Profesores Universitarios se pronuncian ante la eliminación de las Carreras Humanísticas
25 de enero de 2021.- Con motivo de la presentación por el ministro de Educación Universitaria del documento: "Redimensión del Sistema Nacional de Ingreso Universitario" (Ver en PDF) en el cual se establecen 145 carreras como prioritarias para la oferta académica del año 2021, profesores de la Universidad del Zulia, Universidad de Los Andes, Universidad de Carabobo y Universidad Central de Venezuela, principalmente, se han pronunciado exigiendo al gobierno nacional que explique al país en qué se traduce, en términos de financiamiento presupuestario y adjudicación de cupos estudiantiles, la "redimensión" del ingreso universitario que coloca a casi todas las carreras humanísticas fundamentales como "no prioritarias". Carreras como la Antropología (Antropología Biológica, Arqueología, Antropolingüística y Antropología social y cultural), Historia, Sociología, Filosofía, Letras, Geografía, Artes, Ciencias Políticas, Estudios Internacionales, Ciencias Jurídicas, Comunicación Social (que no solo es periodismo), Bibliotecología, Educación Mención Historia y Mención Geografía, Psicología, Trabajo Social, Ciencias Estadísticas y Actuariales, no aparecen mencionadas dentro de las 145 "carreras prioritarias" establecidas oficialmente en el citado documento. Plantean los docentes que para ejecutar proyectos productivos en zonas campesinas, zonas de población indígena, grandes centros urbanos, territorios limítrofes, para mencionar algunos ejemplos, se requiere de estudios multidisciplinarios con el concurso de antropólogos, sociólogos, historiadores, geógrafos, comunicadores sociales, trabajadores sociales, psicólogos, y demás profesionales que aporten diagnósticos, explicaciones y propuestas vinculadas y en armonía con el escenario productivo que se ejecuta. "Un proyecto productivo que no tome en cuenta los recorridos históricos, la identidad cultural, los acervos patrimoniales, los procesos culturales existentes, las variables geográficas y la realidad social en general, difícilmente podrá responder a las necesidades de la Nación y por tanto nunca podrá constituirse en "la solución de los problemas del pueblo". Puesto que ni siquiera conoce al pueblo, en su realidad nacional y regional-local, ignora su historia, su multiculturalidad y multietnicidad, sus tradiciones de lucha y sus conflictos actuales, sus costumbres y sus prácticas comunitarias". A continuación el documento completo presentado por los docentes, y adjunto el documento: REDIMENSIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE INGRESO UNIVERSITARIO, BASADO EN LA REACTIVACIÓN DEL APARATO PRODUCTIVO NACIONAL, presentado por el ministro Trompiz. LAS CARRERAS UNIVERSITARIAS Y LA RESOLUCIÓN DE LAS NECESIDADES DEL PUEBLO Y LA NACION INTRODUCCION En diciembre 2020 el Ministerio para la Educación Universitaria presentó de manera pública un documento titulado “Redimensión del Sistema Nacional de Ingreso Universitario”[1], el cual establece las carreras prioritarias según la perspectiva del gobierno nacional, que se relacionan con “la economía productiva” y responden a las “necesidades de formación de la nación”. De acuerdo con ello, el ministerio establece “la oferta de 15 carreras base en las áreas prioritarias, 21 carreras derivadas y 109 complementarias, las cuales constituyen la nueva oferta académica 2021”. En dicho documento se ignoran las ciencias sociales y humanísticas que son fundamento imprescindible para el cumplimiento de los principios consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en lo relativo al establecimiento de una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural y que ratifica LOS DERECHOS CULTURALES Y EDUCATIVOS de los venezolanos y las venezolanas, a la educación, en todos sus niveles y modalidades, como función indeclinable y de máximo interés para el Estado, que sirve como “instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad”.[2] Carreras como la Antropología (Antropología Biológica, Arqueología, Antropolingüística y Antropología social y cultural), Historia, Sociología, Filosofía, Letras, Geografía, Artes, Ciencias Políticas, Estudios Internacionales, Ciencias Jurídicas, Comunicación Social (que no solo es periodismo), Bibliotecología, Educación Mención Historia y Mención Geografía, Psicología, Trabajo Social, Ciencias Estadísticas y Actuariales, no aparecen mencionadas dentro de las 145 “carreras prioritarias” establecidas oficialmente en el citado documento. La justificación central para establecer esas “carreras prioritarias” es la “reactivación del aparato productivo nacional”. Para ello el documento cita al presidente Nicolás Maduro al intervenir en un acto de graduación de Médicos Comunitarios en octubre de 2020: “Las prioridades de la República es la salud pública, la