INTRODUCCIÓN.
La estructura económica y social existente durante el período colonial no
sufrió mayores modificaciones con el proceso de independencia y la instauración
de la República. Esta estructura, agroexportadora y monoproductora, estaba
basada en la explotación de la mano de obra esclava en las grandes plantaciones
cacaoteras, y en la explotación del trabajo de los peones en las haciendas
ganaderas. Las relaciones sociales coloniales, incluyendo a la esclavitud,
fueron ratificadas con la Constitución de 1830. La oligarquía criolla se valió
de los esclavos y mestizos para poder conquistar la guerra de independencia,
pero una vez concluida la misma se propuso restablecer el sistema de dominación
en el cual ellos debían jugar el papel hegemónico. Uno de los cambios sociales
más significativos se produjo con la incorporación de los caudillos militares a
la oligarquía dominante, en su condición de grandes terratenientes
[1] y poseedores de buena parte del poder
político. El otro cambio fue el duro golpe que sufrió el sistema esclavista
durante la independencia
[2], pues
pese a que el mismo se mantuvo vigente hasta 1854, la oligarquía nunca pudo
restablecer el grado de dominación social que tenía durante la colonia.
No obstante, la independencia dejó sin resolver gran parte de las
desigualdades sociales que anidaban en la sociedad colonial. Consecuencia de
ellos fueron las luchas sociales que estallaron durante la década de 1840, y el
posterior desarrollo de la Guerra Federal. La rebelión urbana del pueblo
caraqueño manifestado en las acciones del 9 de febrero de 1844
[3] y del 24 de enero de 1848
[4], junto a la insurrección campesina
desarrollada en 1846-47 en la zona central del país, reflejaron un descontento
que ya estaba implícito en la conspiración de negros y mestizos de Caracas en
1831
[5].
Cuando Ezequiel Zamora proclamó la Federación el 20 de febrero de 1859,
volvía a resurgir el ansia igualitaria que el pueblo venezolano había demostrado
a través de gestas heroicas de lucha como la de los Comuneros de los Andes en
1781, la de José Leonardo Chirinos en 1795, la de Gual y España en 1797, la de
Francisco Javier Pirela en 1799 y las insurrecciones de esclavos en 1812-1814.
Zamora significaba el líder al fin encontrado para canalizar todo un deseo de
democracia e igualación social que surgió durante el proceso de descomposición
de la sociedad colonial.
Considerar hoy, en 1999, la figura histórica de Ezequiel Zamora, es una forma
de rescatar la memoria de las luchas populares y de sus líderes, aunque no hayan
obtenido triunfos significativos. Ahora que se abre un proceso de cambios en la
historia venezolana, consideremos la experiencia de lucha social que nos dejó el
pasado, como una forma de encontrar las raíces de la corriente histórico-social
democrática y revolucionaria, al mismo tiempo que nos precavemos para no repetir
los errores que en su momento truncaron las aspiraciones del pueblo.
La historia de Venezuela refleja de manera permanente el espíritu de lucha
del pueblo y su deseo de conquistar una sociedad igualitaria y democrática,
desde el mismo momento en que Guaicaipuro se alzó en armas tratando de expulsar
de estas tierras al conquistador español. El proceso de lucha popular que
culminó momentáneamente con la muerte de Zamora durante la Guerra Federal,
resurgió años después en un contexto urbano, ya en la sociedad petrolera del
gomecismo. La corriente histórico-social democrática y revolucionaria renació en
el año 28 y dio origen a la actual democracia representativa, en cuya agonía ha
vuelto a resurgir un movimiento popular de cambio que ha permitido el triunfo
electoral de Hugo Chávez, abriendo una esperanza transformadora a partir del
proceso constituyente que empieza a nacer
[6]. Recordar la gesta histórica de Ezequiel Zamora, cuyos
ideales han inspirado la conformación del movimiento bolivariano revolucionario,
es actualizar su proyecto transformador y su ejemplo de sacrificio por la causa
del pueblo.
1.LAS REBELIONES URBANAS Y CAMPESINAS DE LOS AÑOS 40 :
La década de los 40 significó el resurgir de las contradicciones
sociales que no habían quedado resueltas luego del proceso de independencia. La
aparición del periódico “El Venezolano”, el 24 de agosto de 1840, dirigido por
Antonio Leocadio Guzmán y alrededor del cual se va a organizar la Sociedad
Liberal o Partido Liberal, favoreció indirectamente la incoporación de las masas
populares a la lucha política que se escenificaba en el país. El Partido Liberal
se constituyó como represente de la oligarquía terrateniente que, a lo largo del
período hegemonizado por José Antonio Páez, fue desplazada progresivamente del
poder que compartía con los sectores que dominaban el comercio y las finanzas.
