CANTAURA, LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN VENEZUELA Y LA FARSA MADURISTA
https://www.aporrea.org/ddhh/a270135.html
4 de Octubre de 2018
Alejandro Velásquez Guerra.
Unico comandante sobreviviente en Cantaura
Roberto López Sánchez
Este 4 de octubre de 2018 se cumplen 36 años de la Masacre de Cantaura,
acción militar en la cual las fuerzas militares y policiales al servicio de la
pseudo democracia adeco-copeyana atacaron al Frente Guerrillero Américo Silva (FAS)
en el oriente de Venezuela, causándole 23 bajas, contra una sola baja militar
reconocida por el gobierno de Luis Herrera Campins.
El combate de Cantaura fue la acción militar más significativa de todo el
período de la lucha armada en las décadas de 1960, 70 y 80, exceptuando los
alzamientos militares de Carúpano y Puerto Cabello ocurridos en mayo y junio de
1962 respectivamente. En Cantaura el gobierno socialcristiano atacó el campamento
del FAS, a partir de informaciones derivadas de la infiltración-delación de
varios personajes identificados plenamente, utilizando fuerzas de la aviación
(helicópteros UH1H, aviones Bronco y Camberra), del ejército y de la DISIP
(policía política). En total varios centenares de soldados y policías que
ejecutaron un primer ataque con bombardeo de los aviones, luego de
ametrallamiento con los helicópteros, y posteriormente con el cerco de tenaza
repetido varias veces en torno al campamento.
El ataque contra Cantaura implicó un esfuerzo significativo en lo militar y
policial para el gobierno copeyano, comparable con el cerco montado por el
ejército boliviano para capturar y dar muerte al Ché Guevara en octubre de
1967, o al ataque contra el campamento de Raúl Reyes, máximo jefe de las FARC,
en 2008 (donde también utilizaron aviones, helicópteros y tropas terrestres).
El objetivo era exterminar completamente a los revolucionarios que allí se
encontraban. De los aproximadamente 40 camaradas que integraban el frente,
lograron romper el cerco 17, cayendo en combate 23. Las exhumaciones realizadas
en años recientes comprobaron que todos fueron capturados con vida y rematados
con tiros en la cabeza. Allí cayeron amigos con los cuales pude compartir
diversas acciones revolucionarias durante meses en el mismo frente, como el
catire Roberto Rincón Cabrera (primer comandante), Sor Fanny Alfonzo (Mayorca,
miembro de la comandancia), Enrique Márquez Velásquez (el Gato, también de la
comandancia), Carlos Hernández Arzola (el Gocho, pseudónimo para despistar,
porque no era andino sino caraqueño), Carlos Zambrano Mira (de origen chileno,
jefe de la retaguardia), Antonio María Echegarreta (de Guarenas), Jorge Luis
Becerra, y otros camaradas que había conocido en el frente estudiantil de
Caracas, como María Luisa Estevez (de la USB), Mauricio Tejada y Nelson Pacín
(de la UCV).
La masacre de Cantaura fue investigada por la llamada “Comisión de la
Verdad”, cuyo informe final se presentó públicamente en febrero de 2017. A pesar
de que dicho informe reconoce que los 23 combatientes que cayeron en el combate
presentaron “heridas por arma de fuego de alto calibre en la región cefálica,
específicamente en la parte posterior de la cabeza, con un recorrido realizado
por el proyectil de atrás hacia adelante, y algunas, de arriba hacia abajo”,
que evidencian la situación de indefensión en que se encontraban cuando
perdieron la vida, y a pesar de que el informe identifica a los jefes militares
de los cinco batallones de cazadores (ejército) que ejecutaron el cerco y
dieron de baja a los 23 revolucionarios, la fiscalía sólo acusó ante tribunales
a uno sólo de los comandantes de esos cinco batallones, al teniente coronel
Ismael Antonio Guzmán.
El amigo Robin Rodríguez, a quien conocí en la clandestinidad aquí en
Maracaibo a fines de 1984, afirma que otro de esos comandantes también fue
procesado, el teniente coronel Oscar González Beltrán (ese dato no aparece en
el informe final de la comisión de la verdad). Pues la razón de que hayan sido acusados
solamente estos dos comandantes, y no los cinco como debía corresponder, de
acuerdo a lo que afirma Robin Rodríguez y que concuerda perfectamente con los
hechos, es que los dos acusados no apoyaron a Chávez y uno de ellos, González
Beltrán, fue jefe de la Casa Militar en el segundo gobierno de Carlos Andrés
Pérez (1989), y enfrentó en 1992 el alzamiento del 4 de febrero cuando era jefe
de estado mayor del ejército.