educación pública, la producción de alimentos, la producción de medicinas, la producción de los energéticos; las prioridades de la República están en el desarrollo industrial, en el desarrollo de la ciencia, la innovación, la tecnología; en el desarrollo de los sistemas de vivienda, ahí están las prioridades de la República. En la economía real, en la sociedad real, en la solución de los problemas del pueblo, ahí están las prioridades” Pero ni la sociedad venezolana actual, ni ninguna sociedad del mundo, están integradas por compartimientos estancos. Todo lo contrario, la realidad venezolana, con su profunda crisis en todos los órdenes, tiene que ser vista en su complejidad integrada para poder ser comprendida y explicada, y a partir de allí, determinar la solución de los problemas de nuestra sociedad. Como plantea Edgar Morin[3]: “Se debe elaborar una lógica de la complejidad, que entienda que la sociedad es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: que presenta la paradoja de uno y múltiple” (Morín, 2000). Toda actividad productiva a desarrollar en cualquier punto de Venezuela requiere de una visión científica y humanística que la haga viable, perdurable y que le permita alcanzar los objetivos propuestos. Los estudios multidisciplinarios para ejecutar proyectos productivos en zonas campesinas, zonas de población indígena, grandes centros urbanos, territorios limítrofes, para mencionar algunos ejemplos, requieren del concurso de antropólogos, sociólogos, historiadores, geógrafos, comunicadores sociales, trabajadores sociales, psicólogos, y demás profesionales que aporten diagnósticos, explicaciones y propuestas vinculadas y en armonía con el escenario productivo que se ejecuta. Un proyecto productivo que no tome en cuenta los recorridos históricos, la identidad cultural, los acervos patrimoniales, los procesos culturales existentes, las variables geográficas y la realidad social en general, difícilmente podrá responder a las necesidades de la Nación y por tanto nunca podrá constituirse en “la solución de los problemas del pueblo”. Puesto que ni siquiera conoce al pueblo, en su realidad nacional y regional-local, ignora su historia, su multiculturalidad y multietnicidad, sus tradiciones de lucha y sus conflictos actuales, sus costumbres y sus prácticas comunitarias. Un profesional universitario que sólo conozca de cálculo, de algoritmos y reacciones químicas, pero sin preparación humanística, será insensible a la pintura, a la danza, a la literatura y a las artes en general. Su ciencia y su técnica carecerán de alma; alienado como estará de su entorno social, apenas si será un simple operario de los sistemas que dominan el mundo. Pensará que el mundo es así como lo ve, sin imaginación para entrever siquiera otra vida posible frente a la que nos destinan los demiurgos que se ocultan tras la fachada de los poderes corporativos. LA UNIVERSIDAD COMO IMPULSORA DE CIENCIA Y CULTURA AL SERVICIO DE LA NACIÓN La necesidad de una educación y una formación que integre múltiples disciplinas y múltiples conocimientos las planteó ya en el siglo XIX nuestro Simón Rodríguez, maestro insigne del Libertador: “La política es como la medicina. Antes se graduaba un estudiante con los aforismos de Hipócrates, sin entenderlos. Hoy debe saber por qué se establecieron los aforismos, y ser capaz de someterlos a su crítica para ser médico, aunque no se gradúe ... El médico ha de ser hoy filósofo y físico, y el político, todo, porque la ciencia de la sociedad se compone de todos los conocimientos, de todos los movimientos, y de todas las relaciones del hombre”[4]. El mismo Simón Bolívar, al responder a críticas de un viajero francés que dudaba de sus conocimientos, expresó claramente: “Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles, ni los códigos del crimen y del error; pero puede ser que Mr. De Mollien no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac, Buffon, D’Alembert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Bethot y todos los clásicos de la antigüedad, así como filósofos, historiadores, oradores y poetas; y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y gran parte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencialmente a Ud. para que no crea que su pobre presidente ha recibido tan mala educación como dice Mr. De Mollien”[5]. Como afirma Boaventura de Sousa Santos[6], cuando se impuso el neoliberalismo como modelo global del capitalismo, y especialmente en los países latinoamericanos que vivieron dictaduras militares en las últimas décadas del siglo XX, se indujo una crisis institucional en las universidades con dos objetivos: “reducir la autonomía de la universidad, y eliminar la producción y divulgación del pensamiento libre y crítico; y poner a la universidad al servicio de proyectos modernizantes autoritarios…” A este respecto no está