25 de enero de 2021.-
Con motivo de la presentación por el ministro de Educación Universitaria del documento: "Redimensión del Sistema Nacional de Ingreso Universitario" (Ver en PDF) en el cual se establecen 145 carreras como prioritarias para la oferta académica del año 2021, profesores de la Universidad del Zulia, Universidad de Los Andes, Universidad de Carabobo y Universidad Central de Venezuela, principalmente, se han pronunciado exigiendo al gobierno nacional que explique al país en qué se traduce, en términos de financiamiento presupuestario y adjudicación de cupos estudiantiles, la "redimensión" del ingreso universitario que coloca a casi todas las carreras humanísticas fundamentales como "no prioritarias".
Carreras como la Antropología (Antropología Biológica, Arqueología, Antropolingüística y Antropología social y cultural), Historia, Sociología, Filosofía, Letras, Geografía, Artes, Ciencias Políticas, Estudios Internacionales, Ciencias Jurídicas, Comunicación Social (que no solo es periodismo), Bibliotecología, Educación Mención Historia y Mención Geografía, Psicología, Trabajo Social, Ciencias Estadísticas y Actuariales, no aparecen mencionadas dentro de las 145 "carreras prioritarias" establecidas oficialmente en el citado documento.
Plantean los docentes que para ejecutar proyectos productivos en zonas campesinas, zonas de población indígena, grandes centros urbanos, territorios limítrofes, para mencionar algunos ejemplos, se requiere de estudios multidisciplinarios con el concurso de antropólogos, sociólogos, historiadores, geógrafos, comunicadores sociales, trabajadores sociales, psicólogos, y demás profesionales que aporten diagnósticos, explicaciones y propuestas vinculadas y en armonía con el escenario productivo que se ejecuta.
"Un proyecto productivo que no tome en cuenta los recorridos históricos, la identidad cultural, los acervos patrimoniales, los procesos culturales existentes, las variables geográficas y la realidad social en general, difícilmente podrá responder a las necesidades de la Nación y por tanto nunca podrá constituirse en "la solución de los problemas del pueblo". Puesto que ni siquiera conoce al pueblo, en su realidad nacional y regional-local, ignora su historia, su multiculturalidad y multietnicidad, sus tradiciones de lucha y sus conflictos actuales, sus costumbres y sus prácticas comunitarias".
A continuación el documento completo presentado por los docentes, y adjunto el documento: REDIMENSIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE INGRESO UNIVERSITARIO, BASADO EN LA REACTIVACIÓN DEL APARATO PRODUCTIVO NACIONAL, presentado por el ministro Trompiz.
LAS CARRERAS UNIVERSITARIAS Y LA RESOLUCIÓN
DE LAS NECESIDADES DEL PUEBLO
Y LA NACION
INTRODUCCION
En diciembre 2020 el Ministerio para la Educación Universitaria presentó de manera pública un documento titulado “Redimensión del Sistema Nacional de Ingreso Universitario”[1], el cual establece las carreras prioritarias según la perspectiva del gobierno nacional, que se relacionan con “la economía productiva” y responden a las “necesidades de formación de la nación”. De acuerdo con ello, el ministerio establece “la oferta de 15 carreras base en las áreas prioritarias, 21 carreras derivadas y 109 complementarias, las cuales constituyen la nueva oferta académica 2021”.
En dicho documento se ignoran las ciencias sociales y humanísticas que son fundamento imprescindible para el cumplimiento de los principios consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en lo relativo al establecimiento de una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural y que ratifica LOS DERECHOS CULTURALES Y EDUCATIVOS de los venezolanos y las venezolanas, a la educación, en todos sus niveles y modalidades, como función indeclinable y de máximo interés para el Estado, que sirve como “instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad”.[2]
Carreras como la Antropología (Antropología Biológica, Arqueología, Antropolingüística y Antropología social y cultural), Historia, Sociología, Filosofía, Letras, Geografía, Artes, Ciencias Políticas, Estudios Internacionales, Ciencias Jurídicas, Comunicación Social (que no solo es periodismo), Bibliotecología, Educación Mención Historia y Mención Geografía, Psicología, Trabajo Social, Ciencias Estadísticas y Actuariales, no aparecen mencionadas dentro de las 145 “carreras prioritarias” establecidas oficialmente en el citado documento.
