lunes, 27 de febrero de 2017

LA INDUSTRIA PETROLERA EN VENEZUELA: RELACIONES DE TRABAJO Y CONCIENCIA DE CLASE (1914-2015)[i]

Roberto López Sánchez[ii], Lorelli Paredes Valecillos, Kerli Moreno Mercado[iii].

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo analiza comparativamente la evolución de las relaciones de trabajo en la industria petrolera, a partir de momentos clave de su desarrollo histórico. Desde su inicio como industria en 1914, considerando la huelga petrolera de 1936, el paro patronal de 2002, y su situación actual en 2015. Más que un estudio a profundidad de dichas relaciones laborales, hemos indagado en la conciencia que sobre esta evolución mantienen los actuales trabajadores de la industria petrolera venezolana, con miras a valorar las potencialidades existentes para nuevos procesos de transformación en el seno de la industria y en su vinculación con la sociedad nacional. Para ello se realizaron entrevistas a obreros petroleros en la Costa Oriental del Lago y a trabajadores de nómina mayor de PDVSA en Maracaibo y COL.

El trabajo se enmarca en la línea de investigación que estudia a los movimientos sociales venezolanos, y específicamente la evolución del movimiento de trabajadores en el último siglo.

La investigación está fundamentada en la metodología cualitativa, como expresión del nuevo paradigma de la complejidad que se abre paso en la ciencia contemporánea. Partiendo de la afirmación de que no hay hechos, sino interpretaciones, la investigación ha sido orientada mediante el método hermenéutico-dialéctico (Martínez, 2004: 101), considerando que las acciones del movimiento obrero y la evolución de las relaciones laborales se prestan a diferentes interpretaciones. Para ello se ha utilizado el procedimiento dialéctico del círculo hermenéutico (que va del significado global al de las partes, y viceversa).

1.    LA INDUSTRIA PETROLERA EN VENEZUELA

El 31 de julio de 1914 con la apertura del pozo ZUMAQUE I se dio inicio definitivo a la industria petrolera en Venezuela (la cual había tenido antecedentes en la compañía Petrolia del estado Táchira, a fines del siglo XIX). Con el desarrollo de la industria petrolera se introdujo en el país un “complejo cultural extraño”, según lo plantea Rodolfo Quintero[iv]. Esa penetración cultural extranjera que se produjo con el ingreso de las grandes compañías petroleras estadounidenses y anglo-holandesas, condujo al estancamiento y la destrucción de algunos de los rasgos culturales que se habían constituido en la sociedad venezolana desde el período colonial, fortaleciendo tanto los mecanismos de la dependencia económica como de la alienación cultural.

La industria petrolera se introdujo en una Venezuela agroexportadora, que poseía una economía considerablemente atrasada en términos tecnológicos y de productividad, que apenas alcanzaba exportar rubros de escasa relevancia en el mercado internacional, principalmente café y cacao, cuyo comercio y finanzas estaban dominados por Casas Comerciales extranjeras (principalmente de Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda y Estados Unidos), una sociedad rural, sin mayor integración entre las distintas regiones agroexportadoras, en la cual las vías de comunicación seguían siendo el mar, los ríos y lagos, sin carreteras, sin servicios públicos como electricidad, acueductos y cloacas, con un escaso desarrollo de los servicios de salud y educación pública, sin mercado interno, con una mayoría de población campesina que laboraba sometida a bárbaros sistemas de explotación y opresión, con una dinámica política signada por el predominio de la lucha entre caudillos militares que si bien tenían su origen en procesos revolucionarios populares, terminaban confiscando los anhelos igualitarios de la población y subordinándose a las élites comerciales y bancarias nacionales y extranjeras.

La explotación del petróleo se inició en Venezuela empujada por las exigencias energéticas de la 1ra Guerra Mundial, a partir de las concesiones otorgadas durante los gobiernos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Aunque es necesario decir que desde mediados del siglo XIX Inglaterra y los Estados Unidos ya demostraban interés por explorar y explotar los hidrocarburos venezolanos (López, 1996). En 1914 se inició la producción comercial de petróleo con el pozo Zumaque 1°, en Mene Grande, Estado Zulia. Esta primera etapa de la explotación petrolera estuvo controlada totalmente por compañías extranjeras, siendo las principales la Shell (anglo-holandesa) y la Standard Oil (estadounidense).

La economía venezolana pasó de ser agraria a petrolera, pero siempre monoexportadora, ubicada en la fase de crecimiento simple o crecimiento hacia afuera, como exportadora de materias primas. Sólo que varió significativamente la relevancia de lo que exportábamos. El petróleo no varió el carácter subordinado de nuestra economía, como país periférico de los grandes centros capitalistas. Lo que se modificó fue el dinamismo de dicha subordinación, por la importancia del petróleo como principal fuente de energía a nivel mundial. A partir de los años 20, Venezuela se convirtió en uno de los centros receptores fundamentales de las inversiones de capital provenientes de los grandes centros imperialistas. Esta situación reforzó, profundizó y extendió los términos de dependencia en que se hallaba nuestra economía.

Particularmente, nuestro país pasó a formar parte del “patio trasero” del imperialismo norteamericano, quien hasta el presente continúa jugando un papel decisivo en las relaciones de poder de nuestra sociedad. La industria petrolera contribuyó a desarrollar progresivamente otras ramas industriales, como la electricidad, la construcción y la producción de alimentos. En este proceso, las relaciones propiamente capitalistas fueron sustituyendo las viejas relaciones propias de la sociedad agraria.

Al mismo tiempo, la renta petrolera fortaleció al Estado como nunca antes, el cual dejó atrás sus permanentes crisis fiscales que vivió en todo el siglo XIX y comienzos del XX, y se convirtió en un Estado poderosamente rico, que sería promotor y organizador del desarrollo capitalista dependiente en la nación.

La economía venezolana aumentó su dependencia. Particularmente, las amplias facilidades dadas al capital extranjero por el gobierno de Juan Vicente Gómez afianzaron esos nexos de dependencia. Es por ello que algunos autores hablan de que pese a la muerte del dictador político en 1935, Venezuela heredó un dictador económico: la industria petrolera controlada desde el extranjero (De La Plaza, 1974).

La economía petrolera va a tener mayor integración con el exterior que con la economía interna no petrolera. En el país se realizaba la actividad primaria extractiva. La refinación y la comercialización de los hidrocarburos se realizaban en el exterior. Del exterior venían los equipos y la tecnología, y allá es que se realizaban los mayores beneficios del negocio petrolero.  

La industria petrolera nació bajo el signo del entreguismo por parte del gobierno de Gómez hacia las grandes compañías extranjeras. Las leyes de hidrocarburos no sólo las beneficiaban ampliamente, sino que generalmente eran redactadas por abogados de las mismas empresas petroleras (González Abreu; 1980: 82). No obstante, personajes del gomecismo como Gumersindo Torres (Malavé Mata, 1975: 190), Ministro de Fomento en dos oportunidades, iniciaron desde la segunda década del siglo XX una lucha por lograr mayores beneficios para el Estado venezolano, proceso que se manifestó recurrentemente durante varias décadas, hasta culminar con la nacionalización del petróleo en 1976. Una nacionalización “chucuta”, como la llamó Pérez Alfonzo, y que luego sería dejada de lado a partir de 1993 con la apertura petrolera neoliberal (Parra Luzardo, 1995: 18).