de más recordar la profunda reorganización universitaria aplicada por las dictaduras militares en Chile y en Argentina durante los años 70-80, que incluyó la eliminación de carreras universitarias como Educación, Sociología, Trabajo Social y Comunicación Social[7], como parte de un proceso más amplio de “saneamiento” y “limpieza” de las universidades, extirpando de ellas todas las expresiones de pensamiento crítico, incluyendo el despido de profesores y alumnos de los cuales se sospechara su afinidad ideológica con los gobiernos progresistas que habían derrocado, la imposición de nuevas autoridades rectorales (que en algunos casos como en la Universidad de Concepción –Chile- no eran docentes sino trabajadores administrativos, y sobre todo, militares de carrera)[8]. “La dictadura establecida a partir del 11 de septiembre de 1973 transformó la sociedad chilena en sus múltiples dimensiones: política, social, económica y cultural. En el caso de la educación superior, a los pocos días de ocurrido el golpe de Estado se implementaron medidas de intervención y reestructuración de las casas de estudios, orientadas a revertir las conquistas en materia de modernización y democratización realizadas durante el proceso de Reforma Universitaria. Una de las primeras medidas fue designar rectores -militares en ejercicio o en retiro- representantes de la Junta Militar en las universidades, con amplias atribuciones … En ese escenario, la Universidad Técnica del Estado y su comunidad fueron duramente reprimidas: Casa Central atacada con artillería, rector, académicos, estudiantes detenidos y llevados a diferentes campos de prisioneros, reducción de la matrícula, reorganización académica y administrativa, eliminación de carreras y cursos, entre otras medidas.”[9] Pero las trasformaciones regresivas de los modelos universitarios no se quedaron en la exclusividad de los gobiernos militares del Cono Sur. La imposición de visiones tecnocráticas y productivistas en las universidades ha tenido su desarrollo continuado en las últimas décadas. De Sousa Santos cuestiona la visión que desde el Banco Mundial se ha difundido sobre las universidades de la periferia capitalista, al concebir el trabajo universitario exclusivamente como trabajo docente, sin espacio para la investigación. Parte –el Banco Mundial- de concebir que los países del Sur no tienen condiciones ni las tendrán a mediano plazo para una producción científica propia[10]. Quedando esa capacidad de producir nueva ciencia reservada exclusivamente para las universidades del llamado “primer mundo”. Para el Banco Mundial, que desde hace más de 40 años ha sido una de las principales instituciones financieras mundiales impulsoras del neoliberalismo, junto al Fondo Monetario Internacional, las universidades en los países de escaso desarrollo no juegan ningún papel en la construcción de los proyectos de país ni en la creación de pensamiento crítico y de largo plazo. En términos reales, la visión educativa de las instituciones financieras multilaterales le reserva el monopolio de la creación científica y cultural a los institutos de investigación públicos y privados de las grandes potencias industriales. A esto se une que el neoliberalismo dominante ha transformado a la universidad, en su conjunto, en una empresa que produce para las necesidades del mercado y que se convierte en sí misma en un mercado “académico”. Al exigir que la universidad se vincule exclusivamente a la producción, vacía al mismo tiempo cualquier preocupación humanista o cultural[11]. Henry Giroux, uno de los principales exponentes de la pedagogía crítica en los Estados Unidos, expone cómo en las recientes décadas de este siglo XXI fuerzas conservadoras han librado una campaña para socavar los principios de la libertad académica, sacrificar la práctica pedagógica crítica en nombre de lo “patrióticamente correcto”, y despojar a la universidad de su autonomía[12]. Estos extremistas conservadores y los intereses corporativos buscan despojar al profesorado universitario de toda autoridad, eliminar la protección laboral, reducir la pedagogía a una mera tarea instrumental, y suprimir en general la educación crítica, cerrándole el paso a que la universidad pueda cumplir una función como creadora de conciencia cívica, ciudadanía comprometida y responsabilidad social. Un profesional universitario sin memoria histórica será un ciudadano perdido en el devenir del tiempo, sin saber qué hacer ni cómo ubicarse ante la realidad de su propio mundo y de la sociedad en que vive. Sin filosofía y sin historia no estará debidamente consciente del rumbo que lleva su existencia, y que no es otro que el prescrito por intereses extraños a la vida humana. Será una pieza del orden establecido por poderes globalizadores que están condenando a la miseria a los pueblos y a la humanidad entera a su extinción. Al eliminar las carreras humanísticas o restarles la importancia que tienen, el gobierno intenta hacer ver que estas carreras han sido la causa del desastre nacional, o son un obstáculo para el desarrollo productivo del país y que una vez eliminadas, el país se convertirá en una potencia económica y tecnológica. Esto es una premisa falsa. La prolongada crisis del aparato productivo venezolano, que data de varias décadas, se debe a la precaria, deficiente e ineficiente gestión gubernamental, en sus errados modelos, en la tendencia perversa a copiar sin mayores análisis y cuestionamientos, modelos impuestos por el capital multinacional, y en los altos índices de corrupción institucionalizada. En una época en la cual los procesos de creación del conocimiento científico reconocen la importancia de la multidisciplinariedad y la transdisciplinariedad, resulta paradójico que el gobierno nacional promueva un currículo nacional en el cual se prescinde de las humanidades. Como propone Edgar Morín: “Las unidades complejas, como el ser humano o la sociedad, son multidimensionales; el ser humano es a la vez biológico, psíquico, social, afectivo, racional. La sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas, religiosas. El conocimiento pertinente debe reconocer esta multidimensionalidad e insertar allí sus informaciones”[13]. LA POLÍTICA GUBERNAMENTAL, O AUSENCIA DE ÉSTA, HACIA LAS UNIVERSIDADES. Esta supresión de carreras humanísticas, fundamentales en todo currículum universitario, se une a una serie de políticas gubernamentales que en los últimos 15 años han provocado en las universidades venezolanas una crisis estructural de enormes proporciones, crisis que amenaza con la existencia misma de las universidades como instituciones rectoras de la producción de ciencia y cultura imprescindibles a cualquier proyecto verdadero de nación que intente promoverse. Estas políticas gubernamentales, o su ausencia, se pueden resumir en:
¿QUÉ EXIGIMOS Y QUÉ PROPONEMOS?
Finalmente, ratificamos que las universidades constituyen factores primordiales para el desarrollo de todo proyecto de nación. Que la vida republicana se garantiza, entre otras, por la existencia de universidades que aporten su constante creación científica y humanística, su visión crítica y constructiva, indispensable para el crecimiento de todos los procesos económicos, políticos, sociales y culturales a lo largo y ancho de la nación. Sin universidades no hay nación como tal. La defensa de las universidades venezolanas ante esta política regresiva y conservadora del gobierno de Nicolás Maduro que amenaza con destruirlas, es una obligación y una responsabilidad para todos los ciudadanos comprometidos con una Venezuela y una educación al servicio de la democracia, el desarrollo nacional y los máximos intereses de las grandes mayorías sociales. Venezuela, a los 21 días del mes de enero de 2021. Suscriben:
Notas: ________________________ [1] Ministro @CTrompiz2 pone en discusión la redimensión del Sistema Nacional de Ingreso Universitario https://twitter.com/CTrompiz2/status/1338527919833034753; https://www.instagram.com/p/CI0xMN1BhnP/?igshid=yfza59zestxf. [2] Artículo 102º de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV). [3] Edgar Morín (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Caracas (Venezuela). [4] Simón Rodríguez (1999). Obras Completas. José Agustín Catalá editor. Caracas. Tomo II. P. 318. [5] Simón Bolívar. Carta al General Santander, del 20 de mayo de 1825, desde Arequipa. Obras Completas. Ediciones Corporiente. Cumaná, Estado Sucre. (Venezuela). Tomo II. P. 139. [6] Boaventura de Sousa Santos (2008). La universidad en el siglo XXI. Centro Internacional Miranda. Caracas (Venezuela). P. 41. [7] Universidad Técnica del Estado en dictadura. https://archivopatrimonial.usach.cl/dictadura/?page_id=24 [8] Danny Monsálvez Araneda y Mario Valdés Urrutia, « El golpe de Estado de 1973 y la intervención militar en la Universidad de Concepción (Chile) », Polis [En línea], 45 | 2016, Publicado el 11 mayo 2017, consultado el 21 enero 2021. URL : http://journals.openedition.org/polis/12199 . [9] UTE en dictadura. https://archivopatrimonial.usach.cl/dictadura/ [10] De Sousa Santos. 2008. La Universidad en el siglo XXI. Pp. 46-47. [11] De Sousa Santos. 2008. La Universidad en el siglo XXI. Pp. 48-49. [12] Henry Giroux. 2008. La Universidad Secuestrada. Centro Internacional Miranda Caracas (Venezuela). P. 30. [13] Morín, 2000: 42. [14] Ignacio Avalos y otros. 2020. Investigando en Venezuela. Capacidades de Ciencia, Tecnología e Innovación para superar la crisis en Venezuela [15] Gobernación del Zulia ofrece becas para universitarios. https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/pulso/gobernacion-del-zulia-ofrece-becas-en-para-universitarios/
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