Al criticar la política económica desarrollada por los gobiernos paecistas, los
liberales tenían que difundir las difíciles condiciones de vida de las grandes
mayorías sociales, y al hacer esto agitaban de nuevo los anhelos igualitarios
que Boves y Bolívar habían promovido en su tiempo.
Al profundizarse en 1842-43 la crisis económica debido a la baja de precios
de los productos exportables, el descontento popular comenzó a manifestarse en
una serie de eventos que condujeron al colapso del régimen paecista. El 9 de
febrero de 1844 el pueblo de Caracas, movilizado ante el tribunal que enjuiciaba
a Antonio Leocadio Guzmán por sus críticas al Banco Nacional, logró bajo presión
que Guzmán fuera absuelto de los cargos que se le imputaban. En las elecciones
municipales de 1844, los liberales triunfaron en el Cantón Caracas, aunque
pierden en el resto del país. El 6 de julio de 1846 se produjo un alzamiento de
los caleteros del puerto de La Guaira. Finalmente, en septiembre de 1846,
estalla una insurrección campesina y antiesclavista en los llanos centrales,
dirigida por Francisco José Rangel y Ezequiel Zamora.
Ezequiel Zamora, joven comerciante de 29 años para 1846, acababa de ser
electo concejal en Villa de Cura, como candidato de los liberales. Dicha
elección fue anulada por el ejecutivo, al igual que en todos los casos del
interior del país en los cuales los resultados electorales significaron derrotas
gubernamentales
[7]. Ante esta
situación, se comenzaron a difundir llamados a la rebelión armada entre las
filas liberales. El 1º de septiembre estalló la primera sublevación liberal, al
alzarse en la Sierra de Carabobo Francisco Rangel, campesino mestizo y antiguo
soldado de las tropas llaneras del general Zaraza en la Guerra de Independencia.
Antonio Leocadio Guzmán se opuso a la rebelión armada y buscó entablar
negociaciones con Páez. Zamora y otros, descontentos ante la actitud de Guzmán,
deciden incorporarse a la rebelión campesina. Pero la inexperiencia militar de
Zamora favoreció su pronta derrota ante las fuerzas militares paecistas,
comandadas por veteranos de la independencia. No obstante, las guerrillas
liberales se mantienen durante varios meses, siendo Zamora el último liberal en
ser derrotado y capturado, en marzo de 1847.
La insurrección campesina de 1846-47 no contó con el apoyo de los principales
jefes del Partido Liberal, comenzando por el mismo Guzmán. Tal vez por esta
causa se vio reducido su poder de convocatoria hacia las grandes masas populares
que apoyaban a los liberales. Tampoco fue capaz de extenderse a otras regiones
del país como el Oriente, Barquisimeto, Coro, Zulia y los Andes. Sin embargo, el
espíritu de lucha social se revitalizó, con el surgimiento de líderes que, como
Ezequiel Zamora, jugarían un papel destacado en la década siguiente. Al mismo
tiempo, la rebelión liberal campesina contribuyó a minar las bases en que se
sustentaba el poder conservador de Páez, propiciando los acontecimientos del 24
de enero de 1848, cuando el asalto popular al Congreso significó el colapso del
poder hegemónico paecista. El siguiente período en el cual la familia Monagas
ejerció el control del poder político, atenuó momentáneamente las
contradicciones sociales gracias al apoyo inicial que los liberales le dieron a
su gobierno.
2. LA GUERRA FEDERAL Y EL LIDERAZGO DE EZEQUIEL ZAMORA.
“
No habrá pobres ni ricos, ni esclavos ni dueños, ni poderosos ni
desdeñados, sino hermanos que sin descender la frente se traten bis a bis, de
quien a quien”.
Ezequiel Zamora (correspondencia, Barinas, 12/12/1859)
[8].