La apertura petrolera estuvo caracterizada por las grandes ventajas concedidas a las empresas extranjeras, en perjuicio de los intereses de la nación. Por ello ha sido criticada como profundizadora de la subordinación del país ante el capital trasnacional, pues se perdió parte del control sobre la principal actividad económica de la nación. Los objetivos de la apertura petrolera de aumentar significativamente la producción nacional, aun violando las cuotas establecidas por la OPEP, unido a esquemas similares que predominaron en los países árabes, generó el derrumbe de los precios del petróleo en 1998-99. Pero la llegada al gobierno de Hugo Chávez Frías modificó radicalmente la política petrolera del Estado venezolano. Aplicando una estrategia de reducción de la producción, de común acuerdo con la OPEP y con otros países productores fuera de la OPEP, se logró recuperar los precios y hacerlos sobrepasar la barrera de los 30 dólares por barril en marzo/2000. Al fortalecer la OPEP, nuestro país contribuyó a recuperar los deprimidos precios petroleros y retomar con ello el control del mercado mundial de hidrocarburos.

2.    COMO SE TRABAJABA EN LA INDUSTRIA EN 1914 Y LOS AVANCES CONQUISTADOS MEDIANTE LAS LUCHAS OBRERAS

Las relaciones laborales al inicio de la industria petrolera no tenían mayores regulaciones en Venezuela. De la legislación existente sólo tenían un ligero contenido laboral la Ley de Cooperativas, de 1910, y la Ley de Talleres y Establecimientos Públicos, de 1917, referidas a disposiciones de seguridad industrial y duración de la jornada de trabajo. Sin embargo, la Ley de Tareas, de 1916, establecía que los trabajadores podían prestar servicio gratuito al Estado a cambio de exoneración del servicio militar. Este trabajo gratuito y el de los presos políticos fue utilizado compulsivamente para la construcción de carreteras durante el gomecismo (Lucena, 1998: 100).

Al ingresar Venezuela a la OIT en 1919 (Organización Internacional del Trabajo), el régimen gomecista se vio obligado a crear una Federación de Trabajadores, parapeto patronal que no se derivaba de la lucha obrera ni representaba sus intereses.

La primera Ley del Trabajo sería promulgada por el gomecismo en 1928, la cual establecía la jornada de trabajo de nueve horas (la Ley de Talleres de 1917 la limitaba a 8,5 horas). Esta ley respondía a las exigencias de la OIT, y su cumplimiento era impreciso, pues para 1936 aún subsistían regímenes laborales de 12 y hasta 16 horas diarias (Mata, 1985: 88).

El régimen laboral petrolero se asimiló en sus inicios al existente en los grandes latifundios de Venezuela. La jornada de trabajo era de sol a sol, desde las 6:00 a.m. hasta las 6 pm. Los obreros, particularmente los que venían de las migraciones internas (margariteños, falconianos, andinos), no poseían viviendas ni tenían posibilidades de alquilar alguna, por lo que vivían en chozas improvisadas construidas con palmeras o zinc, sin paredes, cocinaban allí mismo la comida, dormían en chinchorros, se bañaban en el lago de Maracaibo y hacían sus necesidades en la vegetación circundante (Villegas, 1988: 8) (Tennassee, 1979: 117).

Estas viviendas improvisadas se ubicaban en las afueras del campo petrolero. Las compañías sólo les garantizaban vivienda al personal anglosajón y a los trabajadores antillanos. Muchos obreros vivían alejados del lugar de trabajo, y las empresas no les proveían de ningún tipo de transporte, por lo que se veían obligados a caminar largas distancias para ir y venir de los campamentos. Las horas extras no eran pagadas, y tampoco había día de descanso semanal ni vacaciones pagadas (Tennassee, 1979).

Existía una clara diferenciación entre el trato preferencial dado por las compañías al personal gerencial y técnicos de alta calificación, los cuales eran en su casi totalidad provenientes de Estados Unidos, Inglaterra y Holanda; el que recibían los obreros y técnicos de origen antillano, provenientes de Trinidad, Jamaica, Aruba y Curazao principalmente, los cuales eran preferidos por dominar el inglés y facilitar así su relación con la nómina gerencial, además de su docilidad contrastante con los obreros venezolanos que comenzaron a reclamar derechos laborales. En el último eslabón de la cadena laboral estaban los obreros venezolanos, los cuales recibían un trato no muy distante de la esclavitud asalariada.

Los sueldos que pagaban las petroleras, 4 bolívares diarios, eran sustancialmente mayores a los que se devengaban en las haciendas latifundistas, en las cuales los sueldos más altos apenas llegaban a 2 bolívares diarios, pero que en muchos sitios oscilaban entre 0,50 y 1,50 bs. diarios (Lucena, 1998) (Quintero, 1976) (Tennassee, 1979). Esta oferta salarial fue el mayor atrayente para que se desarrollara la gran migración interna desde las zonas agrícolas a las nuevas explotaciones petroleras.

En este marco de sobreexplotación se produjeron las primeras huelgas de trabajadores que buscaban mejores condiciones de trabajo. En 1925 los trabajadores petroleros de Mene Grande realizan dos movimientos huelguísticos, el primero en el sector del transporte y el segundo entre los obreros de campo. La primera huelga fue de un solo día y generó el despido de varios de los participantes.

La segunda huelga petrolera abarcó a más de 10 mil trabajadores y paralizó las actividades en toda el área de Mene Grande, estalló en julio de 1925, y estuvo encabezada por Augusto Malavé. La huelga duró 12 días y conquistó un aumento de 2 bs en el salario diario (pasó de 5 a 7 bolívares diarios). Después de la huelga Malavé desapareció de Mene Grande, y se supone que fue secuestrado por los sicarios del régimen gomecista (Lucena, 1998: 156).

Sin embargo, las diferencias laborales seguían subsistiendo. Una misma labor era pagada con salarios muy distintos si el trabajador era extranjero o era venezolano. Esa diferencia de salario era de un 150 % aproximadamente. Como muestra, un perforador extranjero ganaba para 1932 42,25 bs. diarios, y uno criollo apenas alcanzaba los 18 bolívares (Tennassee, 1979: 119).

Cuadro 1: comparativo de salarios de trabajadores extranjeros y venezolanos
Oficio
Sueldo mensual en dólares de un extranjero
Salario diario en bolívares de un extranjero
Salario diario en bolívares de un venezolano
Soldador
275
35,75
14
Perforador
325
42,25
18
Oficinista
175
22,75
15
Mecánico
250
32
16
Dibujante
250
32,50
15
Encuellador
250
32,50
16
Teol-pusher
350
45,50
18
Fuente: Rodolfo Quintero. Antropología del Petróleo. P. 129.

Para 1936, la jornada laboral se extendía desde las seis de la mañana hasta las cinco de la tarde, con sólo media hora para almorzar. No se pagaba sobretiempo, a pesar de que se superaban las nueve horas establecidas en la Ley de 1928 (De La Plaza, 1980: 35).

Otro aspecto resaltante eran las muertes por accidentes y por enfermedades. Los medios de seguridad industrial no se conocían ni de nombre (Tennassee, 1979: 124). Algunos testimonios citados por Tennassee y provenientes de artículos del diario Panorama, hablan de uno o dos muertos diarios debido a los accidentes industriales y las enfermedades. Los trabajadores no poseían atención médica ni eran inmunizados contra enfermedades que hacían estragos en la época, como el paludismo, la tuberculosis, la disentería y las enfermedades venéreas, a lo que se juntaban las mordeduras de serpientes. El sector de trabajadores extranjeros euro-americanos tenía mejores condiciones para enfrentar esta situación, pues tenían atención médica, mejores habitaciones, recibían sueldos superiores y por tanto estaban mejor alimentados, y obtenían inmunizaciones contra las principales enfermedades.

