Roberto López Sánchez - www.aporrea.org
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La historiografía tradicional en Venezuela, obra de los intelectuales al
servicio de las elites dominantes de turno, acuñó la tesis de que el
período republicano del siglo XIX venezolano estuvo caracterizado por el
“caudillismo”, el “militarismo”, la “anarquía” y las guerras civiles.
En base a dicha premisa concluyen que el caos de la lucha caudillista no
permitió la consolidación de un proyecto de desarrollo nacional, y sólo
a partir de los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco, según algunos, y
del gobierno de Juan Vicente Gómez, según otros, se alcanza una
“estabilidad política e institucional”, una “paz social”, que permitió
la consolidación de un proyecto nacional burgués.
Al respecto hemos sostenido las siguientes ideas, que no son totalmente
propias, pues algunas de ellas en el pasado fueron formuladas por
Laureano Vallenilla Lanz (a pesar de no tener coincidencias ideológicas
con este autor) y Juan Uslar Pietri, entre otros:
1. La guerra de independencia quebró la estructura de poder interna
que se había consolidado en Venezuela en el período colonial, debido a
la insurgencia de blancos de orilla, pardos y esclavos que inicialmente
se incorporaron al ejército realista de Boves, y que luego de 1815-1816,
como producto del cambio de estrategia ejecutado por Bolívar y demás
jefes patriotas sobrevivientes, se incorporaron al ejército bolivariano y
permitieron el triunfo militar definitivo sobre el imperio español en
Suramérica.
2. Por ello, la independencia en Venezuela fue producto de una
alianza social, de una alianza de clases que incorporó en un mismo
ejército y en un mismo proyecto de país a los grupos dominantes (los
mantuanos) y los grupos dominados (blancos de orilla, pardos, indígenas y
esclavos) de la anterior época colonial.
3. Los dirigentes de este proceso fueron los generales y próceres
de la independencia, los cuales en su mayoría no eran originalmente
militares, sino que la necesidad de luchar por la patria los llevó a
combatir durante casi 15 años en una guerra larguísima y desgastante que
finalmente triunfó sobre el colonialismo español. En buena parte, estos
próceres militares tampoco eran mantuanos de origen, como el caso de
José Antonio Páez y muchos otros, sino que provenían de los distintos
estratos populares de la sociedad colonial.
4. El ejército encabezado por Simón Bolívar, un ejército popular
integrado en lo fundamental por venezolanos (como lo catalogaría el
embajador gringo en España en 1825: “un ejército de negros al frente del
cual está un peligroso radical”, el tal Bolívar), derrotó al ejército
español que había traído a Venezuela el mariscal Pablo Morillo en 1815
(más de 70 barcos, 10.000 soldados profesionales y 15.000 hombres en
total), y lo expulsó del continente suramericano en una sucesión de
batallas desde Boyacá hasta Ayacucho, pasando por Carabobo, Pichincha,
Bomboná y Junín.
5. Una guerra tan larga (1810-1824) y tan extensa (abarcando todo
el continente suramericano) obviamente consolidó una dirección militar
que se llenó de glorias en tan grandiosa proeza. Esa jefatura militar,
que buena parte de ella murió combatiendo por nuestra independencia,
tenía todo el derecho a reclamar un lugar principal en la posterior
conducción de la República, sobre todo si se considera que la oligarquía
“civilista” estaba integrada en lo principal por personajes que no
combatieron en la guerra, que en muchos casos respaldaron la continuidad
del dominio español, que abandonaron nuestro territorio durante la
guerra y luego volvieron a “cobrar” por méritos y sacrificios que nunca
tuvieron.
6. Es bueno recordar que en Venezuela, una buena parte de la
oligarquía mantuana que declaró la independencia en 1811 brincó la
talanquera hacia el bando realista luego de las derrotas republicanas de
1812 y 1814. Personajes que se les ha dado el trato de “próceres
civiles”, como José María Vargas, se fueron del país en 1813, cuando la
campaña de Boves estaba por comenzar (Vargas ya se había graduado de
médico en 1808), y regresó en 1824, cuando ya la independencia estaba
conquistada. No arriesgó ni un pelo, mientras familias mantuanas
patriotas se inmolaron completamente durante la larga guerra, como
ocurrió con la familia del mariscal Antonio José de Sucre. Cuando Boves
ocupó Caracas en 1814, fue recibido con bombos y platillos por ese
mantuanaje realista que luego de Carabobo se apoderó del país gracias a
traiciones como la de Páez. Ese mantuanaje blanco esclavista controló
Caracas entre 1814 y 1821, y fue el mismo que logró derrotar la
propuesta abolicionista de Bolívar y que mantuvo el bárbaro sistema
esclavista hasta 1854.