El estallido de la Guerra Federal en 1859 fue más que una lucha por la
implantación del sistema federal de gobierno
[9], y se manifestó principalmente como una insurrección
campesina que planteaba las mismas aspiraciones de las rebeliones de esclavos en
1812-1814. Su antecedente más inmediato lo constituyó la rebelión campesina de
1846-47, en la cual había tenido destacada participación el mismo Ezequiel
Zamora. La guerra federal significó el epílogo de este terremoto social que se
desató en el proceso de disolución del sistema colonial español en Venezuela.
Como plantea Armas Chitty,
“
la Federación completó la guerra de independencia, pues la misma ansia
igualitaria que pregonaban los soldados de Zamora, los encarbonados de Espinoza
y los llaneros desnudos de Zoilo Medrano puede apreciarse en los mismos llaneros
que llevaba Boves al combate”
[10].
O como dijo Vallenilla Lanz :
“
Zamora, por su gran pericia militar, por su desprendimiento, por su
heroísmo, por la dureza de su carácter y por el influjo que tuvo en nuestras
masas populares, a nadie más que a Boves puede comparársele...” (1994 :
193).
Los objetivos de la insurrección campesina que se desarrolló desde el 20 de
febrero de 1859 y que estuvo encabezada por Ezequiel Zamora se referían a la
igualación de las clases sociales, el reparto de tierras, supresión de
contribuciones, echar del gobierno a los opresores y terminar con la oligarquía.
Como bien dice Brito Figueroa, para las masas campesinas ese era el verdadero
significado de la palabra Federación (o Feberación, como erróneamente decían los
campesinos analfabetos). Se ha argumentado que estos objetivos no aparecen en
los programas principales de la Federación, aunque sí aparecen en multitud de
cartas, proclamas, alocuciones y órdenes generales de Zamora
[11] y de sus más inmediatos colaboradores.
Compartimos aquí la opinión de Brito Figueroa, al decir que dichos programas
eran producto de acuerdos entre las fracciones del liberalismo, es decir, de
acuerdos entre los revolucionarios zamoristas y los conciliadores seguidores de
Falcón y Guzmán Blanco ; esto explicaría la ausencia de las principales
consignas de Zamora
[12] en dichos
programas (Brito, 1981: 472). Carlos Irazábal establece la misma conclusión :
“
Para el vasto campo popular, federación estaba muy lejos de ser sólo
autonomía provincial. Era igualdad, era tierra, era libertad. Federación era
venganza y retaliación. Era estallido anárquico y violento en contra de la
opresión ancestral, la secular opresión, la vieja discriminación, cuyas raíces
se anclaban en los tiempos coloniales” (Irazábal, 1980 :248).
Para Zamora la Federación implicaba una profunda democratización de la
sociedad. Sus palabras de febrero de 1859 son muy elocuentes a este respecto :
“
La Federación encierra en el seno de su poder el remedio de todos los males
de la patria. No. No es que los remedia, es que los hará imposibles...Volveremos
la espalda, ya para siempre, a las tiranías, a las dictaduras, a todos los
disfraces de la detestable autocracia” (Landaeta, 1961 : 286). Zamora
significó un liderazgo diferente al ejercido por los caudillos tradicionales que
surgieron en Venezuela a lo largo del siglo XIX
[13] ; Zamora representaba los genuinos intereses de las
masas campesinas, de los desposeídos, que nuevamente enarbolaban la “guerra
social” que había desatado Boves en 1813, con el fin de destruir el poder
político y económico de la oligarquía, y construir en cambio una nueva sociedad
basada en los principios políticos del liberalismo burgués, cuyo respeto y
aplicación estricta, pensaba Zamora, permitirían la felicidad del pueblo
[14].
En la Guerra Federal coexistieron dos intereses en el bando liberal
[15] : unos, que deseaban promover la
constitución de un régimen de libertades formales, democrático burgués, que
limitara el poder que hasta el momento había mantenido la oligarquía heredera de
los mantuanos de la colonia; este sector estaba integrado en lo fundamental por
personajes ilustrados y que pertenecían a sectores sociales poseedores (sobre
todo terratenientes), y estaba liderizado por Juan Crisóstomo Falcón y Antonio
Guzmán Blanco. Los otros, la mayoría, los campesinos y algunos intelectuales
radicalizados, que pregonaban las reivindicaciones igualitarias que permanecían
sin cumplirse desde la guerra de independencia ; esta era la fracción que
encabezaba Ezequiel Zamora.