Los accidentes generaban también muchos incapacitados debido a mutilaciones, los cuales no recibían ningún tipo de indemnización por parte de las compañías. A pesar de que la ley de 1928 contenía previsiones por accidentes de trabajo, las compañías ignoraban esta ley y los mismos trabajadores desconocían su existencia. La ausencia de previsiones de seguridad por parte de las empresas afectaba también a la comunidad de pescadores al generar la contaminación del Lago de Maracaibo debido a los constantes derrames de petróleo y otros aceites.

Con la muerte del dictador Gómez se abre un proceso de gran participación social, en el marco de una relativa apertura política que permite la legalización de varios partidos políticos y de un centenar de sindicatos en el año de 1936. Es en ese contexto de lucha por la democracia que sobreviene la gran huelga petrolera de 1936-37 (Brett, 1986). Dicho conflicto tuvo como antecedente la huelga general de junio de 1936 en protesta contra una ley que regulaba las manifestaciones y que se le llamó la Ley Lara, la cual terminó en derrota. La huelga de junio tuvo como epílogo el asalto policial contra una asamblea de trabajadores petroleros reunida en el cine San Felipe de Mene Grande, en el cual resultaron asesinados cinco trabajadores[v] (Lucena, 1998: 267).

La huelga que estalla en diciembre de 1936 tenía entre sus principales objetivos (tomados de los pliegos reivindicativos de los sindicatos SOEP-Lagunillas y SOEP-Cabimas): reconocimiento del sindicato; reintegro de los trabajadores despedidos en la huelga de junio; salario mínimo en 10 bs. y aumento proporcional para los que ganan más; descanso remunerado, días feriados y domingo, pago doble si se trabaja esos días; jornada de 8 horas; casas cómodas e higiénicas para los trabajadores y sus familias; hospitalización, tratamiento y cirugía; hospitalización para familiares; indemnización en caso de enfermedades y accidentes profesionales; existencia de dispensarios y botiquines; transporte con techo y asiento; agua potable con hielo; instalación de baños en los campamentos (Lucena, 1998:270).

La huelga duró 43 días y terminó con un decreto de López Contreras ordenando la reanudación de faenas, decreto que fue producto de las presiones que las compañías extranjeras hicieron sobre el gobierno lopecista. Las conquistas de la huelga se redujeron al aumento de un bolívar diario en los salarios de los trabajadores y el compromiso de colocar agua fría con hielo en los centros de trabajo.

Pero más allá de las conquistas materiales de la huelga petrolera, se manifestó por primera vez la fortaleza del movimiento obrero venezolano y la enorme solidaridad popular que se desarrolló en todos los rincones del país (Rangel, 2007: 133).

Luego de la huelga petrolera de 1936-37 arreció la persecución hacia los sindicatos y sus dirigentes, pues había representado una demostración de fuerza que amenazaba los enormes privilegios de explotación con los cuales las compañías extranjeras se habían desempeñado desde 1914. En marzo de 1937 el gobierno de López Contreras decretó la expulsión del país de 47 dirigentes políticos acusados de ser comunistas, entre los cuales se encontraban varios líderes de la huelga petrolera (como Rodolfo Quintero, Juan Bautista Fuenmayor, Isidro Valles y José Antonio Mayobre); además, son disueltos los partidos políticos progresistas (ORVE, PRP y FEV) y se detienen a más de 100 dirigentes en el Castillo de Puerto Cabello (Castro, 1982).
                                
Los salarios se mantuvieron por una década sin mayores variaciones, y los que percibían los obreros y empleados extranjeros eran aproximadamente el doble de los venezolanos. En otra comparación, mientras los salarios promedios de los trabajadores en los estados agrícolas eran de unos 2 bolívares diarios, en el Zulia era de 6 y en el Distrito Federal de 7, mientras en las petroleras era de 8 bs.

Las condiciones de inseguridad en los campos petroleros se mantuvieron, y originaron el incendio de la comunidad lacustre de Lagunillas, el 13/11/1939, en el que murieron entre 50 y 800 personas (según las diferentes cifras aportadas por la prensa y por las compañías), además de dos mil heridos.

En febrero de 1936 se habían legalizado los primeros sindicatos, que fueron de trabajadores petroleros. El SOEP Cabimas (27/02/1936) y el SOEP de Mene Mauroa (28/02/1936). Un mes más tarde es legalizado el SOEP de Lagunillas. Luego de la conformación de otros sindicatos de trabajadores petroleros, el 10/10/1936 se constituyó la primera Federación, la Unión Sindical Petrolera (USP), controlada por los comunistas (Lucena, 1998: 263). Pero el alto número de sindicatos legalizados luego de la muerte del dictador Gómez (113 en 1936; 199 en 1937; 230 en 1938 y 245 en 1939) contrastó con los casi 300 sindicatos disueltos por el gobierno en el período 1940-1944.

En la etapa posterior a la huelga petrolera, si bien las compañías mantienen su política de desconocer cualquier tipo de organización sindical y de no aceptar negociar peticiones de los trabajadores, en la práctica comienzan a generar mejores condiciones para esos mismos trabajadores, al proceder a construir viviendas para los obreros petroleros, escuelas para que estudien sus hijos, campos deportivos y otros centros de recreación. Su objetivo es evitar que las bárbaras formas de explotación laboral continúen incentivando la organización de los trabajadores en sindicatos y el estallido de conflictos huelgarios. En cierta forma, son consecuencias indirectas de la misma huelga petrolera del 36.

La división entre adecos y comunistas ocurrida en el Congreso de Trabajadores de marzo de 1944, que llevó al retiro de los delegados de Acción Democrática (41 delegados de un total de 130; el resto eran comunistas) y a la denuncia pública de ese partido contra el Congreso al denominarlo “comunista” (las actividades comunistas estaban prohibidas por la constitución), llevó al gobierno de Medina a decretar la disolución de 93 sindicatos y 3 federaciones, entre ellos 12 de los 14 sindicatos petroleros (Godio, 1986: 28) (Lucena: 1998: 286) (Ellner: 1997: 5) (Arrieta: 1995:23) (Moncada, 1982).

Va a ser en el período de gobierno conocido como “Trienio Adeco” (1945-1948) cuando se lograrán conquistar dos objetivos fundamentales del movimiento de trabajadores en Venezuela. El reconocimiento de los sindicatos por parte de las compañías petroleras, y el reconocimiento del movimiento obrero como base social de apoyo por parte del gobierno. Ya en los últimos meses del gobierno de Medina (junio de 1945), las compañías petroleras habían firmado un primer acuerdo con las organizaciones sindicales en el cual tácitamente le otorgaban su reconocimiento como representantes de los trabajadores. Para junio de 1946 la nueva organización de trabajadores petroleros, Fedepetrol, discute y firma el primer contrato colectivo petrolero, vigente hasta diciembre de 1947 (Lucena, 1998: 331)

La llegada al poder de una de las fuerzas políticas que surgía directamente de los impulsores de la huelga petrolera de 1936, como lo era el partido Acción Democrática, permitió que la Asamblea Constituyente de 1946-47 reconociera derechos de los trabajadores como el de organizar sindicatos, garantizar la estabilidad laboral de los directivos sindicales, el de realizar convenios colectivos de trabajo y el derecho a la huelga. La Junta Revolucionaria de Gobierno también aprobó la conformación aparte del Ministerio del Trabajo, el cual desde 1937 funcionaba como ministerio del trabajo y comunicaciones, siendo el primer ministro del trabajo Raúl Leoni. Esta gestión de los adecos durante el trienio estuvo caracterizada por el ventajismo hacia los sindicatos dirigidos por AD y la persecución y trabas contra los sindicatos comunistas (Lucena, 1998: 315).

