contra ella ningún tipo de observación legal, y que eso constituía un acto de fuerza que rompe el orden constitucional vigente, como efectivamente lo es.

En un análisis prospectivo, si así ha comenzado este proceso electoral presidencial, la disputa internacional recrudecerá considerablemente en las próximas semanas y meses. Porque la voluntad del madurismo de “ganar las elecciones por las buenas o por las malas” (https://www.dw.com/es/vamos-a-ganar-por-las-buenas-o-por-las-malas-amenaza-maduro/a-68170506), los conduce directamente a nuevas violaciones del ordenamiento legal electoral. Ya es bastante preocupante que el madurismo se atribuya, sin ninguna prueba de ello, que Maduro recibió 4,5 millones de votos (Maduro lo aumentó ahora a 5 millones de votos de militantes del PSUV) en las elecciones internas del partido de gobierno, cuando toda Venezuela sabe con certeza que el gobierno no cuenta ni con dos millones de personas que lo respalden, lo que hace pensar que el conteo de votos en las elecciones del 28 de julio no se realizará de una manera supervisada y controlada por los observadores internacionales, y que cualquier cifra inventada podrá salir de ese resultado (como los 10 y tantos millones de votos que se inventaron en el referéndum sobre el Esequibo).

No obstante, nuestra disposición, y la de todo el pueblo, debe seguir siendo la de salir a votar por el candidato que unifique y garantice la derrota electoral de este régimen que se parece más a una dictadura que a una democracia. Si violentan los resultados de las elecciones, el madurismo correrá con las consecuencias políticas de eso, tanto a nivel nacional como internacional. Que no seamos nosotros quienes le facilitemos al madurismo su continuidad en el poder. La abstención no es ninguna opción. Hay que votar para sacar a Maduro, pacífica, democrática, electoral y constitucionalmente.

 

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 30 de marzo de 2024.

 

 

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