Los principios liberales de la federación, compartidos por Zamora, pueden
analizarse en el pronunciamiento de la ciudad de Barinas, luego que ésta fuera
ocupada por las fuerzas militares de Zamora el 18 de mayo de 1859 (Castillo,
1996 : 14). En dicho pronunciamiento se establecen como “principios del Gobierno
Federal” lo siguiente :
“La abolición de la pena de muerte. Libertad absoluta de la prensa.
Libertad de tránsito, de asociación, de representación y de industria.
Prohibición perpetua de la esclavitud. Inviolabilidad del domicilio, exceptuando
los casos de delitos comunes judicialmente comprobados. Inviolabilidad de la
correspondencia y de los escritos privados. Libertad de cultos... Inmunidad de
la discusión oral de todas especies. Inviolabilidad de la propiedad. Derecho de
residencia a voluntad del ciudadano. Independencia absoluta del Poder Electoral,
que ni antes de su ejercicio ni después de él dependa de ninguno de los
funcionarios de los demás ramos de la administración. Elección universal,
directa y secreta del Presidente de la República, del Vicepresidente, de todos
los legisladores, de todos los magistrados de orden político, y de todos los
jueces. Creación de la milicia armada nacional. Administración de justicia
gratuita en lo secular. Abolición de la prisión por deuda. Derecho de los
venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.
Libertad civil y política individual ; consciente primero en la igualdad de
todos los ciudadanos ante la ley ; y segundo, en la facultad de hacer sin
obstáculo todo lo que la ley no haya expresamente calificado de falta o delito.
Seguridad individual : prohibición del arresto o prisión sino por causa criminal
precedida evidencia de la comisión de un delito, y los indicios vehementes de la
culpabilidad” (Landaeta, 1961 : 321).
Como se puede ver, son cuestiones fundamentales de la democracia burguesa que
aún hoy muchas de ellas no se cumplen en Venezuela. Por ejemplo, lo referido a
la elección popular de los jueces, a la gratuidad de la administración de
justicia, a la independencia del poder electoral, la seguridad social, etc. El
hecho de que haya pasado más de un siglo y aún no se haya ejecutado a plenitud
dicho programa democrático burgués, revela fehacientemente el carácter
revolucionario de dichas propuestas al ser enarboladas por el movimiento
insurreccional campesino que encabezó Zamora.
No compartimos la opinión de Carrera Damas al establecer que el “Programa de
Zamora era una mezcla abigarrada de ideas conservadoras con supuestos propósitos
revolucionarios populares” (1985 :21) ; y que en contraste, el “Programa de
Falcón” expresaba en términos inequívocos la naturaleza del radical cambio
sociopolítico que perseguía la federación (p.23). Carrera Damas se limita aquí a
valorar las propuestas democrático-burguesas que institucionalizó la federación
con la Constitución de 1864 (y que él considera que recoge la “formulación
definitiva del proyecto nacional venezolano”,ob.cit.,p.27). Al mismo tiempo,
sugiere que las propuestas revolucionarias del Programa de Zamora “no eran
alcanzables” (idem). Pero olvida considerar que más allá de la lucha por
implantar los principios liberales, la Guerra Federal era una lucha contra las
clases dominantes
[16], por
aniquilar su poder económico y político, objetivo que se puso al alcance de las
fuerzas militares de Zamora luego de la batalla de Santa Inés, en diciembre de
1859
[17]. Su inmediata muerte, en
enero de 1860, y la inoperante conducción militar de Falcón, que condujo a la
vergonzosa derrota de Coplé, el 17 de febrero de 1860, impidió la inminente y
aplastante victoria federal que se había anunciado gracias al genio militar de
Zamora en Santa Inés
[18]. Esta es
la realidad de los hechos, el triunfo de la insurrección campesina era
perfectamente realizable, y con él, muchas de sus consignas como la de “horror a
la oligarquía”, “igualación social”, y el “imperio de la mayoría”. Es obvio que
no podía esperarse la instauración de un régimen democrático popular,
inexistente en ese momento en país alguno, en una sociedad agraria como la
nuestra. Lo más probable es que el eventual triunfo de Zamora hubiera conducido
a la consolidación de una nueva clase dominante, pero el dinamismo que hubiera
aportado al desarrollo del país pudo haber sido mucho mayor al que desarrollaron
los liberales timoratos como Falcón y Guzmán. Probablemente nuestro desarrollo
dependiente y subordinado al imperialismo extranjero hubiera tenido facetas más
favorables a los intereses nacionales y populares.