De esta forma, el movimiento obrero, y principalmente el petrolero, comenzaba a jugar un papel muy destacado como actor político del proceso democrático venezolano. De no tener ningún tipo de derechos al momento de nacer la industria petrolera en 1914, se alcanzaban en este período una serie de conquistas que modificarían sustancialmente las relaciones de trabajo y las condiciones de vida de los trabajadores, aunque sin alterar los mecanismos fundamentales de explotación del trabajo asalariado por el capital.

La dictadura militar del período 1948-1958 hizo retroceder estas conquistas laborales tanto en la industria petrolera como en el resto de empresas públicas y privadas del país. El fracaso de la huelga petrolera de 1950, generada debido a la negativa de la Junta Militar a discutir el contrato colectivo petrolero y que constituyó al mismo tiempo un esfuerzo de las direcciones de Acción Democrática y el Partido Comunista por levantar un movimiento de masas que sincronizado con un posible alzamiento militar contribuyera al derrocamiento de la dictadura, tuvo como consecuencia una fuerte represión hacia todo el movimiento sindical petrolero, cuyas federaciones fueron ilegalizadas y disueltas, y sus dirigentes presos por varios años (Godio, 1986: 50)(Dum, 1982: 421)(Faría, 2007: 170).

Pero con el advenimiento de la democracia a partir del 23 de enero de 1958 se retomaron y ampliaron estos derechos, los cuales siempre han estado sujetos a los vaivenes de la confrontación política interna.

A lo largo del período de la democracia representativa (1958-1998) el movimiento de trabajadores fue incorporado como uno de los factores del bloque social dominante. Al respecto, algunos autores mencionan tres características principales de esta incorporación, denominada “sindicalismo de conciliación”:

  • ·         La incorporación de la dirigencia sindical de la CTV a la toma de decisiones públicas en forma cooptada como representante más del Estado que de los trabajadores.
  • ·         La concesión formal y fáctica de un monopolio representacional a la CTV para el tratamiento de la problemática laboral como único y exclusivo interlocutor reconocido por el Estado.
  • ·   Diversas formas de control, injerencia y supervisión del Estado sobre el comportamiento de la CTV, en particular en la moderación de las demandas laborales (Salamanca, 1998: 190).


El sindicalismo de conciliación se pudo consolidar gracias a dos factores que incidieron en las primeras décadas de la democracia venezolana. Por una parte el desarrollo de la lucha armada por parte de la izquierda[vi], que condujo al aislamiento de la izquierda con relación al movimiento obrero (proceso fortalecido por la persecución policial desatada por los gobiernos de Betancourt y Leoni contra los sindicatos controlados por la izquierda). En muchos casos, los sindicalistas se abstuvieron de promover conflictos laborales por miedo a que el gobierno los vinculara con un apoyo tácito a las fuerzas insurgentes (Ellner, 1997: 13).

Un segundo elemento lo constituyó el auge de los precios petroleros durante la década de 1970, que permitió a los gobiernos de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) y Luis Herrera Campins (1979-1984) conceder reivindicaciones como el “pleno empleo”, aumentos de las escalas de salarios por decreto (incluyendo que se comenzó a determinar por el Estado el salario mínimo nacional) y la llamada ley contra despidos injustificados[vii].

En su desarrollo, el sindicalismo de conciliación terminó pervirtiendo al movimiento obrero, corrompiendo a su dirigencia. Los dirigentes de la CTV amasaron grandes fortunas a través del manejo del Banco de los Trabajadores de Venezuela (BTV), el cual fue intervenido por el gobierno en 1982 (Ellner, 1997: 17). Otro factor de corrupción fueron las “comisiones” (denominadas “costas sindicales”) que los directivos de sindicatos y federaciones recibían a la firma de las contrataciones colectivas, las cuales generalmente resultaban en logros muy moderados debido a la casi nula voluntad de lucha por parte de los sindicalistas (Ellner, 1997: 20).

La CTV jugó un papel de conciliación de las luchas obreras a partir de 1958. Más que representar a los trabajadores asumió en los hechos los intereses del Estado y del modelo económico sustitutivo de importaciones que se implementó en esos años. La lucha obrera fue sustituida por la negociación sindical y política. La movilización combativa de los trabajadores casi desapareció de la escena política, salvo en conflictos puntuales que superaban los mecanismos de control de la burocracia sindical adeca, como ocurrió con la huelga del aseo urbano en Maracaibo en 1966, las huelgas del Magisterio y de Sidor en 1969, y los conflictos en la industria textil durante los 70.

El papel conciliador de la CTV en las luchas, no fue impedimento para que al mismo tiempo reprimiera los embriones contestatarios de otras tendencias obreras, como ocurrió en 1981 cuando la propia CTV intervino al sindicato SUTISS de Sidor y destituyó a su recién electa junta directiva encabezada por Andrés Velásquez (principal líder de la Causa R - Matancero). O cuando toleró sin protestar que los dirigentes sindicales del sector textil José Correa y Miguel Alviarez (activistas de los partidos de la izquierda radical Liga Socialista y Ruptura) fueran enjuiciados por tribunales militares por dirigir los conflictos textiles de 1977.

La progresiva degeneración del partido Acción Democrática, su abierta traición a sus postulados programáticos iniciales, y particularmente los referidos a los derechos democráticos de los trabajadores y el pueblo, llevaron a que en la segunda mitad del período democrático representativo se desmejoraran las conquistas laborales logradas en el proceso mismo de lucha por la democracia.

El movimiento obrero venezolano nació a partir del desarrollo de la industria petrolera. En su desarrollo fue minado por el burocratismo y la corrupción, no obstante la lucha obrera permitió obtener conquistas que se reflejaron en las leyes laborales aprobadas a lo largo del siglo XX. Pero los grandes negocios y privilegios que signaron a la dirigencia sindical pervirtieron la lucha de los trabajadores y facilitó su desmovilización, lo que favoreció que la propuesta neoliberal de la década de 1990 se ejecutara sin mayor resistencia obrera.

La desmovilización de los trabajadores permitió sin mayor resistencia los procesos de privatización de importantes empresas del estado (SIDOR, CANTV, VIASA, etc.) y la modificación de la Ley Orgánica del Trabajo en 1997, cuando se eliminó la retroactividad de las prestaciones sociales, se introdujo la reconversión industrial, se facilitaron los despidos y en general se golpeó fuertemente las reivindicaciones obreras contenidas en las contrataciones colectivas (Ellner, 2009).

Las medidas neoliberales de Pérez y Caldera no encontraron mayor oposición de parte de un movimiento sindical domesticado por la dirigencia de la CTV, la cual dio su respaldo explícito a la reforma de la LOT en 1997 y protestó tímidamente las medidas inflacionarias que implicaban dichos planes económicos. A fines del siglo XX, la clase trabajadora venezolana se encontraba totalmente desarmada ante un sector capitalista gobernante que aplicaba a su antojo toda una reforma económica y laboral en beneficio del gran capital financiero multinacional, en desmedro del desarrollo económico nacional independiente y a costa de la pérdida masiva de derechos laborales por parte de la clase trabajadora.

Autores como Juan Pablo Mateo Tomé han investigado el desempeño de los salarios en Venezuela durante los últimos cincuenta años (Mateo Tomé, 2011: 126). El papel de los salarios dentro de la economía venezolana se había expandido considerablemente en las dos primeras décadas de la democracia representativa (1958-1980), para contraerse de igual forma en las dos décadas siguientes (1980-1999), particularmente visible en la última etapa neoliberal (1989-1999).

La participación de los salarios en la renta nacional, que se ubicaba en el 57 % en 1957, pasó al 67 % en 1980, para decaer al 44 % en 1998. El salario real de 1998 era un 52 % inferior al de 1979, y sólo un 7 % superior al de 1957.[viii] Una curva de ascenso inicial y posterior descenso del salario real, pues para 1979 representaba el 120 % del existente en 1957. Las mayores caídas de la capacidad adquisitiva del salario se registraron en los dos años de aplicación de los paquetes de medidas neoliberales: 11,9 % en 1989, durante el gobierno de Pérez, y 13 % en 1996, en el gobierno de Caldera.
 



Cuadro 2: PARTICIPACION DE LOS SALARIOS EN LA RENTA NACIONAL
Fuente: Mateo Tomé, Juan Pablo (2011): Estructura económica y ajuste salarial en Venezuela. Revista La Gaceta Económica, Nº 1, Universidad Bolivariana de Venezuela. P.132. El autor usa datos de: Baptista, Asdrúbal (2010). Bases cuantitativas de la economía venezolana 1830-2008. Ediciones del Banco Central de Venezuela. Cuadro III-3. Caracas.

Según datos que aporta Rubén Alayón, los planes neoliberales generaron una alta inflación y un incremento del desempleo tanto en el segundo gobierno de Pérez como en el segundo gobierno de Caldera. Los alimentos tuvieron un incremento de precios de 125 % en 1989, de 47 % en 1990, y de 36% en 1991 (Alayón, 2011: 58). El índice general de inflación alcanzó hasta el 103 % en 1996. El desempleo, que había crecido a 9.86 % en 1990, alcanzó al 12,4 % en 1996.

De manera general, la década de aplicación de las políticas neoliberales (1989-1998) genero una considerable caída en los salarios reales de los trabajadores. Según la Oficina Central de Estadística (OCEI), en 1998 la pobreza en Venezuela abarcaba hasta un 59 % de la población (Alayón, 2011: 59).

Junto a ese descenso del salario hay que mencionar que en los gobiernos neoliberales de los años 90 se produjo una “desalarización” del ingreso de los trabajadores, mediante la conversión de gran parte del salario en bonos o subsidios de transporte y alimentación, que disminuían la base de cálculo de las prestaciones y otros beneficios de los trabajadores (Mateo Tomé, 2011: 132).

Toda esta pérdida salarial para los trabajadores no fue enfrentada por las organizaciones de trabajadores y particularmente por la CTV, la cual en la medida en que se profundizaron los planes neoliberales y con ellos se agudizó la pérdida de derechos para los trabajadores, se alineó cada vez más en respaldo a dichas medidas, colocándose a la cola de la patronal y sin asomar siquiera la posibilidad de acciones conflictivas que detuvieran de alguna manera la aplicación de dichas medidas. La conducta del sindicalismo cetevista se encuadraba en un retroceso general del movimiento sindical mundial ante el avance del modelo neoliberal durante los años 80 y como efecto del colapso del socialismo real acontecido a comienzos de los 90 (Antunes, 1997: 50).

El movimiento obrero venezolano existente para 1998 se encontraba totalmente entregado ante las políticas neoliberales, sin ofrecer la menor resistencia, y en condiciones de debilidad política y organizativa que lo ubicaban en posiciones claramente secundarias como actor del sistema político imperante en Venezuela. En ese contexto laboral se inició el gobierno de Hugo Chávez en febrero de 1999 (López y Hernández, 2014-b).

Con la llegada al poder de Hugo Chávez se detienen y revierten los procesos de privatización de las empresas públicas y se comienzan a desarrollar iniciativas tendientes a que los trabajadores dirijan la producción: cooperativas, cogestión en empresas públicas, toma de empresas abandonadas por los patronos, y nacionalización de empresas por utilidad pública (López y Hernández, 2014). Este proceso permitió nacer otra dimensión de la lucha de los trabajadores: el Control Obrero. El factor clave en este proceso en que la clase trabajadora pasó a jugar un papel hasta ahora inédito en la historia nacional fue el desarrollo del paro patronal-petrolero de 2002-2003, pues allí los trabajadores venezolanos se plantearon por primera vez asumir directamente el control productivo de las empresas públicas y privadas.

3.    LA VALORACIÓN DE LAS LUCHAS OBRERAS Y LAS CONQUISTAS QUE TIENEN ACTUALMENTE LOS TRABAJADORES PETROLEROS

La investigación se orientó a valorar la información y el conocimiento general que los trabajadores petroleros venezolanos tienen sobre el desarrollo anterior de las relaciones laborales en la industria, promoviendo una comparación entre las condiciones de trabajo presentes al momento de iniciarse la explotación petrolera en el país y las que prevalecen en el momento actual.

También se indagó en la valoración que tienen los trabajadores sobre la huelga petrolera de 1936 y sobre el reciente paro patronal-petrolero de 2002, promoviendo un análisis comparativo de ambos conflictos. Finalmente se les pidió a los trabajadores que opinaran sobre cuáles serían las reivindicaciones principales planteadas hoy (2016) en la industria petrolera venezolana.

Para ello se realizaron entrevistas a obreros petroleros en la Costa Oriental del Lago (COL) y a trabajadores de nómina mayor de PDVSA que laboran tanto en Maracaibo como en la COL. Fueron entrevistados cinco obreros petroleros de Mene Grande, Municipio Baralt del estado Zulia, y cinco trabajadores de nómina mayor de PDVSA Occidente. Las entrevistas se hicieron de manera personal, con previa explicación de los objetivos de investigación, y garantizando el carácter anónimo de las opiniones vertidas, para facilitar el flujo de información y preservar la seguridad laboral de los entrevistados.

De las entrevistas realizadas, resalta el escaso conocimiento que poseen sobre las luchas obreras que se desarrollaron en el pasado; tampoco se observó que relacionen la incidencia de esos eventos en las circunstancias actuales de la actividad laboral dentro de la industria más grande del país.

En los trabajadores de nómina mayor entrevistados existe mayor información y un análisis más profundo del proceso histórico laboral vivido en la industria petrolera. En los obreros que fueron objeto de nuestra indagación se observa menos información sobre los procesos laborales vividos en un siglo de explotación petrolera en el país.

Con respecto a la huelga de 1936 los trabajadores no tienen mucha información sobre las causas y los logros de la misma. Hablan en términos generales, manifestando  que la huelga fue para lograr aumento del salario mínimo, atención médica, vivienda, agua. En algunos se produce una confusión entre la huelga de 1936 con la primera huelga de 1925. Al preguntar sobre los líderes del 36 mencionan a Malavé, dirigente de la huelga de 1925. Sobre las conquistas de la huelga de 1936 tampoco tienen datos específicos, solo resaltando datos generales, como el aumento de 1 bolívar en el salario diario y agua fría en los centros de trabajo.

Juan: “la primera huelga petrolera de Venezuela fue aquí en el municipio Baralt… y lo que pedían creo que era un mejor sueldo mínimo, salud, casas, medicinas y eso…”. “Ellos los de la compañía se llenaban los bolsillos… y el pendejo que por desgracia era el pueblo pasándoselas negras…”.

José: “No conozco mucho…. Creo que pedían mejores condiciones de trabajo, cosas así…”.

Jaime: “Pues no mucho… sé que luchaban por derechos sobre el agua y otras cosas… pero sé que en si no pedían mucho…”.

Gregorio: “pedían mejores condiciones de trabajo a la petrolera ¿no?, me imagino que mejor sueldo, comida, agua y cosas así…. Porque me imagino que pa' esa fecha  no eran muy buenas las cosas.

Jaime: “…. Debería saber pero no, la verdad no tengo mucho conocimiento de eso”. ¿Por qué debería?  “Bueno porque es nuestra historia ¿no?, la de nosotros los trabajadores… Mira lo que nos ha llevado a ser lo que somos…”.

Pedro: …Por lo menos el salario ¡Aumento de salario! Este… ¿Cómo se dice? Este… las reivindicaciones de por lo menos de mejoría de clínicas de… de educación ¡Beneficios para los trabajadores!...”
Gerardo: “entre las reivindicaciones se encontraban el reconocimiento del sindicato, aumento salarial y mejoras de las condiciones de trabajo. No recuerdo en detalle el pliego de exigencias, pero sí la disposición del movimiento obrero por plantarse ante las compañías”.
Ubican las anteriores luchas obreras en un pasado muy remoto. La mayoría no demuestra comprensión de la influencia de esos hechos en su situación actual como trabajadores petroleros. Sin embargo, en gran parte de las personas entrevistadas se manifiesta la necesidad de conocer sobre cómo se desarrollaron esas luchas, pero reconocen la poca información manejada.

Aunque no se expresa el hilo conductor que permite unir las dos fechas estudiadas, los entrevistados reconocen que “las condiciones de trabajo en 1936 eran sumamente precarias, muy lejos del mínimo que puede tolerarse en una industria de fuertes exigencias laborales y en un clima ecuatorial sofocante”. De manera tácita se acepta que “para 2002 las condiciones laborales en general ya cumplen con los estándares internacionales”.

En este aspecto, ubican a “las convenciones colectivas” como el mecanismo que les confirió “a los trabajadores petroleros prerrogativas incluso superiores a los trabajadores de otras ramas de producción”.
                       
Otro hecho resaltante es que a pesar de la escasa información, se posee una valoración negativa sobre las relaciones laborales que para 1936 predominaban, manifestando explotación, malos tratos y abusos por parte de aquellos “extranjeros” que conformaban la patronal de la industria.

Ubican al Partido Comunista con un papel dirigente en esa huelga del 36, y la entienden como un conflicto cuyo desarrollo fue básicamente en el estado Zulia (cosa que se ajusta a los hechos históricos).

Sobre la huelga o paro patronal del 2002, todos reconocen que el objetivo de la huelga no estuvo en peticiones de carácter reivindicativo, sino que la misma tenía por objetivo el derrocamiento del entonces presidente Hugo Chávez.

Pues si pedían algo no se… para mí eso fue para tumbar a Chávez”.

“No… no sé qué pedían, pero por lo que he escuchado eso como que fue para envainar al gobierno…”.

“…No para ese paro ¡No! ¡Fue saboteo petrolero! Ahí no fueron reivindicaciones, ahí fue la oposición que se apodero de los barcos, se apodero de las estaciones de servicio ¡De todo pues!...”

“…No ellos lo que pedían era que se fuera el gobierno ¡Que se fuera Chávez!..”

“Los trabajadores de 2002 no exigieron reivindicaciones. Se plegaron a la  conspiración para derrocar al presidente Chávez”.

Manifiestan la condición política de dicho paro, afirmando que se utilizó como mecanismo de presión contra el gobierno del entonces Presidente Hugo Chávez.

La mayoría de las personas encuestadas, para la fecha de dicho paro no formaban parte de PDVSA sino que fueron absorbidos por ésta en lo que llamaron la toma de los trabajadores de la industria petrolera venezolana. Los que manifestaron que trabajaban ya en la industria para el momento del paro de 2002 sostienen que no detuvieron su trabajo a pesar de que sus jefes inmediatos no les exigían mantenerse trabajando.

Ninguno de los entrevistados afirman haber participado en el paro de 2002, hecho que se explica pues los trabajadores que en ese momento se pararon en su mayoría abandonaron la industria, y las entrevistas se orientaron hacia trabajadores que estuvieran activos para 2015-2016.

“… ¡El saboteo! Nosotros estábamos trabajando… y nosotros estuvimos trabajando… tuvimos casi dos meses ¡Cumpliendo horario! Pero no trabajábamos porque la industria estaba paralizada, pero nosotros siempre íbamos a cumplir el horario y hasta la fecha de hoy fíjate que nosotros quedamos trabajando…”

De manera general, se puede apreciar una valoración negativa al “paro petrolero” por parte de los entrevistados, dado que plantean que este perjudicó a la población, y solo conllevó a consecuencias negativas para la sociedad. Resaltando un carácter de ilegalidad en las formas presentadas en el paro de 2002.

“…No… no sé qué pedían, pero por lo que he escuchado eso como que fue pa envainar al gobierno… yo me acuerdo del paro eso fue un desastre no había ni gasolina en ¡VENEZUELA!, te imaginas eso… pero la verdad fue bien feo… Es que igual si es que uno va a pedir mejor sueldo y cosas así…. Creo yo que no puedo parar la industria eso daña al país…. ¡Vivimos del petróleo!...”

“…Que no era constitucional, entonces hubieron los paros de los barcos, de la gasolina uno tenía que hacer colas y colas y colas. Yo estuve una vez dos días para echar medio tanque de gasolina, porque entonces te vendían escalonado ¡Por partes! Y la gente para comprar las bombonas, y para estos y para tal… ¡Para todo! Para la comida ¡Para todo!, fue un caos…”
Es reconocido en las entrevistas un avance en las conquistas laborales, a pesar de la poca información que estos manejan de las luchas y reivindicaciones obtenidas en el pasado. Expresan una valoración positiva de las condiciones laborales existentes en las últimas décadas del siglo XX. Pero sin dejar de resaltar en aquellos que laboraron en la industria desde antes del 2002 los conflictos que se generaban en las discusiones de contratos y derechos laborales que dejaban a un lado la voz y verdaderos intereses de los obreros.

“…antes yo trabajaba en la industria y bueno las reivindicaciones eran… tu sabes que en ese tiempo existía la CTV y entonces no discutían los contratos porque era cúpulas políticas ¡Cada quien tenía su grupito! Pues tanto la izquierda como la derecha ¡Todos tenían su grupito! Y cada quien tiraba pa` su lado, entonces no había aumento… no se discutía… a veces pasaba hasta siete años que no se discutía el contrato petrolero, entonces el sueldo era el mismo, mismo, mismo… ¡En siete años!...”

“El hecho de contar con una legislación laboral, sindicatos y convención colectiva, proporcionó a los trabajadores petroleros una base para lograr de las compañías mejores condiciones, que prácticamente se estabilizaron después de la nacionalización de 1976. Entre las reivindicaciones están el comisariato, viviendas en los campos (segregadas durante la época del enclave), y seguridad industrial”.

Se observa la percepción de un avance significativo posterior al año 2002, con la presidencia de Hugo Chávez, en cuanto a aquellos ámbitos relacionados a la seguridad y beneficios sociales de los obreros (salud, alimentación, educación, entre otros).

“…A raíz de ahora de dos a dos años se discute, fíjate que ahora el contrato petrolero se va a discutir ahora el 2015, ya está metido en el proyecto de ley… Entonces anteriormente no se veía eso, por lo menos las clínicas ¡Medicamentos! ¡Hospitalización! Cirugía, maternidad. Fíjate que a la mujer mía la han operado y las han operado dos veces en menos de tres años ¡Verdad! ¡Dos veces! ¡Gratuito todo! Pagado por PDVSA sin límites de cuantos ¡No señor! ¡Lo que sea eso lo paga la industria!...”
“…la industria petrolera siempre ha dado beneficios siempre ¡Siempre! Pero eran beneficios chucutos, beneficios que casi no se extendían pues, a una persona por lo menos le daban por decirte un bono por un trabajo o por equis causa y entonces era una cosa limitada ¡Ahora no! Ahora es diferente, ahora por lo menos hay ayudas en todos los aspectos médicos, uno tiene las puertas abiertas, por lo menos… si es laboral tiene todos los beneficios… este ha mejorado un 100% desde el 2002 para acá y todos los años se van… discutiendo contratos tanto a nivel del trabajador como a nivel gerencial, a nivel … de empresa, en todo lo que es social pues, ha tenido un mejoramiento excelente…”
“Una de las principales reivindicaciones durante el gobierno de Chávez   fue el combate a la tercerización, lamentablemente mal llevado. Actualmente existen planes de beneficios como préstamo de vivienda,   tarjeta de alimentación, préstamos de caja de ahorro, etc. La participación en instancias directivas no cuenta entre esas mejoras, pues sólo se reduce a una representación burocrática sindical en la junta directiva de Pdvsa[ix]. No se ha producido hasta ahora un esquema de participación vinculante de los trabajadores en la dirección de la industria”.

También se menciona el acceso a una formación universitaria y técnica a los obreros que les permite ascender a otros cargos, existe una valoración positiva en cuanto al desarrollo humano dentro de la industria

”…Por lo menos yo me certifico de 2 a 2 años como operador de equipos pesados, de 2 a 2 años tengo que ir a Ojeda y certificarme y eso me lo paga la empresa y son cosas que uno ha ido en verdad y la empresa si divulga… hay por lo menos el que estudia y se gradúa por decirte… yo tengo unos compañeros que se han graduado que trabajan conmigo pues, pero son muchachos quizás más jóvenes ¡Hombres jóvenes pues, y mujeres pues! Y entonces ellos han seguido los estudios y se han graduado de abogados o de ingenieros y la empresa de una vez los coloca en donde les toca… Yo conozco muchos compañeros míos que han seguido estudiando y se han graduado y ahí están en la industria petrolera ¡Como jefes!...”
Sobre las reivindicaciones planteadas hoy (en 2015-2016) en la industria petrolera, no hubo respuestas de parte de los entrevistados de la nómina obrera, y sólo respondieron los de nómina mayor. Consideramos, en el caso de los obreros, que es una forma de proteger su propia estabilidad dentro de la empresa, a pesar incluso que se les aclaró que la entrevista era anónima y sus nombres no serían utilizados en la investigación.

Entre las propuestas sugeridas como reivindicaciones laborales actuales, destacamos:

a) defensa del salario real mediante una justa remuneración monetaria y mecanismos directos de proveeduría de bienes de la cesta básica.
b) un plan de acceso a la vivienda que incluye tanto la dotación mediante la GMVV como el combate a la especulación inmobiliaria;
c) participación decisiva en la gestión de la industria mediante mecanismos bien establecidos de corresponsabilidad y contraloría social;
d) derecho de sindicalización de la llamada "nómina mayor": ingenieros, técnicos universitarios y trabajadores administrativos, separando al personal que asume funciones gerenciales.
e) la educación o formación del sujeto del trabajo en función de los valores, intereses y planes socialistas de la nación.
f) el desarrollo interno de la contraloría social para prevenir el desfalco, el sabotaje y las malas prácticas en la industria.

CONCLUSIONES.

Las relaciones laborales en la industria petrolera venezolana evolucionaron en sentido progresivo a lo largo de un siglo de explotación. En sus inicios, los trabajadores petroleros no contaron con leyes laborales que los protegieran, y sus condiciones laborales y sus medios de vida estuvieron signados por la sobreexplotación y la precariedad. Las luchas obreras desarrolladas en las primeras cuatro décadas de la industria, particularmente las huelgas petroleras de 1925, 1936 y 1950, obligaron a las compañías extranjeras a introducir, con posterioridad a las huelgas, numerosas mejoras tanto en los sitios de trabajo como en los servicios prestados a sus trabajadores.

Las luchas obreras obligaron inicialmente a la elaboración de legislaciones laborales, como las leyes del trabajo de 1928 y 1936, y en fechas posteriores se produjo el reconocimiento por parte de las compañías de las organizaciones sindicales como representantes de los trabajadores, y la firma de las primeras convenciones colectivas de trabajo entre la patronal extranjera y las federaciones de obreros petroleros (1946-1947).

Junto a estos avances político-sindicales, las compañías se vieron obligadas a desarrollar importantes beneficios sociales hacia sus trabajadores, como la construcción de viviendas, servicios médico-asistenciales para los trabajadores y sus familias, escuelas para los hijos de los trabajadores, creación de clubes deportivo-recreacionales, comisariatos para la venta de alimentos y productos del hogar. Junto a esto, las compañías también tuvieron que mejorar las condiciones de seguridad e higiene industrial en los propios campos petroleros, disminuyendo la cantidad de accidentes y las numerosas víctimas (heridos, incapacitados, fallecidos) que caracterizaron el período inicial de la industria.

De las luchas del movimiento obrero petrolero tal vez la principal conquista haya sido colocar al movimiento de trabajadores como uno de las principales bases sociales de apoyo para el surgimiento de la democracia de partidos en Venezuela.

La fuerte represión que los trabajadores petroleros sufrieron en los momentos álgidos de su lucha político-reivindicativa, como ocurrió al finalizar las huelgas de 1936-37 y 1950, no impidió que el movimiento como tal se mantuviera en el tiempo y se fortaleciera progresivamente.

Cuando el dictador Marcos Pérez Jiménez es derrocado en enero de 1958, será el movimiento obrero venezolano, y principalmente el petrolero, uno de los sectores sociales principales sobre el cual se construirá la democracia partidista representativa. Ese movimiento obrero vivirá en las décadas siguientes las perversiones burocráticas que caracterizaron al bipartidismo de Acción Democrática y Copei (1958-1998), estancando las conquistas laborales y corrompiendo a sus principales dirigentes.

La huelga patronal-petrolera del año 2002-2003, cuyos objetivos no estaban asociados a ninguna reivindicación económica ni política de los trabajadores petroleros como tales, sino que buscaba de manera explícita el derrocamiento del gobierno constitucional de Hugo Chávez, no puede ubicarse en términos históricos con alguna continuidad de los anteriores procesos de lucha obrera ya mencionados (1925, 1936 y 1950).

En cambio, el gobierno de Chávez implicó considerables mejoras laborales para el sector petrolero, de acuerdo a lo manifestado por los trabajadores entrevistados. En ese contexto, la huelga del 2002, al estar asociada a factores empresariales nacionales y sobre todo extranjeros, representa en contrario un hecho histórico regresivo, pues de haber triunfado la huelga (sacando del poder a Hugo Chávez) era de esperarse que se hubiera generado una modificación de las relaciones laborales que perjudicarían las conquistas de los trabajadores.

La conciencia que se manifiesta en los trabajadores de la industria petrolera actual no refleja totalmente el rico proceso de lucha política y reivindicativa que los trabajadores petroleros tuvieron en este siglo de existencia, particularmente en los primeros cuarenta años de explotación hidrocarbonífera. De las entrevistas realizadas a trabajadores de la nómina diaria (obreros) y de la llamada nómina mayor (profesionales) destaca su poco manejo en detalle de los principales conflictos huelgarios petroleros, destacando la poca relación que hacen de las conquistas laborales que hoy disfrutan gracias a esas luchas de las generaciones obreras anteriores.

Al no valorar adecuadamente las anteriores luchas obreras como las que permitieron obtener las considerables conquistas laborales de sus trabajadores, que los colocó como el sector con reivindicaciones superiores a los trabajadores del resto de industrias e instituciones públicas y privadas, luchas que además convirtieron al movimiento obrero venezolano en un actor político de primer orden durante casi todo el siglo XX, se puede concluir que existe potencialmente una debilidad para promover la participación organizada de los trabajadores petroleros en un proceso general de transformación y cambio en sentido nacionalista y socialista.

No obstante, de las entrevistas realizadas valoramos los siguientes aspectos que desprendemos de ellas:

·         Los trabajadores tienen una valoración positiva del proceso de nacionalización petrolera, con respecto al período en el cual eran las compañías extranjeras las que dominaban la industria en el país. En cierta forma hay una conciencia nacionalista, que considera que la industria dirigida por venezolanos puede generar mayores beneficios tanto para la nación entera como para sus trabajadores en particular.
·         Existe una valoración positiva de las medidas tomadas durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, por su sentido nacionalista y por sus beneficios hacia los propios trabajadores petroleros. Uno de estos aspectos es la discusión periódica de contrataciones colectivas.
·         Los trabajadores de “nómina mayor” reconocen que el esquema organizacional de PDVSA sigue siendo muy parecido al de la vieja empresa nacionalizada, y a su vez semejante a los criterios organizacionales de las grandes multinacionales del petróleo. Afirman que allí hacen falta cambios y adecuaciones que no se han adelantado.

Dejando claro que las conquistas laborales de la industria petrolera venezolana no se deben exclusivamente a las luchas de sus trabajadores, sino que también incide en este proceso la gran relevancia económica del petróleo en este país, pues constituye la principal y casi única fuente de divisas. Por tanto se entiende que para todos los gobernantes, al margen de su tendencia político-ideológica, sea importante el garantizar de manera permanente una paz social en la industria, y la mejor manera de evitar potenciales conflictos ha sido la de otorgar prebendas laborales y sindicales a sus trabajadores.

Las relaciones laborales en la industria petrolera durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro le han dado continuidad a aspectos que ya existían en el período del bipartidismo AD-Copei, y que se derivaban de criterios gerenciales propios de las compañías petroleras extranjeras. Es el caso de la prohibición de sindicalización para los empleados de nómina mayor, y mantener el mecanismo impuesto por la CTV en 1980 para la representación de los trabajadores en las directivas de las empresas del Estado (dos representantes obreros en la directiva de la empresa, inspirado en la llamada “cogestión” impulsada por la socialdemocracia europea en los años 60-70).

La “revolución bolivariana” no introdujo mayores modificaciones a los esquemas gerenciales de la “vieja” PDVSA creada por el bipartidismo. Cuestiones como el llamado “control obrero” y los “consejos de trabajadores” no han tenido desarrollo dentro de la industria petrolera, así como tampoco se han permitido el ejercicio de mecanismos de contraloría desde las bases de trabajadores ni se han implementado esquemas de transparencia administrativa hacia dentro y hacia afuera de la industria.

Es cierto que Chávez detuvo y revirtió los procesos de privatización que estaban en desarrollo en varias instancias de la industria nacionalizada, y que además hizo renacer con fuerza a la OPEP como factor determinante en la fijación de los precios internacionales del petróleo. Pero los mecanismos gerenciales de la macroempresa venezolana se mantuvieron muy similares a los que existían en PDVSA desde su nacimiento en 1976 (criterios gerenciales heredados de las grandes compañías como la Shell y la Creole).

De la investigación se desprende que aún espera por desarrollarse una transformación profunda de la manera de funcionar la industria petrolera en Venezuela, y que las relaciones laborales a su interior han mantenido los criterios asistencialistas-reivindicativistas que se forjaron en el proceso de constitución del movimiento sindical petrolero hace más de 60 años.

La conciencia que expresan hoy sus trabajadores no les permite ubicarse a sí mismos como potenciales protagonistas de los cambios que PDVSA requiere en el marco del Plan de la Patria y sus objetivos de constituir un modelo económico socialista y soberano en el concierto del orden global. Resolver este déficit debería ser uno de los objetivos imperiosos a cumplir por quienes están en las estructuras directivas de la industria, si se quiere que el aparato productivo petrolero venezolano se adecúe realmente al proceso de transformaciones sociopolíticas iniciado en 1999, en el marco de un sistema político democrático, participativo y protagónico, y un nuevo modelo económico socialista comunal.

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. Marzo de 2016.



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[i] Artículo publicado en la Revista Cuadernos Latinoamericanos, Vol. 28, N° 50, de la Universidad del Zulia. Centro Experimental de Estudios Latinoamericanos, CEELA. Julio-Diciembre/2016. Maracaibo (Venezuela). http://www.produccioncientifica.luz.edu.ve/index.php/cuadernos/article/view/22224.
[ii] Historiador. Profesor Titular de la Universidad del Zulia. Facultad Experimental de Ciencias. Licenciatura de Antropología. Correo: cruzcarrillo2001@yahoo.com.
[iii] Recientemente egresadas de la Licenciatura de Antropología de la Universidad del Zulia.
[iv] Entre las obras de Rodolfo Quintero referidas a la cultura del petróleo podemos mencionar: Antropología del Petróleo (1976), El petróleo y nuestra sociedad (1975), Hacia el renacimiento obrero en Venezuela (1980).
[v] Los trabajadores asesinados fueron: Jesús García, Pedro Pérez, José de la Cruz Mendoza, José Omar Pérez y Pedro Oropeza.
[vi] Iniciada por el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) a partir de 1961-62. En los años 70 la lucha armada tuvo continuidad a través de otros partidos que se desprendieron del PCV y el MIR: el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), Bandera Roja (BR) y la Organización de Revolucionarios (OR), luego del proceso de pacificación ejecutado por el primer gobierno de Rafael Caldera en 1969.
[vii] Ley que fue derogada por el segundo gobierno de Rafael Caldera en 1997, pero que en 2012 el presidente Chávez la restituyó al aprobar la vigente Ley del Trabajo (LOTTT).
[viii] Alayón reporta que para 1996 las remuneraciones al capital significaban el 75 % de la renta nacional, y sólo 25 % a los asalariados. Esto contrasta con la distribución de 56%-44% dada por Mateo Tomé para la relación capital-trabajo en 1998. Ambas cifras pudieran ser ciertas (las de Mateo Tomé y las de Alayón), ya que  corresponden a años diferentes (1996 y 1998).
[ix] Hacemos la aclaratoria que esa representación obrera en la directiva de PDVSA data de 1980 (dos representantes laborales) y fue una creación de la CTV. Los gobiernos de Chávez y Maduro no han introducido una forma más democrática de representación.

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