La justificación central para establecer esas “carreras prioritarias” es la “reactivación del aparato productivo nacional”. Para ello el documento cita al presidente Nicolás Maduro al intervenir en un acto de graduación de Médicos Comunitarios en octubre de 2020: “Las prioridades de la República es la salud pública, la educación pública, la producción de alimentos, la producción de medicinas, la producción de los energéticos; las prioridades de la República están en el desarrollo industrial, en el desarrollo de la ciencia, la innovación, la tecnología; en el desarrollo de los sistemas de vivienda, ahí están las prioridades de la República. En la economía real, en la sociedad real, en la solución de los problemas del pueblo, ahí están las prioridades”
Pero ni la sociedad venezolana actual, ni ninguna sociedad del mundo, están integradas por compartimientos estancos. Todo lo contrario, la realidad venezolana, con su profunda crisis en todos los órdenes, tiene que ser vista en su complejidad integrada para poder ser comprendida y explicada, y a partir de allí, determinar la solución de los problemas de nuestra sociedad. Como plantea Edgar Morin[3]: “Se debe elaborar una lógica de la complejidad, que entienda que la sociedad es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: que presenta la paradoja de uno y múltiple” (Morín, 2000).
Toda actividad productiva a desarrollar en cualquier punto de Venezuela requiere de una visión científica y humanística que la haga viable, perdurable y que le permita alcanzar los objetivos propuestos. Los estudios multidisciplinarios para ejecutar proyectos productivos en zonas campesinas, zonas de población indígena, grandes centros urbanos, territorios limítrofes, para mencionar algunos ejemplos, requieren del concurso de antropólogos, sociólogos, historiadores, geógrafos, comunicadores sociales, trabajadores sociales, psicólogos, y demás profesionales que aporten diagnósticos, explicaciones y propuestas vinculadas y en armonía con el escenario productivo que se ejecuta.
Un proyecto productivo que no tome en cuenta los recorridos históricos, la identidad cultural, los acervos patrimoniales, los procesos culturales existentes, las variables geográficas y la realidad social en general, difícilmente podrá responder a las necesidades de la Nación y por tanto nunca podrá constituirse en “la solución de los problemas del pueblo”. Puesto que ni siquiera conoce al pueblo, en su realidad nacional y regional-local, ignora su historia, su multiculturalidad y multietnicidad, sus tradiciones de lucha y sus conflictos actuales, sus costumbres y sus prácticas comunitarias.
Un profesional universitario que sólo conozca de cálculo, de algoritmos y reacciones químicas, pero sin preparación humanística, será insensible a la pintura, a la danza, a la literatura y a las artes en general. Su ciencia y su técnica carecerán de alma; alienado como estará de su entorno social, apenas si será un simple operario de los sistemas que dominan el mundo. Pensará que el mundo es así como lo ve, sin imaginación para entrever siquiera otra vida posible frente a la que nos destinan los demiurgos que se ocultan tras la fachada de los poderes corporativos.
LA UNIVERSIDAD COMO IMPULSORA DE CIENCIA Y CULTURA AL SERVICIO DE LA NACIÓN
La necesidad de una educación y una formación que integre múltiples disciplinas y múltiples conocimientos las planteó ya en el siglo XIX nuestro Simón Rodríguez, maestro insigne del Libertador:
“La política es como la medicina. Antes se graduaba un estudiante con los aforismos de Hipócrates, sin entenderlos. Hoy debe saber por qué se establecieron los aforismos, y ser capaz de someterlos a su crítica para ser médico, aunque no se gradúe ... El médico ha de ser hoy filósofo y físico, y el político, todo, porque la ciencia de la sociedad se compone de todos los conocimientos, de todos los movimientos, y de todas las relaciones del hombre”[4].