La prematura muerte de Zamora, el 10 de enero de 1860, favoreció que
finalmente prevalecieran quienes deseaban un cambio puramente formal, el cual se
concretó con la firma del Tratado de Coche, el 24 de abril de 1863. Con este
tratado se concretó un simple cambio de opresores en el gobierno, sólo que en
lugar de conservadores y constitucionalistas, se proclamaron liberales y
federales. Pero la estructura económica, la que constituía el fundamento
material de la oligarquía, continuó intacta, y al lado de los viejos apellidos
que controlaban la riqueza territorial agraria, monopolizaban el comercio y la
usura, comenzaron a figurar apellidos de origen “oscuro” (Brito Figueroa,
ob.cit., p.478).
Al igual que en 1814, la muerte del líder que guiaba el movimiento
revolucionario de las masas, Ezequiel Zamora, dejó inconclusas las aspiraciones
del campesinado. La Federación bajo la conducción de Falcón y Guzmán Blanco
terminó siendo una caricatura de lo que originalmente había delineado Zamora.
Nuevamente, la ausencia de un sólido liderazgo colectivo que continuara la lucha
cercenó las posibilidades de triunfo de los desposeídos. Sobre la personalidad
de Zamora
[19], mencionemos aquí la
opinión de uno de sus lugartenientes, Emilio Navarro, y hagamos de paso la
comparación con los “líderes” actuales de nuestra democracia, en los cuales
pareciera cosa común la ausencia total de principios y de ideales de justicia
social :
“El General Ezequiel Zamora era un soldado verdadero, valiente, ...
incapaz de cometer ningún atentado... Era Zamora por lo natural agradable de
trato, afable con las familias sin que aspirase de ellas lo más pequeño en su
perjuicio ; no podía ser indiferente con sus amigos de campaña, los que
prestaban servicios de buena fe a la causa de la Federación. Liberal
doctrinario, generoso y de buenos sentimientos, acérrimo enemigo de la mentira,
odiaba en sumo grado a los ladrones ; cruelmente despreciaba las engañifas ;
jamás ofrecía sin cumplir religiosamente ; trataba con marcadas demostraciones
de respeto a sus propios enemigos políticos que se distinguiesen por méritos
dignos, aunque fuesen sus prisioneros... amigo generoso del débil. En los golpes
de la adversidad mostrábase con carácter inflexible, valor, constancia y
perseverancia ; ...conocía en sumo grado a los políticos de Venezuela en sus
aspiraciones, a los calculistas y tránsfugas. Consecuente con sus amigos,
cualquiera fuese su rango social, sólo a ellos hablaba con franqueza y les daba
sus consejos...” (Navarro, 1976 : 121-122).
Zamora, con sus acciones, llegó a infundir verdadero terror a la oligarquía.
Al ocurrir su muerte, el alivio que sintieron fue tal que Juan Vicente González
llegó a escribir : “
Bala afortunada. Bendita sea mil veces la mano que la
dirigió”. Opiniones así nunca fueron dirigidas en cambio a otros
connotados jefes federalistas como Falcón y Guzmán Blanco. La causa era que
Zamora no representaba exclusivamente los ideales federales y liberales ;
principalmente defendía la causa de los desposeídos, su guerra era una guerra
contra los poderosos, contra los oligarcas en general, y su objetivo era la
igualdad social, objetivo difuso que correspondía al imaginario de la época en
una sociedad agraria como la nuestra.
En contraste con la imagen que de Zamora tenían los jefes federales, Juan
Crisóstomo Falcón no queda muy bien parado ante la historia. Héctor Mujica dice
al respecto : “
Es bien claro desde el comienzo que tanto Falcón como Guzmán
Blanco representan la conciliación, la posibilidad de un entendimiento con el
enemigo” (Mujica, 1982 :122). El mismo Emilio Navarro dice sobre él lo
siguiente :
“Por el conocimiento que tuve del General Juan Crisóstomo Falcón desde sus
primeros días en la política, comprendí que este jefe era sumamente superfluo en
la línea política...mi padre, el Coronel Carlos Navarro, como el modesto y sabio
José Melitón Toledo andaban en pos de él, evitándole una multitud de flaquezas
que diariamente cometía Falcón en Coro, con los enemigos del partido liberal,
uniéndoseles en sus complots, ofreciéndoles sus servicios, méritos y prestigios
a sus propios enemigos. Sólo con la ambición de figurar representaba este
tristísimo papel, que los legítimos liberales trataban de disimular”
(ob.cit.,p.108).