En cambio la fiscalía “perdonó” de sus crímenes en Cantaura al militar
chavista Enrique José Vivas Quintero, comandante de uno de los batallones
actuantes en Cantaura, y que posteriormente, al ocurrir la Masacre de El Amparo
en octubre de 1988, era el comandante de esa región militar. Resulta que este
Vivas Quintero fue director de finanzas del MVR en Caracas y posteriormente
diputado en el Parlamento Andino (toda esta información en base a lo que afirma
Robin Rodríguez en su artículo “Revelan nombres de militares del chavismo
incursos en asesinatos de revolucionarios en el pasado” (http://robinrodriguezz.blogspot.com/). Tampoco fueron acusados los otros dos
comandantes de batallón actuantes en Cantaura: tenientes coroneles José
Sifontes Boet y Diego Manuel Guzmán. La fiscalía en su informa final no
establece ninguna explicación sobre el porqué acusó a unos y a otros no.
Otros militares “bolivarianos” que ni siquiera aparecen mencionados en el
informe de la fiscalía y que han sido acusados como participantes en la masacre
por las organizaciones de derechos humanos y familiares de los asesinados, son
Vladimir Filatov Riabkov (piloto de Camberra) y Roger Cordero Lara
(piloto de Bronco), quienes ocuparon la comandancia general de la aviación
durante el gobierno de Hugo Chávez. Este último es diputado por el PSUV en la
Asamblea Nacional.
Otro exabrupto de impunidad
referido a Cantaura es la libertad de la que han gozado todos estos años los
infiltrados-delatores que aportaron al enemigo la información que permitió la
acción militar contra los revolucionarios. Nos referimos a los hermanos
Norberto y Alirio Rebanales, que fueron infiltrados por la inteligencia enemiga
en el propio frente guerrillero (con la
buena pro de otros infiltrados hasta ahora no suficientemente identificados y
que sin duda formaban parte del secretariado del partido Bandera Roja), y que salieron
del campamento el día anterior a la masacre. Estos hermanos Rebanales ni
siquiera aparecen mencionados en el informe de la fiscalía sobre Cantaura,
aunque si son identificados en dicho informe por cumplir el mismo papel en la
posterior Masacre de Yumare en mayo de 1986. Resulta que los Rebanales
siguieron trabajando para cuerpos de inteligencia incluso al inicio del
gobierno de Chávez, pues uno de ellos fue detenido por la policía del estado
Zulia a fines del 2001, en Machiques, cuando colocaba explosivos (cajas
sonoras) con planfletos supuestos del Ejército de Liberación Nacional de
Colombia, una acción a todas luces coordinada por la CIA para desestabilizar al
gobierno de Chávez, pues ya estaba en marcha la operación que condujo al golpe
del 11 de abril de 2002. Los
Rebanales nunca han sido detenidos ni procesados, y probablemente hoy gozan de
la jubilación por alguno de los organismos de inteligencia del estado
venezolano.
La paradoja de todo esto es que tanto el mismo Hugo Chávez como ahora
Nicolás Maduro han basado sus discurso político y su justificación histórica a
partir de la difícil y sacrificada lucha armada revolucionaria que se
desarrolló en Venezuela por casi 30 años, llegando incluso a incorporar al
Panteón Nacional a principales líderes de ese proceso guerrillero como Fabricio
Ojeda, a rendirle homenaje en la Asamblea Nacional al féretro exhumado del
comandante guerrillero Américo Silva, colocando siempre a dicha lucha armada
como el antecedente más inmediato de los alzamientos militares del 4 de febrero
y 27 de noviembre de 1992, los cuales abrieron paso al proceso bolivariano
iniciado por el triunfo electoral de Chávez en 1998.
La degeneración progresiva del gobierno de Maduro ha llegado a repetir
masacres semejantes a la de Cantaura, como la masacre de Quinta Crespo en 2014,
donde fueron ajusticiados cinco líderes de un colectivo bolivariano (Odremán y
otros), o la masacre de El Junquito, en enero de este año 2018, donde fueron
asesinados los integrantes del grupo insurgente de Oscar Pérez, a pesar de que
por las redes se constataba en vivo y en directo la disposición de negociar y
rendirse de esos opositores de derecha.
Por todas estas razones es inaudito que Nicolás Maduro pretenda seguir
utilizando la gesta heroica de los revolucionarios muertos en la lucha armada
contra la partidocracia de AD y Copei, como una especie de “antecedentes” del
desmadre nacional que en lo económico, político y social ha generado su
gobierno.