El mismo Simón Bolívar, al responder a críticas de un viajero francés que dudaba de sus conocimientos, expresó claramente:
“Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles, ni los códigos del crimen y del error; pero puede ser que Mr. De Mollien no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac, Buffon, D’Alembert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Bethot y todos los clásicos de la antigüedad, así como filósofos, historiadores, oradores y poetas; y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y gran parte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencialmente a Ud. para que no crea que su pobre presidente ha recibido tan mala educación como dice Mr. De Mollien”[5].
Como afirma Boaventura de Sousa Santos[6], cuando se impuso el neoliberalismo como modelo global del capitalismo, y especialmente en los países latinoamericanos que vivieron dictaduras militares en las últimas décadas del siglo XX, se indujo una crisis institucional en las universidades con dos objetivos: “reducir la autonomía de la universidad, y eliminar la producción y divulgación del pensamiento libre y crítico; y poner a la universidad al servicio de proyectos modernizantes autoritarios…”
A este respecto no está de más recordar la profunda reorganización universitaria aplicada por las dictaduras militares en Chile y en Argentina durante los años 70-80, que incluyó la eliminación de carreras universitarias como Educación, Sociología, Trabajo Social y Comunicación Social[7], como parte de un proceso más amplio de “saneamiento” y “limpieza” de las universidades, extirpando de ellas todas las expresiones de pensamiento crítico, incluyendo el despido de profesores y alumnos de los cuales se sospechara su afinidad ideológica con los gobiernos progresistas que habían derrocado, la imposición de nuevas autoridades rectorales (que en algunos casos como en la Universidad de Concepción –Chile- no eran docentes sino trabajadores administrativos, y sobre todo, militares de carrera)[8].
“La dictadura establecida a partir del 11 de septiembre de 1973 transformó la sociedad chilena en sus múltiples dimensiones: política, social, económica y cultural. En el caso de la educación superior, a los pocos días de ocurrido el golpe de Estado se implementaron medidas de intervención y reestructuración de las casas de estudios, orientadas a revertir las conquistas en materia de modernización y democratización realizadas durante el proceso de Reforma Universitaria. Una de las primeras medidas fue designar rectores -militares en ejercicio o en retiro- representantes de la Junta Militar en las universidades, con amplias atribuciones … En ese escenario, la Universidad Técnica del Estado y su comunidad fueron duramente reprimidas: Casa Central atacada con artillería, rector, académicos, estudiantes detenidos y llevados a diferentes campos de prisioneros, reducción de la matrícula, reorganización académica y administrativa, eliminación de carreras y cursos, entre otras medidas.”[9]
Pero las trasformaciones regresivas de los modelos universitarios no se quedaron en la exclusividad de los gobiernos militares del Cono Sur. La imposición de visiones tecnocráticas y productivistas en las universidades ha tenido su desarrollo continuado en las últimas décadas.
De Sousa Santos cuestiona la visión que desde el Banco Mundial se ha difundido sobre las universidades de la periferia capitalista, al concebir el trabajo universitario exclusivamente como trabajo docente, sin espacio para la investigación. Parte –el Banco Mundial- de concebir que los países del Sur no tienen condiciones ni las tendrán a mediano plazo para una producción científica propia[10]. Quedando esa capacidad de producir nueva ciencia reservada exclusivamente para las universidades del llamado “primer mundo”. Para el Banco Mundial, que desde hace más de 40 años ha sido una de las principales instituciones financieras mundiales impulsoras del neoliberalismo, junto al Fondo Monetario Internacional, las universidades en los países de escaso desarrollo no juegan ningún papel en la construcción de los proyectos de país ni en la creación de pensamiento crítico y de largo plazo. En términos reales, la visión educativa de las instituciones financieras multilaterales le reserva el monopolio de la creación científica y cultural a los institutos de investigación públicos y privados de las grandes potencias industriales.
A esto se une que el neoliberalismo dominante ha transformado a la universidad, en su conjunto, en una empresa que produce para las necesidades del mercado y que se convierte en sí misma en un mercado “académico”. Al exigir que la universidad se vincule exclusivamente a la producción, vacía al mismo tiempo cualquier preocupación humanista o cultural[11].
Henry Giroux, uno de los principales exponentes de la pedagogía crítica en los Estados Unidos, expone cómo en las recientes décadas de este siglo XXI fuerzas conservadoras han librado una campaña para socavar los principios de la libertad académica, sacrificar la práctica pedagógica crítica en nombre de lo “patrióticamente correcto”, y despojar a la universidad de su autonomía[12]. Estos extremistas conservadores y los intereses corporativos buscan despojar al profesorado universitario de toda autoridad, eliminar la protección laboral, reducir la pedagogía a una mera tarea instrumental, y suprimir en general la educación crítica, cerrándole el paso a que la universidad pueda cumplir una función como creadora de conciencia cívica, ciudadanía comprometida y responsabilidad social.
Un profesional universitario sin memoria histórica será un ciudadano perdido en el devenir del tiempo, sin saber qué hacer ni cómo ubicarse ante la realidad de su propio mundo y de la sociedad en que vive. Sin filosofía y sin historia no estará debidamente consciente del rumbo que lleva su existencia, y que no es otro que el prescrito por intereses extraños a la vida humana. Será una pieza del orden establecido por poderes globalizadores que están condenando a la miseria a los pueblos y a la humanidad entera a su extinción.
Al eliminar las carreras humanísticas o restarles la importancia que tienen, el gobierno intenta hacer ver que estas carreras han sido la causa del desastre nacional, o son un obstáculo para el desarrollo productivo del país y que una vez eliminadas, el país se convertirá en una potencia económica y tecnológica. Esto es una premisa falsa. La prolongada crisis del aparato productivo venezolano, que data de varias décadas, se debe a la precaria, deficiente e ineficiente gestión gubernamental, en sus errados modelos, en la tendencia perversa a copiar sin mayores análisis y cuestionamientos, modelos impuestos por el capital multinacional, y en los altos índices de corrupción institucionalizada.
En una época en la cual los procesos de creación del conocimiento científico reconocen la importancia de la multidisciplinariedad y la transdisciplinariedad, resulta paradójico que el gobierno nacional promueva un currículo nacional en el cual se prescinde de las humanidades. Como propone Edgar Morín: “Las unidades complejas, como el ser humano o la sociedad, son multidimensionales; el ser humano es a la vez biológico, psíquico, social, afectivo, racional. La sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas, religiosas. El conocimiento pertinente debe reconocer esta multidimensionalidad e insertar allí sus informaciones”[13].
LA POLÍTICA GUBERNAMENTAL, O AUSENCIA DE ÉSTA, HACIA LAS UNIVERSIDADES.
Esta supresión de carreras humanísticas, fundamentales en todo currículum universitario, se une a una serie de políticas gubernamentales que en los últimos 15 años han provocado en las universidades venezolanas una crisis estructural de enormes proporciones, crisis que amenaza con la existencia misma de las universidades como instituciones rectoras de la producción de ciencia y cultura imprescindibles a cualquier proyecto verdadero de nación que intente promoverse.
Estas políticas gubernamentales, o su ausencia, se pueden resumir en:
- La asfixia presupuestaria aplicada de manera sistemática desde hace 15 años al presupuesto universitario por parte del gobierno nacional, otorgándoles un presupuesto deficitario, que ha redundado en la casi paralización de las mismas por la inexistencia de recursos que permitan el funcionamiento de facultades, escuelas, programas académicos, de investigación y de extensión, deportivos y culturales en general.[14]
- Destaca la desaparición casi total de las capacidades científicas en todos los campos del conocimiento, por el desmantelamiento de los laboratorios, bibliotecas, equipos y materiales necesarios para su funcionamiento.
- Reducción de los salarios del personal universitario (docentes, empleados y obreros) hasta en un 99 % en los últimos 15 años. Lo que ha generado una diáspora masiva de docentes e investigadores hacia otros países o hacia otras actividades laborales distintas a la universitaria.
- Paralización desde hace más de una década, por parte de los poderes del Estado (poder judicial), de todos los procesos democráticos que permitían que las universidades eligieran a sus rectores y decanos; llegándose incluso a impedir y sabotear las elecciones de los gremios universitarios (sobre todo de los gremios estudiantiles). En esta supresión democrática en las universidades tienen también responsabilidad las autoridades rectorales, que bajo un pacto silencioso con el gobierno han visto prolongar al infinito sus deterioradas gestiones administrativas, caracterizadas por una inercia permisiva con todos los vicios internos que corroen nuestras instituciones, y que agudiza el derrumbe académico y físico de la universidad venezolana.
- Intervención por el gobierno de las universidades autónomas, gracias a una política progresiva de construcción de una mayoría en el CNU, estructurada a partir de la creación de un sistema paralelo de Educación Superior que contempló la apertura a granel de “universidades” hechas a su medida, con autoridades designadas a dedo por el gobierno, sin cumplir los requisitos establecidos en la vigente Ley de Universidades, y que de manera general son instituciones de pensamiento único que le han permitido desarrollar al gobierno una gestión centralizada, sectaria y partidista que no toma en cuenta la diversidad de criterios y de opiniones.
- Saqueo progresivo de las instalaciones de las universidades autónomas por parte del “hampa común”, ante la mirada impasible de los cuerpos de seguridad del Estado venezolano. Con la actual pandemia y la paralización casi total de las actividades universitarias, este proceso de saqueo hamponil ha alcanzado niveles descomunales, hasta el punto que hoy en día son pocos los espacios universitarios que aún no hayan sido saqueados en todo el país. Resalta aquí que los representantes del gobierno señalan públicamente de que “sus universidades” no han sufrido dichos saqueos, lo que hace levantar sospechas muy fundadas acerca de los intereses que pudieran estar moviendo a esa “hampa común” que viene destruyendo nuestras instituciones universitarias.
- La promoción abierta por parte del gobierno nacional de los estudios universitarios en instituciones privadas, las cuales son financiadas por el mismo gobierno mediante el otorgamiento de “becas estudiantiles” que en la práctica son subsidios oficiales a la institución, pues esas supuestas becas nunca son otorgadas directamente a los estudiantes sino a las universidades donde estudian[15].
- Migración masiva de jóvenes estudiantes hacia el exterior del país, o abandono de los estudios por incapacidad de sus familias para financiarles. Todo esto provocado por la profunda crisis económica donde destaca el derrumbe salarial de los trabajadores venezolanos (que actualmente no llega a 1 dólar mensual); el alto costo de los servicios de internet; imposibilidad de adquirir equipos de computación, tablets, etc; imposibilidad de costear el transporte público desde sus casas hasta las universidades; dificultades para adquirir alimentos, ropa, calzado, libros y útiles educativos básicos; limitaciones en los servicios de salud; deficiencias constantes en servicios como electricidad, agua, gas. Situación que ha generado que la matrícula universitaria se haya reducido en los últimos años en más de un 50 %.
¿QUÉ EXIGIMOS Y QUÉ PROPONEMOS?
- Exigimos al gobierno nacional que explique al país en qué se traduce, en términos de financiamiento presupuestario y adjudicación de cupos estudiantiles, la “redimensión” del ingreso universitario que coloca a casi todas las carreras humanísticas fundamentales como “no prioritarias” para la oferta académica del año 2021. Al colocar a las carreras humanísticas como “no prioritarias”, se interpreta que no habrá más presupuesto para esas carreras y en poco tiempo desaparecerán por falta de recursos para reposición de cargos.
- Exigimos la aprobación por el gobierno nacional de presupuestos acordes a las necesidades de funcionamiento de las universidades públicas.
- Exigimos la aprobación inmediata de escalas salariales tanto para docentes como personal de apoyo universitario, que restablezcan la capacidad adquisitiva y los niveles de vida mínimos para el desempeño de la importante labor de docencia, investigación y extensión universitaria.
- Proponemos abrir un proceso general de reorganización universitaria, con participación de profesores, estudiantes, empleados y obreros, que permita entrar a debatir democráticamente los problemas y necesidades más urgentes que se deben solventar, para sacar a las universidades del marasmo en que se encuentran actualmente y evitar su desaparición institucional.
- Aprobación de becas estudiantiles, otorgadas directamente al alumnado de las universidades públicas, en un monto suficiente que garantice la prosecución de sus estudios.
- Rechazamos, de manera general, todas las políticas gubernamentales que se traducen en procesos regresivos dentro de las universidades venezolanas. Particularmente rechazamos la eliminación de las carreras humanísticas; el despido o no contratación de docentes por razones ideológicas; el fomento disimulado de la educación privada en desmedro de las universidades públicas; el saboteo externo e interno de los procesos democráticos para elegir las autoridades rectorales y decanales; la anomia gubernamental que ha permitido la desaparición de la investigación científica y humanística en Venezuela; la asfixia presupuestaria contra las universidades autónomas; la presión salarial inhumana que ha llevado los ingresos de los universitarios a niveles de esclavitud.
- Compartimos la propuesta que ha surgido últimamente de la realización inmediata de elecciones rectorales en todas las universidades públicas, sobre la base de reglamentos participativos discutidos y aprobados internamente.
Finalmente, ratificamos que las universidades constituyen factores primordiales para el desarrollo de todo proyecto de nación. Que la vida republicana se garantiza, entre otras, por la existencia de universidades que aporten su constante creación científica y humanística, su visión crítica y constructiva, indispensable para el crecimiento de todos los procesos económicos, políticos, sociales y culturales a lo largo y ancho de la nación. Sin universidades no hay nación como tal. La defensa de las universidades venezolanas ante esta política regresiva y conservadora del gobierno de Nicolás Maduro que amenaza con destruirlas, es una obligación y una responsabilidad para todos los ciudadanos comprometidos con una Venezuela y una educación al servicio de la democracia, el desarrollo nacional y los máximos intereses de las grandes mayorías sociales.
Venezuela, a los 21 días del mes de enero de 2021.
Suscriben:
- Roberto López Sánchez. Profesor Titular. Universidad del Zulia. Antropología.
- Lino Meneses. Coordinador del Doctorado en Antropología. Universidad de los Andes.
- Johnny Alarcón Puentes. Profesor Titular. Universidad del Zulia. Antropología.
- Belinda Colina Arenas. Profesora Titular. Coordinadora Unidad Académica de Estudios del Desarrollo. FEC-LUZ.
- Jesús Puerta. Profesor Titular. Universidad de Carabobo.
- José León Uzcátegui. Profesor Titular. Universidad de Carabobo.
- Ángel Rafael Lombardi Boscán. Director del Centro de Estudios Históricos. Universidad del Zulia.
- Morelva Leal Jerez. Profesora Titular. Universidad del Zulia. Antropología.
- Lorelli Paredes Valecillos. Becaria Docente. Universidad del Zulia. Antropología.
- Ramona Suárez Piña. Auxiliar Docente. Universidad del Zulia. Antropología.
- Jesús Urbina. Profesor Titular. Universidad de Carabobo.
- Reyber Parra. Profesor Titular. Universidad del Zulia.
- Kerli Moreno Mercado. Becaria Docente. Universidad del Zulia. Antropología.
- Héctor Navarro. Profesor Titular. Universidad Central de Venezuela.
- Eunice Romero. Profesora Titular. Universidad del Zulia. Antropología.
- Alexander Mansutti Rodríguez. Profesor Titular. Universidad Experimental de Guayana.
- Alba Sánchez. Profesora de Orientación. Universidad del Zulia. Humanidades.
- Cecilia Montero. Profesora Unidad de Antropología. Universidad del Zulia.
- José Luis López Sánchez. Profesor Titular. Universidad Central de Venezuela.
- Karina Navarro Jiménez. Profesora Titular. Universidad del Zulia. Filosofía.
- Rosaura Bueno. Profesora Titular. Universidad del Zulia.
- Carlos Valbuena Chirinos. Coordinador de la Maestría en Antropología. Universidad del Zulia.
- Oscar Fuenmayor. Egresado Universidad del Zulia. Licenciado en Educación.
- Mirella Herrera Colmenares. Profesora Titular. Universidad de Carabobo.
- Carlos Añez González. Profesor Titular. Universidad del Zulia.
- Jorge Hinestroza. Profesor Titular. Universidad del Zulia.
- Elsa Petit Torres. Profesora Titular. Unidad Académica de Estudios del Desarrollo. FEC-LUZ.
- Jennifer Fernández. Egresada Universidad del Zulia. Licenciada en Antropología.
- Gladys Gordones. Coordinadora de la Maestría en Etnología. Universidad de los Andes.
- Pedro Capett. Presidente Asociación de Profesores Seccional Ciencias. Universidad del Zulia.
- Pedro García Avendaño. Profesor Titular. Universidad Central de Venezuela.
- Javier Biardeau. Profesor asociado y Jefe del Departamento de Estudios latinoamericanos de la Escuela de Sociologia de la UCV
- Vladimir Aguilar Castro. Profesor Titular. Universidad de los Andes.
- Carmen Irene Rivero. Profesora Titular. Universidad de Carabobo.
- Nancy Delgado Noguera. Profesora Titular. Universidad del Zulia.
- Angel Zabaleta Fajardo. Profesor Titular. Universidad del Zulia.
- Noylibeth Rivero Paredes. Profesora Titular. Universidad del Zulia. Antropología.
- Jesús Aguirre. Profesor Titular. Universidad de Carabobo.
- Jesús Manuel Escobar Martínez. Profesor Universidad de Carabobo.
- Omar Contreras. Profesor Titular. Universidad del Zulia. Física.
- Nalúa Silva Monterrey. Directora del Centro de Investigaciones Antropológicas. Universidad Nacional Experimental de Guayana.
- Yara Altez. Prof. Titular. Escuela de Antropología. Universidad Central de Venezuela.
- Pedro José Rivas. Profesor Titular. Universidad de Los Andes.
Notas:
________________________
[2] Artículo 102º de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV).
[3] Edgar Morín (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Caracas (Venezuela).
[4] Simón Rodríguez (1999). Obras Completas. José Agustín Catalá editor. Caracas. Tomo II. P. 318.
[5] Simón Bolívar. Carta al General Santander, del 20 de mayo de 1825, desde Arequipa. Obras Completas. Ediciones Corporiente. Cumaná, Estado Sucre. (Venezuela). Tomo II. P. 139.
[6] Boaventura de Sousa Santos (2008). La universidad en el siglo XXI. Centro Internacional Miranda. Caracas (Venezuela). P. 41.
[8] Danny Monsálvez Araneda y Mario Valdés Urrutia, « El golpe de Estado de 1973 y la intervención militar en la Universidad de Concepción (Chile) », Polis [En línea], 45 | 2016, Publicado el 11 mayo 2017, consultado el 21 enero 2021. URL : http://journals.openedition.org/polis/12199 .
[10] De Sousa Santos. 2008. La Universidad en el siglo XXI. Pp. 46-47.
[11] De Sousa Santos. 2008. La Universidad en el siglo XXI. Pp. 48-49.
[12] Henry Giroux. 2008. La Universidad Secuestrada. Centro Internacional Miranda Caracas (Venezuela). P. 30.
[14] Ignacio Avalos y otros. 2020. Investigando en Venezuela. Capacidades de Ciencia, Tecnología e Innovación para superar la crisis en Venezuela