Es de resaltar que Falcón fue acusado en su momento por una buena parte de
los jefes federales de ser el responsable directo de la muerte de Zamora
[20]. Brito Figueroa en su obra
Tiempo de Ezequiel Zamora asume estas acusaciones, y concluye que Zamora fue
asesinado por un espaldero de Falcón, de apellido Morón
[21]. Según otro jefe federal, el Coronel
Joaquín Rodríguez, afirmaba que Guzmán Blanco, disgustado con Falcón en una
ocasión, afirmó que este era responsable directo del asesinato de Zamora
[22]. De todo lo anterior se concluye
que el triunfo de la Guerra Federal no fue en modo alguno el triunfo de la causa
por la que luchaban los campesinos alzados bajo el mando de Zamora. Una vez más,
al igual que en la guerra de independencia, las aspiraciones de los desposeídos
quedaban inconclusas, y lo más que se alcanzó fue la formalidad de las leyes,
situación que, guardando la distancia en el tiempo, se mantuvo en nuestra
cuestionada democracia representativa puntofijista, basada en los mismo
principios liberales que “defendían” personajes como Guzmán Blanco y Falcón
[23].
La esencia del Tratado de Coche fue la de acabar con la insurrección
campesina que amenazaba seriamente la estabilidad de las clases dominantes
[24]. A este respecto Carrera Damas,
en su afán de defender el proyecto nacional burgués, plantea que
“el Tratado de Coche es un paso coherente en la dirección fundamental
seguida por la clase dominante desde 1811-1812, y tal consistía en restablecer y
consolidar la estructura del poder interna, desquiciada primero por las guerras
de independencia y amenazada luego de definitivo colapso por la Guerra Federal.
Fue la conciencia de esta posibilidad inminente lo que condujo a poner término a
la contienda”. (Carrera Damas, 1985 :27).
Sin embargo, el triunfo de la federación terminó de destruir el complejo
material e intelectual de la colonia (Irazábal, 1980 :254). Por ser algo más que
un enfrentamiento entre poderes y proyectos políticos, la federación tuvo hondas
repercusiones sociales, pues las reclamaciones federalistas fueron identificadas
con la lucha contra la opresión en sentido global, en lo económico, político y
social (Banko, 1996 : 191). La federación tuvo una amplia significación para la
sociedad venezolana de la época, pues no fue solamente un modelo político para
la organización de la República, sino que se convirtió en sinónimo de libertad
para los sectores desposeídos. Lo que se inició como un enfrentamiento por el
poder político entre dos fracciones de las clases dominantes, se convirtió en
una auténtica guerra social contra la opresión de las clases oligárquicas. La
Revolución Federal tuvo como una de sus principales consecuencias el consolidar
las bases del igualitarismo social que caracteriza a la sociedad venezolana
actual (Pérez Arcay, 1977: 166). La derrota militar y política de los godos
(derrota que fue sólo parcial) permitió el desarrollo posterior de ese
sentimiento igualitarista, aunque en términos socioeconómicos haya surgido una
nueva oligarquía dirigente que se apoderó de las tierras y de las instituciones
financieras y comerciales. Carlos Irazábal resume así las consecuencias de la
guerra federal :
“Pero a pesar de todo la Federación tuvo sus aspectos positivos. El
conservatismo quedó herido de muerte ... la preeminencia de la oligarquía
conservadora implicaba lógicamente que fuese suya la ideología dominante y, como
es sabido, estaba saturada de prejuicios aristocráticos, étnicos, etc., que
impedían la democratización de las relaciones entre los hombres. La Federación,
al violentar esos prejuicios, democratizó las relaciones familiares, las añejas
costumbres, los exclusivismos nobiliarios heredados de la Colonia ... en ese
período se propagó en la conciencia popular el sentimiento y el espíritu de
igualdad ... Ello explica en gran parte los rasgos espitiruales de nuestro
pueblo : rebelde, igualitario, democrático a pesar de la explotación ... En él
están ausentes las manifestaciones conscientes o subconscientes de la
inferioridad social que se puede notar en otros pueblos, o en ciertas capas
populares de otras naciones...” (Irazábal, 1974 :196).
CONCLUSIONES.