Ninguna relación se puede establecer históricamente entre las acciones de
los partidos insurgentes MIR, PCV, PRV y BR con este régimen autoritario,
neoliberal, represivo y entreguista de Maduro. Tal vez acaso se pueda vincular
a la comiquita de lucha armada que realizó la OR, que nunca llegó a tener
estructuras guerrilleras ni realizó operaciones de significación. Los jefes de
la OR, hoy burócratas de la anticonstitucional “Asamblea Constituyente”, Julio
Escalona y Fernando Soto Rojas, todavía le deben al pueblo venezolano la
explicación referida al secuestro de William Niehous, las extrañas
circunstancias de su liberación, y de la muerte de dos de sus cuadros
principales, Encarnación Aquino Carpio y Carlos García Silva en esos hechos. Un
extraño suceso que, ante la ausencia de explicaciones oficiales por parte de
quienes secuestraron al gringo, da pie a todo tipo de conjeturas a casi 40 años
de haber ocurrido.
Como hemos repetido todos
estos años, las investigaciones relacionadas con la Masacre de Cantaura
no han permitido la condena de ninguno de sus responsables. A casi 20 años de
revolución bolivariana, la impunidad más absoluta domina este crimen de lesa
humanidad cometido por la IV República, con la ahora evidente complicidad de la
denominada “V República”. Hoy, en los actos de conmemoración de Cantaura, no
tienen derecho a hablar, no tienen ningún derecho ante la historia, ante el
pueblo, ante los familiares de los asesinados, ni ante los revolucionarios
sobrevivientes, todos los “jefes” de gobierno que son cómplices por omisión por
esta situación de impunidad por los gravísimos crímenes cometidos contra
revolucionarios venezolanos.
CAÍDOS EN CANTAURA:
- Roberto Antonio Rincón Cabrera (El Catire):
32 años. Natural de Maracay. Primer comandante del FAS. Incorporado a la
lucha revolucionaria desde los 16 años.
- Enrique José Márquez Velásquez (El Gato).
Segundo Comandante. Natural de Cumaná. Empleado de la UDO.
- Emperatriz Guzmán Cordero (Chepa). Tercera
Comandante. Natural de Aguasay (Monagas). 38 años. Primera mujer
combatiente de la guerrilla oriental.
- Carlos Hernández Arzola. 32 años. Natural
de Caracas. Dirigente popular del 23 de Enero.
- Carlos Alberto Zambrano Mira (Jaime). 30
años. Natural de Santiago de Chile. Responsable de la retaguardia y
oficial del FAS.
- Sor Fanny Alfonso Salazar (Mayorca). 32
años. Socióloga (UDO Anzoátegui). Oficial del FAS.
- María Luisa Estévez Arranz. 27 años.
Estudiante de la USB y luego de UDO. Miembro de la retaguardia del FAS.
- Mauricio Tejada. Natural de Medellín
(Colombia). Estudiante de la UCV. Oficial del FAS.
- Eusebio Ricardo Martel Daza. Natural de
Caracas. Dirigente obrero.
- Carmen Rosa García. Estudiante, 19 años.
Natural de Cariaco (Sucre).
- Beatriz del Carmen Jiménez. Estudiante, 24
años. Natural de Cariaco.
- Jorge Luis Becerra Navarro. 20 años.
Natural de Ciudad Bolívar. Estudiante de la UDO.
- Diego Alfonzo Carrasquel. 28 años. Natural
de Barcelona (Anzoátegui).
- Luis José Gómez (Pomponio). Dirigente
estudiantil en Anaco (Anzoátegui). 19 años.
- Julio César Farías. 20 años. Dirigente
estudiantil de la ETI de Barcelona.
- Nelson Pacín Collazo. 23 años. Estudiante
de economía en la UCV. Natural de Caracas.
- José Míguez Núñez (Zanahoria). Nacido en
Sevilla (España). Estudiante de la UCV.
- Rubén Alfredo Castro Batista. 27 años.
Dirigente obrero de La Guaira.
- Baudilio Valdemar Herrera Veracierta. 18
años. Estudiante de Barcelona.
- Antonio María Echegarreta Hernández. 24
años. Caraqueño. Dirigente popular en Guarenas-Guatire.
- José Isidro Zerpa Colina. 28 años. Obrero.
Natural de Barinas.
- Itamar Lorenzo Morillo. Natural de San Luis
(Falcón). Estudiante de la UCV.
- Eumenedis Ysoida Gutiérrez Rojas. Maestra.
Natural de San Tomé (Anzoátegui).
¡ HASTA LA VICTORIA
SIEMPRE ¡
¡ PATRIA O MUERTE,
VENCEREMOS ¡
Maracaibo, Tierra del
Sol Amada. 4 de octubre de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario