miércoles, 22 de febrero de 2017

200 AÑOS DE LA BATALLA DE MUCURITAS

Por: Roberto López Sánchez | Miércoles, 04/01/2017

"Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que aquellos hombres no eran una gavilla de cobardes poco numerosa, como me habían informado, sino tropas organizadas que podían competir con las mejores de S.M. el Rey"
General Pablo Morillo, máximo jefe militar español entre 1815-1820.


Este 28 de enero de 2017 se conmemoran los 200 años de la gloriosa Batalla de Mucuritas, cerca del Paso El Frío, a orillas del río Apure, actual estado Apure, en la cual el general venezolano José Antonio Páez venció al ejército español de Miguel de la Torre, a pesar de contar con una fuerza militar cuatro veces inferior.

La Batalla de Mucuritas constituye una de las acciones clave que iniciaron la inclinación de la balanza militar a favor de los patriotas en la larga guerra de independencia. El propio general Páez, en su autobiografía, se lamenta de la poca valoración que los historiadores habían hecho de una serie de batallas en las cuales sus fuerzas militares triunfaron sobre las españolas, entre 1816 y 1817.

"No cometo exageración en decir que si las tropas de Morillo hubiesen batido a las fuerzas de Apure, habría sido un golpe mortal para la causa patriota en Venezuela, pues el enemigo dueño de aquel territorio se hubiera hecho de todos sus inmensos recursos, y marchando contra Piar que se hallaba en Guayana, le hubiera destruido infaliblemente, así como a los otros jefes que tenían partidas en las provincias de Barcelona y Cumaná.

Era por tanto indispensable no dejarle apoderar de los llanos de Apure, pues si lo lograba, de allí hubiera podido sacar todos los recursos a que no hubieran podido resistir las fuerzas patriotas que operaban en los demás territorios. La suerte de la república se jugó en los llanos del Apure en las acciones de la Mata de Miel, Yagual, Mucuritas, y la campaña de 1819 contra Morillo; y doloroso es ver que así no lo hayan entendido los que han escrito la historia de nuestra independencia. Bien lo comprendió el general Morillo, pues fue a las llanuras de Apure donde se dirigió por tres veces, cuando creyó pacificada la Nueva Granada y vino a someter a Venezuela…". (José Antonio Páez, Autobiografía. 1867, paginas 119-120).

La batalla de Mucuritas es una proeza militar por varias razones. En primer término, por haber logrado el triunfo a pesar de tener una tropa que apenas alcanzaba el 25 % de las tropas realistas. Mientras Miguel de la Torre contaba con 3000 soldados de infantería y 1700 de caballería, Páez sólo tenía una fuerza de caballería de 1100 lanceros. En segundo lugar, porque la iniciativa del combate la toman los realistas y las fuerzas venezolanas logran reponerse y asumen la ofensiva gracias al genio militar de Páez y la fortaleza portentosa de la caballería llanera. Una tercera razón está en que los venezolanos enfrentaban a un ejército profesional español (el mismo que había desembarcado con Morillo en 1815), mientras las fuerzas patriotas apenas podían considerarse un ejército, por su escasa formación militar, su precario armamento y su reducido número. Y un cuarto elemento es que Mucuritas significó la primera derrota del ejército de Pablo Morillo, del cuerpo expedicionario enviado en 1815 desde España para supuestamente acabar con la rebelión patriota en el continente suramericano.

Las fuerzas patriotas, dirigidas por José Antonio Páez, estaban formadas en tres líneas de combate. La primera dirigida por los "esforzados comandantes" Ramón Nonato Pérez y Antonio Rangel. La segunda por los "intrépidos comandantes" Rafael Rosales y Doroteo Hurtado. La tercera línea, de reserva, estaba dirigida por el "bravo comandante" Cruz Carrillo[1]. Después de la batalla, Cruz Carrillo será ascendido al grado de Teniente Coronel.

La estrategia del general La Torre fue atacar de frente con la infantería, llevando su caballería en ambos flancos (según el relato que efectúa Páez en su autobiografía, página 125). Páez contraatacó con sus primera línea de lanceros que se dividieron "a derecha e izquierda" para atacar a la caballería realista, para luego fingir retirada y propiciar que los españoles los persiguieran, para volver caras cuando la segunda línea de caballería patriota atacase a los realistas por la espalda. Con esta estrategia, las dos líneas de la caballería patriota destrozaron a la caballería realista, que de 1700 soldados se redujo a unos 200.

De inmediato, un grupo de 50 soldados venezolanos, previamente preparados por Páez con combustible, procedieron a prender fuego a la sabana por tres de los cuatro costados de la infantería española (por el frente, la retaguardia y el flanco derecho). No pudieron prender el flanco izquierdo porque recientemente se había quemado esa parte de la sabana y porque se encontraba allí una cañada con agua que contribuyó a proteger a los soldados españoles.

Es en ese momento, con la infantería enemiga rodeada por el fuego de la sabana, cuando los lanceros venezolanos acometen las famosas catorce cargas consecutivas de caballería. Los gloriosos llaneros "saltaban sobre las llamas" y acometían al ejército español, que se retiró aprovechando la mencionada cañada hasta el Paso de El Frío, en el cual se refugiaron en un bosque sobre la margen derecha del río, espacio donde no era posible penetrar la caballería patriota.

Según relata Páez, los españoles sufrieron numerosas bajas, pérdida de fusiles y de pertrechos. Los patriotas sufrieron la pérdida del "valiente comandante" Segarra y de pocos oficiales y soldados. El general Morillo, que se hallaba en San Vicente, al enterarse de la derrota de La Torre, vino esa misma noche al Paso del Frío a incorporarse a su ejército. Páez relata que los españoles tomaron en dirección a Achaguas, rehuyendo permanentemente el combate. Las fuerzas realistas se desplazaban por los bosques de galería que abundan en las sabanas llaneras, y los patriotas marchaban por la sabana "en línea paralela a ellos".

De esa forma, rehuyendo el combate, llegaron las fuerzas de Morillo hasta San Fernando. Se deduce que Páez no tenía suficientes hombres ni armamento como para atacar al enemigo en las poblaciones, y buscaba enfrentarlo en la sabana abierta. Los españoles, luego de la enorme demostración militar de los venezolanos en Mucuritas, optaron por no presentar más batalla y salir de esa zona altamente peligrosa para ellos. Morillo envió a La Torre hacia Guayana para operar contra Manuel Piar, y el propio Morillo se dirigió hacia Barcelona y Margarita, dejando una guarnición en San Fernando.

La Batalla de Mucuritas se unió a otros importantes triunfos militares que logró Páez entre finales de 1815 y comienzos de 1817, como lo fueron las acciones de Chire, Mata de Miel, El Yagual y Mucuritas. Estas acciones le impidieron al enemigo español consolidar su dominio sobre los llanos de Apure-Barinas y de Casanare en la actual Colombia. Al mismo tiempo, la acción militar de Páez en estos años le permitió constituir el grueso de lo que progresivamente se fue integrando como el glorioso ejército bolivariano que terminó aniquilando el dominio español en toda Suramérica.
El mismo Páez se adjudica la estrategia de atraer al ejército patriota a los miles de llaneros venezolanos que hasta ese momento habían combatido bajo las banderas españolas. En su autobiografía, Páez relata que luego de la Batalla de Mata de Miel, en febrero de 1816, su estrategia de perdón hacia los prisioneros realistas favoreció que ellos se fueran incorporando posteriormente a las fuerzas patriotas[2]. Esto es lo que dice Páez al respecto:

"A consecuencia del buen tratamiento que di a los prisioneros, dejándoles la libertad necesaria para desertarse, si querían, y regresar a sus casas, los que no mandé a la Nueva Granada, tuve la satisfacción de que antes de un mes volvieran a mis filas muchos de ellos, pues casi todos eran venezolanos, y en aquella época no cabía término medio entre ser amigo o enemigo. La noticia de mi generosidad para con los prisioneros y el auge que da la victoria se difundieron por todos los pueblos de Barinas y de Apure, y sus habitantes, que antes nos tenían en mala opinión a los patriotas por la conducta cruel de algunos de sus jefes, se persuadieron de la justicia de nuestra causa, y halagados por la lenidad de nuestra conducta con los vencidos, principiaron, aunque lentamente, a reunirse a mis filas para llegar a ser mas tarde el sostén de la independencia de Colombia". (Página 83).

Las catorce cargas de caballería de los valerosos llaneros venezolanos en Mucuritas han pasado a la posteridad no sólo por la mención que realiza Morillo en carta al rey de España, sino por el posterior triunfo de las lanzas patriotas en otra serie de confrontaciones como Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junín, Bomboná y Ayacucho.

El imperialismo que había ocupado y saqueado las tierras americanas durante más de tres siglos, se encontró al fin con la fuerza militar patriota que los derrotara, saldando cuentas por los millones de indígenas y africanos asesinados o esclavizados en un proceso prolongado de genocidio y etnocidio realizado en el nombre del dios cristiano y cuyos fines de saqueo permitieron la construcción del mundo tal como hoy lo conocemos. Una Europa que se desarrolló como centro capitalista, y una América Latina que aún permanece sometida por los lazos de subordinación y dependencia que lamentablemente no fueron destruidos completamente por la acción de ese ejército invencible que bajo el mando de Páez, Sucre y Bolívar hizo morder el polvo de la derrota a los imperialistas españoles.

Hoy, a doscientos años de Mucuritas, el pueblo venezolano necesita repetir esas 14 cargas consecutivas de caballería contra sus enemigos capitalistas-imperialistas. Clarificar dónde está ese enemigo, y diseñar las estrategias que permitan esta nueva victoria, son las grandes tareas históricas del momento.

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 03 de enero de 2017.
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[1] Valga este escrito para cumplir con mi madre, Josefina Sánchez Carrillo (que actualmente tiene 92 años), y hacer mención de su tatarabuelo, el General en Jefe José de la Cruz Carrillo, participante de las batallas de Mata de Miel, El Yagual y Mucuritas, bajo las órdenes del General Páez; participante también del cruce de los Andes por el Páramo de Pisba en 1819, bajo el mando de El Libertador Simón Bolívar, y héroe de las batallas de Gámeza, Pantano de Vargas y Boyacá. Posteriormente fue protagonista de la Campaña de Carabobo, haciendo la maniobra militar ordenada por Bolívar para distraer fuerzas españolas y reducir su número en Carabobo, conocida como la "Diversión Cruz Carrillo", maniobra clave (junto a la realizada por José Francisco Bermúdez desde el oriente) que permitió librar la Batalla de Carabobo contra unas fuerzas españolas disminuidas. Aparte del apelativo que le otorga Páez, de "bravo comandante", Bolívar se refirió a Cruz Carrillo llamándolo "el oficial más valiente que se puede desear". Por cierto, algunos historiadores afirman que fue Cruz Carrillo quien sirvió de presentador de Páez ante Bolívar el 30 de enero de 1818 en la Hacienda Cañafístola, cerca de San Juan de Payara, en el hoy estado Apure. Los restos de Cruz Carrillo reposan en el Panteón Nacional.

[2] El proceso mediante el cual los diez mil llaneros que estaban bajo el mando de Boves y otros jefes españoles en 1814 se fueron transfiriendo progresivamente a las fuerzas patriotas entre 1815 y 1819 es algo que siempre me he preguntado (proceso que fue clave para decidir el triunfo patriota en la guerra), y lo formule en una reunión que convocó el Centro Nacional de Historia con motivo de los 200 años del 19 de abril, en abril de 2010. Allí reunidos, en el mismo sitio donde se declaró la independencia el 5 de julio de 1811, unos 30 historiadores de todo el país no encontraron respuesta para mi interrogante. Yo no he sido especialista en ese período, pues me he ocupado de investigar sobre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero en el siglo XX venezolano, pero como profesor de historia de Venezuela me formulo muchas preguntas sobre ese rico y complejo proceso de lucha social que significó nuestra guerra de independencia. No había leído con anterioridad la Autobiografía de Páez, más allá de las referencias que otros autores han realizado sobre ella, pero considero que esa cita que menciono arriba comienza a dar luces sobre ese proceso que para mí hasta ahora permanecía sin respuesta alguna.

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