La obra histórica de Ezequiel Zamora se relaciona directamente con las
aspiraciones democráticas y sociales de las grandes mayorías explotadas de
Venezuela. Cuestiones como el carácter popular del ejército venezolano
[25], así como el espíritu de
igualación social que prevalece entre los venezolanos al margen de toda
discriminación clasista o étnica, son en parte el resultado de sus acciones
durante la Guerra Federal. Ciertamente su obra no pudo ser completada en su
momento, debido a la muerte prematura del General de Hombres Libres. Pero
reivindicar su ejemplo sigue siendo necesario en la medida en que aún se plantea
en Venezuela la conquista de una verdadera democracia popular, que satisfaga ese
deseo igualitario que insurgió en suelo patrio desde hace más de doscientos
años.
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Caracas.
Maracaibo, febrero de 1999.
[1] “A quienes en el curso de las
guerras habían ascendido a altos cargos militares, el Estado, en recompensa a
sus servicios, les otorgó tanto haciendas y hatos que habían sido confiscados a
los realistas, como grandes extensiones de tierras baldías”. Salvador de la
Plaza.
El problema de la tierra. Volumen V. p.78.
[2] Es sabido que Bolívar y demás
jefes patriotas tuvieron que decretar la libertad de los esclavos que se
incorporaran a la lucha de independencia, y la igualdad de los ciudadanos ante
la ley, como una forma de poder contrarrestar el poder que alcanzaron los
realistas, con Boves a la cabeza, en 1814.
[3] Las críticas hechas por los
liberales a la forma de actuación del Banco Nacional provoca la apertura de un
juicio contra Antonio Leocadio Guzmán, en su condición de responsable de la
imprenta
El Venezolano. Pero la congregación de miles de personas en el
tribunal el día del juicio (9 de febrero de 1844), presiona el veredicto de
absolución para Guzmán.
[4] El pueblo asalta el Congreso
y acaba con el gobierno de la oligarquía conservadora, fortaleciéndose en el
poder José Tadeo Monagas, apoyado por los liberales.
[5] Concluida la guerra de
independencia, la conjura de los negros de Caracas en 1831, reseñada en el
diario del cónsul británico Robert Ker Porter, se proponía instaurar en
Venezuela un “segundo Haití”, pasando por las armas a la población
blanca.
[6] “En las ciudades y los campos
los hombres se alzan, se juntan en guerrillas orientando su instinto hacia aquel
nombre mesiánico oloroso a sangre y humo que vuela en los aires como una
consigna: ¡Zamora! Hay algo mágico en este hombre, algo que exalta la
imaginación de los seres humildes y les enciende hogueras en los corazones. No
le han visto, no le han oído, pero todo a su alrededor les habla de él” (Ramón
Díaz Sánchez. 1953.
Guzmán, Elipse de una ambición de poder. Ediciones
Hortus. Caracas. P.442). Este mesianismo que rodeó a Zamora vuelve a envolver
desde hace siete años el nombre de Chávez.
[7] Lo que demuestra que en
materia de fraudes electorales, las clases dominantes venezolanas han tenido una
larga y fecunda experiencia.
[8] Citado por Brito Figueroa.
Tiempo de Ezequiel Zamora. UCV. Caracas. 1981. p.471.
[9] “La guerra federal adquiere
progresivamente un nuevo matiz en la medida que los sectores explotados se
incorporan a la lucha en busca de sus propias reivindicaciones”. Catalina Banko.
Las luchas federalistas en Venezuela. 1996 : 177.
[10] Armas Chitty, J.A.
Vida
política de Caracas en el siglo XIX. p.107. Caracas.1969. Citado por Brito
F. ob.cit. p.457.
[11] El biógrafo de Zamora,
Laureano Villanueva, menciona la conocida frase de Zamora : “Lo que debe cogerse
son los ganados, bestias y tiendas de los godos, porque con esas propiedades es
con lo que ellos se imponen, y oprimen al pueblo. A los godos se debe dejar en
camisa, pero la gente del pueblo, igual a usted, se respeta y se protege”.
Citado por Irazábal
. Venezuela esclava y feudal. p.250.
[12] Como : “Horror a la
oligarquía”, “Oligarcas temblad”, “Tierras y hombres libres”, “Igualación
social”, “el imperio de la mayoría”, de acuerdo a las investigaciones de
Federico Brito Figueroa y otros autores (como Villanueva, Irazábal, Pérez Arcay,
etc).
[13] “Con Ezequiel Zamora nace
otro tipo de caudillo, cuyo poder no se sustenta en la propiedad latifundista,
al estilo de Páez o de los Monagas, ni en el control coercitivo de la masa
campesina, sino en bases programáticas identificadas con la causa federal y la
‘regeneración’ de Venezuela”. Catalina Banko. Ob.cit. 189.
[14] Ver al respecto las
proclamas de Zamora del 7/3/1859 en Coro, del 29/3/1859 en San Felipe y otros
documentos que aparecen en la obra de Landaeta Rosales,
Biografía del
valiente ciudadano General Ezequiel Zamora.
[15] “Existió entonces una
nítida diferencia entre dirigentes y masa en lo concerniente al contenido de la
federación” (Irazábal, 1980 :251).
[16] Al respecto mencionemos
estas palabras dichas por Zamora : “...todo con el propósito de infundir a la
tropa amor al pueblo y odio a los ricos, aunque fueran liberales...”. Citado por
Carrera Damas (1985 :22).
[17] El plan militar
desarrollado por Zamora en la batalla de Santa Inés es considerado una acción
magistral por teóricos del arte militar, como el coronel Jacinto Pérez Arcay
(1977: 119-133).
[18] Zamora tenía bajo su
mando, al momento de su muerte, a 23.500 soldados de los tres ejércitos
federales que lo habían reconocido como Jefe. Luego de Santa Inés la oligarquía
caraqueña inició planes urgentes para huir hacia las Antillas (Brito Figueroa,
1981 :435).
[19] “El carácter de Zamora es
el de un hombre sobrio y dueño de sí mismo. Su conducta privada es casi monacal.
No bebe. No juega. Come sobriamente. Su cultura no es muy amplia, pero conoce
bien su oficio militar. Un poco de Historia Antigua y mucho de historia nacional
le sirven para dialogar con gentes cultas, que seguramente han debido asombrarse
de la cultura de este jefe de montoneras”. Héctor Mujica. 1982.
La Historia
en una silla. ¿Quiénes fueron los Guzmán ? p.125.
[20] Dice Emilio Navarro : “La
mayor parte de los que componían el ejército federal pedían someter a juicio
criminal al General Juan Crisóstomo Falcón, y juzgarle en Consejo de
Guerra...hacíasele responsable de la pérdida directa del ejército federal, que
para llevar a cabo sus proditorios planes (complicidad) obraba de acuerdo con
nuestros enemigos ; que había sido la causa directa y eficiente del asesinato
del General Ezequiel Zamora en San Carlos ; que era el propulsor del crimen
confeccionado por él de acuerdo con algunos individuos encubiertos en el
ejército exclusivamente para realizar este homicidio...”
(ob.cit.,p.117).
[21] Esta afirmación la hacen
los jefes federales Jesús María Hernández (correspondencia, Puerto Nutrias,
28/02/1860), Francisco Pulido y Emilio Navarro. Citados por Brito Figueroa
(1981: 437).
[22] Rodríguez, Joaquín. Notas
de la Guerra Federal. fol.19. La Victoria.1868. Citado por Brito Figueroa
(p.441) y por Emilio Navarro (p.115).
[23] “Cuando el 18 de marzo de
1865 el Congreso proclamó presidente al General Falcón, electo democráticamente
en los términos de la Constitución de 1864, ... se inició en firme el ensayo de
institucionalización del Estado Liberal” (Carrera Damas, 1985 :29).
[24] “El triunfo de la guerra
fue también la traición a la insurrección del pueblo. Este es el contenido de
clase del tratado de Coche, cuyo objetivo sustancial fue poner fin a la guerra y
estrangular la revuelta de la masa campesina” (Irazábal, 1980 :252).
[25] Este carácter popular de
las fuerzas armadas venezolanas se comenzó a gestar durante la guerra de
independencia. Sin la táctica bolivariana de darle la libertad a los esclavos y
la igualdad a los pardos, no hubieran podido sostenerse los quince años de
guerra que costó la independencia en el norte de América del Sur. La guerra
federal terminó de completar la labor. Sus resultados se observan a lo largo del
siglo XX, en donde el ejército venezolano ha jugado un papel en los procesos de
cambio sociopolíticos. Insurrecciones militares con un claro contenido
progresista, nacionalista y popular, en alianza con fuerzas civiles, han
ocurrido en 1928, 1945, 1952, 1958, 1962 y 1992.