7. Ciertamente los caudillos militares que dirigieron al país luego
de 1830 cometieron en términos generales una gran traición al proyecto
de unidad continental propuesto por Bolívar, y terminaron subordinando
el país a los intereses económicos del imperio inglés, la superpotencia
dominante de la época. Pero como han analizado diversos historiadores
(como Federico Brito Figueroa), ese capitalismo inglés miraba con
recelos a los jefes militares de ese ejército popular venezolano que
había sido capaz de destrozar en todas las batallas al experimentado
ejército español de Morillo. Por ello, en 1835, el mantuanaje caraqueño,
apoyado por los intereses británicos, promovió la candidatura de Vargas
a la presidencia, como una forma de desplazar del poder a los incómodos
jefes militares de ese “ejército de negros” (como despectivamente
decían los diplomáticos estadounidenses), y colocar en su lugar a los
blancos oligarcas esclavistas que nunca lucharon por la independencia y
cuyos esquemas de pensamiento y acción política eran profundamente
conservadores.
8. La traición de los caudillos militares de la independencia, como
Páez, fue enfrentada en términos históricos con la insurrección
campesina expresada en la Guerra Federal (1859-1863), la cual había
tenido su antecedente en el levantamiento campesino de 1846-47. Aunque
las banderas transformadoras del federalismo terminaron mediatizándose
en el Tratado de Coche, en 1863.
9. Es por todo lo anterior que nos distanciamos de las tesis que
catalogan al “caudillismo del siglo XIX” como la fuente de todos los
males de la república. Para nosotros, el siglo XIX venezolano fue
profundamente revolucionario. A lo largo del mismo las clases oprimidas
nacionales alcanzaron la categoría de actores políticos de relevancia,
encabezados por caudillos militares como Bolívar, Boves, Páez y Zamora.
El sistema de dominación implantado por España durante los 300 años de
colonización de nuestro territorio fue quebrado completamente por la
guerra de independencia, y lo que quedó de él fue liquidado
posteriormente por la misma guerra federal. La inestabilidad política
decimonónica fue producto de la incapacidad de la burguesía
internacional para consolidar un sistema interno de dominación que
sustituyera eficazmente al que se había derrumbado en la independencia.
No puede considerarse esa inestabilidad política como un hecho negativo.
Pensamos que expresaba la fuerza de las luchas populares por ser
incorporadas en los proyectos republicanos que intentaban ejecutarse.
10. En otros países nuestramericanos, como la hermana Colombia, la
oligarquía blanca esclavista logró darle continuidad a su dominación
económica de la época colonial, y hasta hoy buena parte de las
burguesías latinoamericanas actuales son herederas directas de esos
oligarcas esclavistas de la colonia. Prácticamente en todos los países
latinoamericanos, menos en Venezuela, por las razones que antes hemos
esgrimido. Nuestra historia no es para avergonzarnos, sino para
enorgullecernos de nuestras constantes revoluciones. Somos un pueblo
“levantisco”, que si lo pisan por un lado se levanta por el otro. Es
equivocado contraponer un falso “civilismo” al caudillismo militar del
siglo XIX. Las guerras populares como las desarrolladas en la
independencia y en el federalismo, fueron expresión de los anhelos de
libertad e igualdad de las grandes mayorías sociales venezolanas.
11. Cualquier análisis histórico que pretenda revestirse de
“revolucionario”, debe considerar la lucha de clases de los períodos
estudiados. En el siglo XIX nuestro país era agroexportador, producíamos
café y cacao principalmente. Esos productos surgían del trabajo de
miles y miles de esclavos y peones que producían la riqueza que nos
caracterizaba como nación. Ese sistema productivo, heredado de la
colonia, generaba profundas contradicciones y condujo a grandes
convulsiones sociales, como lo fue el período de la guerra federal. Con
estas cortas ideas esquematizadas pretendemos alertar ante los análisis
simplistas que analizan nuestra historia con los parámetros
tradicionales de la burguesía parasitaria que antes estuvo al servicio
de Inglaterra y que desde hace un siglo se postró antes los intereses de
los Estados Unidos.
Recomendamos complementar con estos trabajos que pueden consultar en internet:
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 18 de diciembre de 2013.
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